15 de enero de 2010

JORGE TORRES DAUDET, DEL POEMARIO "EL OTOÑO EN TUS OJOS"

LITERATURA DE SEGUIDORES

Sabrás que te quiero

Confieso que te quise,
casi de inmediato, viniste
a mí en el mejor momento para hacer
el gran milagro.

Mi viudo corazón desesperado
cambió el ritmo de viejo moribundo
por el de joven apasionado, con
locas ganas de vivir a tu lado.

Cuando me vaya, cuando no me veas,
quiero que sepas que estaré a tu lado,
bendiciendo haberte conocido,
sintiendo no haberte, del todo, disfrutado.

Espero que haya Cielo...
porque allí te estaré esperando.

(Del poemario El otoño en tus ojos)

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JORGE TORRES DAUDET, DEL POEMARIO "BELLEZA CRUEL"

LITERATURA DE SEGUIDORES

Aquel café

Sobre el mármol frío de sus mesas
-lápidas de “te quieros” e historias muertas-
mi lápiz desgranaba en el papel
mi amor en la distancia.

Mis ojos escrutaban el agua de la jarra
-bola de cristal de amor brujo-
queriendo ver tu cara,
temiendo ver tu olvido en falsas adivinanzas.

Aquel café era mi cálido refugio,
continente de nostalgias...
tu silla... vacía de ti, el aire reflejando
tu mirada.

Aún flotaban tus palabras entre el humo...
Mi espera con el tabaco quemaba.

(Del poemario Belleza cruel, Cap.I, "Mujer deja que te hable de amor")



***
Abyectos, abominables

Inocencia y belleza esculpida en sonrisa,
más bella
que la más hermosa de las flores,
más que cualquier idílico paisaje,
más que puesta de sol irrepetible,
que lago profundo de cristalinas aguas,
que destello de estrellas, que auroras boreales,
que ángeles del cielo.
Apenas han nacido,
niños y niñas arrancados
de sus familias,
apenas han crecido, son raptados
violados, marchitados, muertos...
Manos crueles, mentes enfermas,
abyectas, abominables,
profanadores de cuerpos y almas
en toda su inocencia.
Pederastas lascivos, manos sucias,
ojos nublados de vicio, labios repugnantes,
babosos de infamia;
sacrílegos de cuerpos y almas.
(Del poemario Belleza cruel, cap. III, "De ahora y de siempre")
***

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FELIPE SÉRVULO, DEL POEMARIO "LA CIUDAD DE HIELO"

LITERATURA DE SEGUIDORES

Seis poemas, del poemario de Felipe Sérvulo, La ciudad de hielo, ambientado en la Guerra de los Treinta Años, que asoló Europa de 1618 a 1648. "La imagen de la pérdida. El fantasma de la destrucción y la muerte. En la retina de Felipe Sérvulo, la imagen tras la batalla" (Pilar Quirosa-Cheyrouze, en el Prólogo del poemario):


OTRAS VECES traspasábamos
los muros encalados
de nuestra habitación
y revolábamos sobre la tierra
y sobre los mares
como prodigio de invierno.

Ese fue nuestro ajuar humilde
que ahora recuerdo y sahúma:
lavanda, sándalo, enebro,...

Te nombro algunas tardes,
que es como regresar
a nuestra casa viva.

Y tú, vibrando en lo oscuro,
eras el territorio
donde el tiempo terminaba.
***
ME HA INDICADO el jinete
entre el humo de las chozas
y la tierra mojada,
el camino del valle
por la fronda y el desfiladero.

En el umbral,
el cielo se entela y deja caer
todos sus diciembres.

Tiene sueños la vida,
la muerte tiene triunfos.

Para qué la coraza
y el agua bendecida.

Para qué los violonchelos
hasta la madrugada
sin ternura y sin tu amor,
del que hice bandera.

Münster, muy lejos, aguarda.
***
CONFORME AVANZA el frío,
te haces helero, te haces bruma,
te pierdes por la loma más lejana.

Te haces norte.

Pronto volveré al país
de las fresas y arándanos,
donde el único invierno
es tu propia ausencia.
***
CÓMO SABERTE
si me hiela
el mar sin gaviotas,
la huida de tanta razón.

El soliloquio, tan triste,
que me llega
desde tu lejanía.

Cómo decirte que el tiempo
ya no es.
***
YA VES, a pesar de todo,
retoñaron los rosales
sobre las tapias de la vieja casa.

Después de tantos años de abandono,
ya ves, están como encendidos.

Apunta el día, se germina.

Nos llega el frescor
de la hierba mojada.

Estamos vivos, nos amamos.

Como si estuviera la paz cercana.
Como si ya hubiera paz.
***
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