EL PODER DE LA PALABRA
Erich Fried,
Es lo que es
Traducción de Ursula Barta
La Poesía, señor hidalgo, Barcelona, 2006, 252 páginas
Anna Rossell
Desde 1978 en que la editorial Anagrama publicara en nuestro país la antología de Erich Fried Cien poemas apátridas se han ido dando a conocer en España de modo irregular –en los lapsos de tiempo y en la selección de la obra- algunos de sus libros. Desde entonces hasta ahora contamos con tres en español (El equívoco, 1991 y Amor, duelo, contradicciones: antología, 2005, además del mencionado) y dos en catalán (Al bosc, 1988 y Exercicis preparatoris per a un miracle, 1991). Considerando la calidad de Fried y lo prolífico de su obra poética es de lamentar que, en el conjunto de lo traducido, no se haya dado al autor en nuestro país el justo tratamiento de difusión que reclama. Hay que felicitarse pues por la elección de la editorial La Poesía, señor hidalgo, que con la publicación de este poemario ha sabido detectar el vacío y ha querido contribuir a paliarlo. Cabe subrayar la oportunidad del momento, ahora que, para conmemorar el 85 aniversario de su nacimiento, la editorial Klaus Wagenbach de Berlín acaba de reeditar su obra completa, en edición de K. Wagenbach y V. Kaukoreit, por lo que deben congratularse también las letras alemanas. Y es que Erich Fried (Viena, 1921-Baden-Baden, 1988), poeta por excelencia, fue un autor muy controvertido y de reconocimiento oficial tardío, como acostumbra a suceder con los escritores que hacen de la vida política y social de su entorno tema de su literatura. Es posible que la escandalera que algunos de sus poemas desataron –sobre todo a partir del poemario und Vietnam und... (y Vietnam y ...), 1966-, la difamación de que fue víctima y la censura a que se le sometió en los libros de texto, de los que fue desterrado, fueran ya el síntoma más evidente de la calidad de su escritura. Fried creía en la fuerza de la palabra, le caracterizaban la consecuencia y la contundencia, pero no era partidista, sino partidario; usó la dialéctica como garantía de imparcialidad e inductora a la reflexión, como herramienta para desarmar los mecanismos anestesiantes del lenguaje y avivar el espíritu crítico. Practicó una poesía (no sólo) política, en absoluto panfletaria, que renovó el género y le dio una calidad inusitada. Es lo que es, publicado originalmente por Klaus Wagenbach (Berlín, 1983), reúne un amplio abanico de poemas, que nos permiten conocer al autor en diferentes registros. El libro recoge, como anuncia el subtítulo, Poemas de amor, Poemas de angustia, Poemas de ira y en todos ellos Fried se manifiesta como maestro de la palabra, con la que hace malabarismos con extraordinaria inteligencia para obtener efectos inesperados que evocan y provocan sentidos nuevos, juega con las máximas y los modismos, evita la rima pero cuida con fervor el ritmo y apela a la razón sin descuidar en absoluto el sentimiento. Por ello precisamente es el poeta de la denuncia: la angustia y la ira que siente por lo que de intolerable ve a su alrededor es lo que mueve su escritura, sin embargo no es una paradoja que el producto de la angustia y de la ira conviva con poemas en clave muy intimista y personal, en ocasiones de alta carga erótica; todos ellos surgen del profundo calado de una pluma dotada de exquisita sensibilidad para el amor, demasiado para callarse ante lo que no se puede silenciar, porque Es lo que es. Así, porque es lo que es, y cuando es necesario, Fried arremete lo mismo contra nazis (Deuda de reconocimiento) que contra Israel (Los bulldozer), en estricta coherencia con su dolor. No es por casualidad por lo que Erich Fried es el poeta en lengua alemana más leído de la posguerra después de Brecht. Y precisamente por ello tanto más hay que lamentar que la traducción de este volumen –de escasa sensibilidad poética y con errores de interpretación- no esté a la altura de las circunstancias. Para quienes puedan ayudarse con el texto alemán, la edición es bilingüe, pero Erich Fried habría merecido mejor suerte y el loable y valiente proyecto editorial de La Poesía, señor hidalgo también.
(En: La Vanguardia / Culturas)
17 de julio de 2008
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