28 de diciembre de 2012

CORRESPONDENCIA XEC MARQUÈS - ANNA ROSSELL

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CARTA DEL TEÒLEG I SALESIÀ XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (24-12-2012)
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (24-12-2012)
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Al original catalán sigue su traducción al español
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Conakry, 24-12-2012
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Xec Marquès (centre) amb els seus dos companys de comunitat a Conakry (2012) / Xec Marquès (centro) con sus dos compañeros de comunidad en Conakry (2012)

Un dels recursos de la espiritualitat cristiana és el que diem el “misteri de l’encarnació”: Déu s’ha fet homo; el Verb s’ha fet carn. I una de les primeres batalles que la fe cristina naixent va lliurar és per consolidar i afirmar aquesta doctrina de “la unió hipostàtica”. L’antropologia cristiana és marcada per aquesta visió de la naturalesa humana i de la naturalesa divina en Jesús. M’hi has fet pensar quant parles a la teva carta del 30 d’octubre de la separació entre els valors materials i els valors espirituals. Els dualismes –[les alternatives excloents]: o l’un o l’altre- sempre són temptadors i l’antropologia cristiana n’ha estat durant molt temps víctima, gràcies a la filosofia de Plató. Però mai ha renunciat a proclamar des de la fe el misteri de l’encarnació.
Quan diem “valors” no necessitem separar el material de l’espiritual. Sense necessitat de la teologia podem afirmar que l’art és espiritual i sense la matèria no es pot expressar de cap manera. El millor dels cants no és possible sense cordes vocals, la millor música no es pot produir sense fils, metalls o trossos de pell...
Per comprendre, per captar millor la realitat necessitem separar, aïllar, i quan parlem de mínims materials estem separant, però quan identifiquem estem pervertint. Trobo que un valor no pot dependre d’un mínim de condicions materials, no se li poden posar mínims. Els mínims són d’un altre ordre; de l’ordre dels drets i dels deures (que canvien i evolucionen amb el temps). El mínim és, idò, de l’ordre de la justícia. Per definir-los s’ha de definir el que és just en aquest moment i per a aquesta realitat. 
Els valors es poden expressar en un ordre injust. La persona empresonada injustament, que viu amb un esperit de llibertat i plena consciència de la seva innocència, n’és un exemple clar.
Però també, al mateix temps, el valor té vocació de crear justícia. La llibertat de l’innocent en presó és llavor de justícia. Quan afirmes que sí, que a Catalunya hi ha escoles que eduquen en valors, trobo que [això equival a sembrar] la resistència necessària. Una escola són infants, educadors i pares ; s’ha de resistir, goso pensar que són la majoria dels educadors i mestres que viuen de valors i pels valors.
Però, com ens preguntàvem ja una altra vegada, on són aquesta gent i la seva influència al moment de votar, de decidir qui governa, de com governa i per a què governa.
He començat amb la teologia cristiana i acabo amb ella. Malgrat tantes contradiccions històriques d’aquesta veritat evangèlica en l’Església que els porta: els valors no són mai evidents en l’instant de la història i no són mai portats pels signes del poder polític o econòmic. Però son els veritables motors de la història, no sense màrtirs.
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (24-12-2012)
Traducción al español de Anna Rossell

Conakry, 24-12-2012
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Uno de los recursos de la espiritualidad cristiana es lo que llamamos "misterio de la encarnación": Dios se ha hecho hombre; el Verbo se ha hecho carmne. Y una de las primeras batallas que la fe cristiana naciente libró fue para consolidar y afirmar esta doctrina de "la unión hipostática". La antropología cristiana viene marcada por esta visión de la naturaleza humana y de l naturaleza divina en Jesús. Me has hecho pensar en ello cuando en tu carta del 30 de octubre hablas de la separación entre los valores materiales y los valores espirituales. Los dualismos -[las alternativas excluyentes]: o uno u otro- siempre son tentadores y la antropología cristiana ha sido víctima de ello durante mucho tiempo por causa de la filosofía de Platón. Pero nunca ha renunciado a proclamar desde la fe el misterio de la encarnación.
Cuando decimos "valores" no necesitamos separar lo material de lo espiritual. Sin necesidad de la teología podemos afirmar que el arte es espiritual y sin la materia éste no se puede expresar de ningún modo. Lo mejor de los cantos no es posible sin cuerdas vocales, la mejor música no puede producirse sin cuerdas, metales o trozos de piel...
Para comprender, para captar mejor la realidad necesitamos separar, aislar, y cuando hablamos de mínimos materiales estamos separando, pero cuando identificamos estamos pervirtiendo. Pienso que un valor no puede depender de un mínimo de condiciones materiales, no se le pueden poner mínimos. Los mínimos son de otro orden, del orden de los derechos y de los deberes (que cambian y evolucionan con el tiempo). El mínimo es, pues, del orden de la justicia. Para definirlos debemos definir lo que es justo en este momento y para esta realidad.
Los valores pueden expresarse en un orden injusto. La persona encarceloada injustamente, que vive con un espíritu de libertad y con plena conciencia de su inocencia, es un ejemplo claro de ello. Pero también, al mismo tiempo, el valor tiene vocación de crear justicia. La libertad del inocente encarcelado es simiente de justicia. Cuando afirmas que sí, que en Cataluña hay escuelas que educan en valores, pienso que [ello equivale a sembrar] la resistencia necesaria. Una escuela son niños y niñas, educadores y padres; debe resistir, me atrevo a pensar que se trata de la mayoría de los/as educadores y maestros/as que viven de los valores y por los valores.
Pero, como ya nos preguntábamos en otra ocasión, ¿dónde está esta gente y su influencia en el momento de votar, de decidir quién gobierna, de cómo gobierna y por qué gobierna?
He comenzado con la teología cristiana y termino con ella. A pesar de tantas contradicciones históricas de esta verdad evangélica en la Iglesia que los transporta: los valores nunca son evidentes en el instante de la historia y nunca los conducen los signos del poder político o económico. Pero son los verdaderos motores de la historia, no sin mártires.

13 de diciembre de 2012

VENDER LA PIEL DEL OSO ANTES DE CAZARLO

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Martin Mosebach, El príncipe de la niebla,
Trad. de José Aníbal Campos,
Acantilado, Barcelona, 2012, 357 págs.


 
por Anna Rossell
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Tomando como punto de partida un hecho histórico de la Alemania Guillermina y ubicando la acción en los últimos años del siglo XIX, Martin Mosebach (1951, Frankfurt del Meno, Alemania) pergeña una fábula que es a la vez un retrato de época y de todos los tiempos, en tanto que saca a la palestra actuaciones universales del comportamiento humano. Éste es el mayor mérito de una novela que airea los entresijos de la mentalidad y la actuación del prototipo del estafador moderno, tan real en los años de aquel cambio de siglo como en la actualidad. El príncipe de la niebla, sobrenombre del protagonista Theodor Lerner, muestra los mecanismos más clásicos de hacer negocio a base de la especulación. Condensando en su nombre la esencia de su personaje –lerner significa en alemán aprendiz- Mosebach construye en el dueto de los principales protagonistas –la señora Hanhaus y Theodor Lerner- una relación maestra-alumno de la estafa. Ella, una mujer frívola de oscuro pasado, vividora a la caza y captura de cualquier negocio imaginable, consigue captar para sus fines al pupilo Lerner, un periodista ocasional cuya ingenuidad y ambición maneja a su placer. Así es como ambos se embarcarán en la aventura de hacerse con la propiedad de la Isla del Oso, un arrecife situado al norte de Noruega, con la expectativa de hacer allí negocio con el carbón y con lo que se pueda. Este objetivo sirve a Mosebach para sacar a la luz el funcionamiento de la actuación especulativa, que vende la piel del oso antes de cazarlo (nunca mejor dicho) y se sirve de los medios que sean necesarios utilizando a este fin la imagen de exotismo y el espíritu de aventura fomentado por las revistas y diarios de la época colonial: con la excusa encubridora de un rescate humanitario uno consigue la financiación de su viaje, aprovechando la laguna legal se apropia de una isla desconocida que supuestamente se encuentra en el camino, se inventa riquezas del subsuelo y una empresa explotadora para la que sabe atraer algunos capitales, mueve políticos a través de sobornos y relaciones y así sucesivamente. Los trazos básicos de la conducta de los personajes están diseñados con realismo y también está lograda la connivencia de la prensa en la creación de los tópicos que alimentan un imaginario de lo exótico, que es capaz de igualar el Sáhara con el Polo Norte. Ello queda bien retratado con claro ánimo crítico y humor sutil en una escena de circo en que una mujer de color culmina un espectáculo de nieve con osos polares incluidos. Sin embargo la novela muestra algunas carencias que, si bien en algunos casos pueden ser entendidas como una virtud al logrado servicio de la economía narrativa, en otros impide entender situaciones y relaciones entre los actores de la historia, lo cual repercute en la coherencia y la credibilidad y puede poner en entredicho la concesión al autor del Premio Georg Büchner 2007. Las razones del jurado, que adujo "esplendor estilístico“, son difícilmente comprobables en la traducción y hay en la crítica alemana quien opina lo contrario –para Sigrid Löffler, en una entrevista en la emisora Deutschlandradio el 5 de octubre del mismo año, su léxico es afectado, ampuloso y anticuado-. La historia se lee como un caso de tantos de suprema actualidad en el marco de la imperante Nueva Economía neoliberal, y la novela podría ser calificada como aguda crítica social si no fuera porque acaba con el encarcelamiento de alguno de los actores y el fracaso estrepitoso de la estafa, lo cual no casa con la expectativa que el autor ha ido creando, ni con la realidad.

De Mosebach, autor prolífico, que cultiva casi todos los géneros, se han publicado, además, en España, en el sello El Tercer Nombre, El temblor (2008) y La luna y la niña (2009).

© Anna Rossell

 

9 de diciembre de 2012

CORRESPONDENCIA XEC MARQUÈS - ANNA ROSSELL

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CARTA D'ANNA ROSSELL AL TEÒLEG I SALESIÀ XEC MARQUÈS (08-12-2012) /
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CARTA DE ANNA ROSSELL AL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS (08-12-2012)
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Al original catalán sigue su traducción al español 
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Català
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El Masnou, 08-12-2012
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Amb amics i amigues poetes, presentació del poemari de Martha Cecilia Cedeño Pérez (primera per l'esquerra) / Con amigos y amigas poetas, presentación del poemario de Martha Cecilia Cedeño Pérez (primera por la izquierda)
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Estimat Xec,

com m’ha agradat la teva última carta... També jo, en llegir la teva, imagino el que vindrà a continuació, tan gran és la sintonia.

Reprens el fil d’algun dels punts de la meva, quan feia referència al divorci entre l’escola i la societat i dius que et fa pensar “en una nova mena de noces que viu l’escola i la societat ... sobre tot les Universitats ...”. I escrius:

“El lema no és ‘eduquem el seu fill’, sinó ‘assegurem al vostre fill una formació que li assegurarà una bona feina i un bon sou’”.

Sí, els valors de l’educació de la persona com a ésser humà, en la seva dimensió social apte per a la convivència en el respecte i la justícia, han estat substituïts i destruïts per els de la formació en asèptics coneixements tècnic-buròcrates de la gestió i la aplicació d’unes actuacions al servei de l'individualisme, de la suposada supervivència immediata del/de la gestor/a que les aplica com un autòmata, sense cap mena de consciència crítica, sense demanar-se en cap moment les conseqüències del seu capteniment.

Una definició del concepte “educació” per part dels últims governs espanyols fa veure la diferència abismal de concepció ideològica de l’un i de l’altre:

Preámbulo de la LOE (2006): “Las sociedades actuales conceden gran
importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en la convicción
de que de ella dependen tanto el bienestar individual como el
colectivo. La educación es el medio más adecuado para construir su
personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su
propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad,
integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica.
Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo
tiempo, de renovar la cultura y el acervo de cono­cimientos y valores
que la sustentan, de extraer las máxi­mas posibilidades de sus fuentes
de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las
diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la
discri­minación, con el objetivo fundamental de lograr la nece­saria
cohesión social. Además, la educación es el medio más adecuado para
garantizar el ejercicio de la ciudada­nía democrática, responsable,
libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de
sociedades avanza­das, dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena
edu­cación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de
sus ciudadanos.”

Primer párrafo del Anteproyecto de la LOMCE (2012) (Ley Wert): “La
educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y
las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su
capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de
afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel
de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a
puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una
apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas
competitivas en el mercado global.”

No és que jo pensi que el govern socialista persegueix un model de societat gaire diferent que la que propugna el Partit Popular, però sí que  es veu una diferència important en la filosofia que transmet en el paper escrit i que deixa entreveure, si més no com a últim indicio, el respecte que li mereix al partit socialista el concepte “educació”.

I el més greu, com es fa clarament palès en el que dius tu en l’última carta, aquesta substitució de valors l’han assumits les institucions suposadament guiades per l’espiritualitat, com ho hauria de ser l’ “Université Catholique de l’Afrique de l’Ouest” que dius que en el seus programes de formació ofereix “management, politique internationale, commerce, informatique...”. I és que s’ha imposat de manera generalitzada que “prestigi” va lligat directament i exclusiva a aquests continguts que ofereix la Universitat Catòlica de l’Àfrica de l’Oest de Conakry, com tantes altres institucions, que no tenen la valentia ni la personalitat per oferir programes propis i fonamentats al marge de l’esnobisme. L’ultra-liberalisme-econòmic-mestre-del-món, com tu bé els saps batejar, s’ha imposat fa temps.

Però també és cert que les situacions extremes –les crisis-, si alguna cosa tenen de bo, és precisament que remouen les consciències. El moviment dels “Indignats” –el 15 M-, que va començar aquí a Espanya i es va anar estenent per Europa i fins als EEUU, va fer aflorar un corrent subterrani d’inconformistes, que han necessitat viure la condició extrema de la pèrdua de valors per sortir al carrer i organitzar-se. No és, com molta gent pensa, que abans no estiguessin disconformes amb el curs que prenia la societat i només s’hagin començat a moure quan els toca les pròpies butxaques, sinó que potser no sabien com fer-ho per emprendre una acció conjunta a la contra. Ara no se’n sent a parlar tant dels 15 M, però això no vol dir que no treballin, ben al contrari, aquell moviment ha donat un seguit d’associacions i una sensibilització que segueixen actives i potser ara molt més que no pas en el moment que va sorgir, perquè sense fer tant soroll fa més feina seriosa: la plataforma que treballa per impedir els desnonaments de tantes famílies va sorgir llavors. I aconsegueixen coses.

També dius:

“... una de les batalles, també malmenada, de l’Estat (o dels semblants a l’Estat) és polaritzar el debat sobre la confessionalitat de l’escola. El Rouco [Varela], escola confessional amb catequesis; l’Estat, escola pública laica i anticlerical”.
M’ha sorprès llegir aquesta associació que fas entre laïcisme i el suposat anticlericalisme de l’escola pública que dius que propugna l’Estat. En el context que ho escrius –parles del Rouco [Varela]- sembla que et vulguis referir a Espanya. I aquest no és el cas d’Espanya, perquè a Espanya aquesta diferenciació, si és que existeix tal com tu la planteges, no es pot atribuir a l’Estat, sinó a un partit polític, segons governi el Partit Socialista o el Partit Popular-Rouco [Varela]. Però feta aquesta apreciació, jo no crec pas que es pugui dir que el Partit Socialista hagi volgut fer una escola pública “anticlerical”, sinó només laica. D’altra banda, tenint en compte quina és l’alternativa de l’escola laica a Espanya –la del Rouco Varela-, crec que no podem desitjar sinó que sigui com més laica millor. Tu ho expresses molt bé amb les teves paraules: l’alternativa del Rouco és una escola “confessional amb catequesis”, es tracta d’una escola que no pretén educar, sinó ensinistrar, una escola que busca inculcar uns valors que només són pretesament espirituals però que no tenen res a veure amb l’espiritualitat, sinó que llauren i preparen el camí per consolidar l’estructura jeràrquica del poder inamovible de l’Església Catòlica Institucional. I aquest és el problema. Comparada amb la guerra i les influències que han desplegat i despleguen el Rouco i el seu seguici de mafiosos per imposar el seu model d’escola i de societat, la del pobre Partit dels Socialistes no ha estat res. Però aquesta guerra encara continua: ahir vaig escoltar la notícia que el ministre Wert ha eliminat l’assignatura (que havien introduït els socialistes) “Educació per a la ciutadania” i l’ha substituït per una altra on hi vol embolicar la religió estil franquista. I així anem... Fins quan ha de durar aquesta polèmica que ens retrotrau a situacions properes a la guerra civil? Qui l’alimenta?

Una de les reflexions que m’han agradat més de les que fas a la teva carta és aquesta:

“Em pregunto què s’ensenya en economia a l’escola. Sobretot als adolescents i als joves. Hi ha assignatures que tracten de la qüestió: s’ensenya l’economia liberal o es donen elements que fan comprendre als joves i adults de demà que hi ha molta trampa i opcions ideològiques? Tinc més por del sentit que es doni a aquesta matèria, que si s’ensenya confessió, religió, espiritualitat o transcendència”.
He volgut ressaltar amb negreta allò que em sembla més fonamental. Hi estic tant d’acord, que no ho sabria formular millor. I és que quan hi ha vivència de valors, els valors no cal donar-los com assignatura, es transmeten com qui diu “ben sols”, es transmeten amb cada gest, en cada rerefons dels continguts, fins i tot en les matèries tècniques s’hi reflecteixen, perquè no és el mateix desenvolupar una maquinaria pensant només en la producció, que dissenyar-la tenint en compte mecanismes de seguretat per protegir d’accidents la persona que la manipula. Tot en la vida està impregnat d’una filosofia de rerefons que marquen uns valors determinats (o la seva absència). Tu ho dius molt bé: “la primera gran mentida a desvetllar és que hi ha trencament entre l’ànima i les ciències”.

També m’ha semblat molt encertada aquesta idea teva d’una “nova separació de poders. L’escola és un poder, i com el poder judicial, necessita dels mitjans necessaris per mantenir la seva independència i definir clarament les seves opcions ... una mena de poder suprem educatiu ... “.

I segueixes:

“No acabo d’estar d’acord amb això dels impostos com a eina per a redistribuir la riquesa. Els impostos els gestionen els polítics. El que s’han de baixar són els salaris. Al Txad, fa vàries setmanes que els funcionaris són en vaga. Demanen que s’apliqui una decisió d’augment dels seus salaris. A RFI [Radio France Internationale], que proposava un debat, un txadià intervenia per a dir que no hi estava d’acord: pujaran els salaris, pujaran els impostos, i els que no som funcionaris pagarem la pujada”.
Certament, estic d’acord amb tu que el que s’han d’abaixar són els salaris. Però aquesta afirmació cal posar-la en un context adequat: s’han d’abaixar els salaris i els preus. No té sentit la idea del creixement il·limitat: on volem anar a parar? Cada vegada més consum? Més i més deixalles? Més i més ambició? Hem d’aprendre a viure molt més senzillament, amb molta més tranquil·litat, amb molt menys materialisme, amb més espiritualitat, amb més capacitat d’observació de l’entorn i de l’altre, amb més calma. Fora de context aquella afirmació és perillosa, perquè justifica la política actual de les retallades dels serveis socials més bàsics i elementals que estan aplicant els polítics a molts països d’Europa, sobre tot a Grècia, a Portugal i a Espanya, sense que aquests mateixos polítics que ho decideixen per a als ciutadans i ciutadanes del carrer es rebaixen ell@s mateix@s ni un euro del seu sou i segueixin cobrant oficialment (i de sotamà) primes desorbitades. Ell@s i els/les seus/ves sequaços, que en són una bona pila. Aquests sequaços (i ell@s) són els primers que evadeixen impostos, que obren comptes en paradisos fiscals i que protegeixen als seus amics de la màfia, no en tenen d’altres. I són aquests els que haurien de pagar més percentatge d’impostos. Això ha de ser així, fins i tot en una societat més humil, més espiritual i tranquil·la, perquè una societat igualitària absolutament és una utopia i serveis se’n necessiten en qualsevol societat, i aquests es construeixen a base d’impostos, no pot ser d’altra manera: els que més tenen han de contribuir en una mesura major.

I sí, l’escola ha d’alimentar l’ànima, i no només l’escola. Però l’escola ha de ser la font principal de l'aliment.
Una molt forta abraçada mentre espero la tornada,

Anna
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CARTA DE ANNA ROSSELL AL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS (08-12-2012). Traducción al español de Anna Rossell
El Masnou, 08-12-2012



Querido Xec,

cómo me ha gustado tu última carta... . También yo, al leer la tuya imagino lo que viene a continuación, tan grande es la sintonía.
 
Retomas el hilo de alguno de los puntos de la mía, cuando hacía referencia al divorcio entre la escuela y la sociedad y dices que te sugiere "una nueva especie de casamiento que viven la escuela y la sociedad ... sobre todo las Universidades ...". Y escribes:

"El lema no es 'educamos a su hijo', sino 'aseguramos a vuestro hijo una formación que le asegurará un buen trabajo y un buen sueldo". 

Sí, los valores de la educación de la persona como ser humano, en su dimensión social, apto para la convivencia en el respoeto y la justicia, han sido sustituidos y destruidos por los de la formación en asépticos conocimientos técnico-burócratas de la gestión y la aplicación de unas actuaciones al servicio del individualismo, de la supuesta supervivencia inmediata del /de la gestor/a que las aplica como un/a autómata, sin un ápice de conciencia crítica, sin preguntarse en ningún momento por las consecuencias de su comportamiento.

Una definición del concepto "educación" por parte de los últimos gobiernos españoles hace patente la diferencia abismal en la concepción ideológica de uno y otro:
Preámbulo de la LOE (2006): “Las sociedades actuales conceden gran
importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en la convicción
de que de ella dependen tanto el bienestar individual como el
colectivo. La educación es el medio más adecuado para construir su
personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su
propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad,
integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica.
Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo
tiempo, de renovar la cultura y el acervo de cono­cimientos y valores
que la sustentan, de extraer las máxi­mas posibilidades de sus fuentes
de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las
diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la
discri­minación, con el objetivo fundamental de lograr la nece­saria
cohesión social. Además, la educación es el medio más adecuado para
garantizar el ejercicio de la ciudada­nía democrática, responsable,
libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de
sociedades avanza­das, dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena
edu­cación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de
sus ciudadanos.”

Primer párrafo del Anteproyecto de la LOMCE (2012) (Ley Wert): “La
educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y
las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su
capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de
afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel
de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a
puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una
apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas
competitivas en el mercado global.”

No es que yo piense que el gobierno socialista persigue un modelo de sociedad muy distinta de la que propugna el Partido Popular, pero sí que se aprecia una diferencia importante en la filosofía que transmite sobre el papel escrito y que deja entrever, al menos como último indicio, el respeto que le merece al Partido Socialista el concepto "educación".
 
Y lo más grave, como se hace claramente patente en lo que dices tú en la última carta, esta substitución de valores la han asumido las instituciones supuestamente guiadas por la espiritualidad, como debería serlo la "Université Catholique de l'Afrique de l'Ouest" a la que te refieres cuando dices que en su programa de formación ofrece "management, politique internationale, commerce, informatique...”. Y es que se ha impuesto de modo generalizado que "prestigio" va de la mano directa y exclusivamente a aquellos contenidos que ofrece la Universidad Católica del África del Oeste de Conakry, como tantas otras instituciones que no tienen la valentía ni la personalidad para ofrecer programas propios y fundados al margen del esnobismo. El ultra-liberalismo-económico-maestro-del-mundo, como tú bien lo sabes bautizar, se ha impuesto hace tiempo.
 
Pero también es verdad que las situaciones extremas -las crisis-, si algo tienen de bueno, es precisamente que remueven las conciencias. El movimiento de los/las Indignad@s -el 15-M-, que empezó aquí en España y que se fue extendiendo por Europa y hasta los EEUU, hizo aflorar una corriente subterránea de inconformistas, que han necesitado vivir la condición extrema de la pérdida de valores para salir a la calle y organizarse. No es, como mucha gente piensa, que antes no estuvieran disconformes con el curso que tomaba la sociedad y hayan empezado a moverse sólo cuando les ha tocado al propio bolsillo, sino que quizá no sabían cómo hacerlo para emprender una acción conjunta a la contra. Ahora no se oye tanto hablar de l@s 15 M, pero esto no significa que no trabajen, al contrario, aquel movimiento ha dado una serie de asociaciones y una sensibilización que siguen siendo activas y quizá ahora mucho más que en el momento en que surgieron, porque sin hacer tanto ruido hace un trabajo serio: la plataforma que trabaja para imperdir los deshaucios de tantas familias surgió entonces. Y tienen logros en su haber.
 
También dices:
 
"... una de las batallas, también mal llevada, del Estado (o de los similares al Estado) es polarizar el debate sobre la confesionalidad de la escuela. Rouco [Varela], escuela confesional con catequesis; el Estado, escuela pública laica y anticlerical".
 
Me ha sorprendido leer esta asociación que haces entre laicismo y el supuesto anticlericalismo de la escuela pública que dices propugna el Estado. En el contexto en que lo escribes -hablas de Rouco [Varela]- parece que te refieras a España. Y éste no es el caso de España, porque en España esta diferenciación, si es que existe como tú la planteas, no se puede atribuir al Estado, sino a un partido político, según gobierne el Partido Socialista o el Partido Popular - Rouco [Varela]. Pero hecha esta apreciación, yo no creo en absoluto que pueda decirse que el Partido Socialista haya querido hacer una escuela pública "anticlerical", sino sencillamente laica. Por otro lado, teniendo en cuenta cuál es la alternativa de la escuela laica en España -la de Rouco Varela-, creo que no podemos desear sino que sea cuanto más laica mejor. Tú lo expresas muy bien con tus palabras: la alternativ de Rouco es una escuela que no pretende educar, sino adiestrar, una escuela que busca inculcar unos valores que sólo son pretendidamente espirituales pero que no tienen nada que ver con la espiritualidad, sino que labran y preparan el camino para consolidad la estructura jerárquica del poder inamovibele de la Iglesia Católica Institucional. Y éste es el problema. Comparada con la guerra y las influencias que han desplegado y desplegan Rouco y su séquito de mafiosos para imponer su modelo de escuela y de sociedad, la del pobre Partido de los Socialistas es pecata minuta. Pero esta guerra aún continúa: ayer escuché la noticia de que el ministro Wert ha eliminado la asignatura (que habían introducido los socialistas) "Educación para la ciudadanía" y la ha substituido por otra en la que quiere camuflar la religión estilo franquista. Y así vamos... ¿Hasta cuándo ha de durar esta polémica que nos retrotrae a situaciones próximas a la guerra civil? ¿Quién la alimenta?

Una de las reflexiones que me han gustado más de las que haces en tu carta es la siguiente:
 
"Me pregunto qué se enseña en economía en la escuela. Sobre todo a los adolescentes y a los jóvenes. Hay asignaturas que tratan de la cuestión: ¿se enseña la economía liberal o se dan elementos que hacen comprender a los jóvenes y adultos de mañana que hay mucha trampa y opciones ideológicas? Me da más miedo el sentido que se dé a esta materia, que si se enseña confesión, religión, espiritualidad o trascendencia".

He querido destacar con negrito lo que me parece más fundamental. Estoy tan de acuerdo contigo en esto, que no conseguiría formularlo mejor. Y es que cuando hay vivencia de valores, no es necesario dar los valores como asignatura, se transmiten "solos", por así decirlo, se transmiten con cada gesto, en cada trasfondo de los contenidos, incluso en las materias técnicas se reflejan los valores, porque no es lo mismo desarrollar una maquinaria pensando sólo en la producción, que diseñarla teniendo en cuenta mecanismos de seguridad para proteger de accidentes a la persona que la manipula. Todo en la vida está impregnado de una filosofía de trasfondo que marcan unos valores determinados (o su ausencia). Tú lo dices muy bien: "la primera gran falacia que hay que desenmascarar es que hay rompimiento entre el alma y las ciencias".
 
También me ha parecido muy acertada esta idea tuya de una "nueva separación de poderes. La escuela es un poder, y como el poder judicial, necesita los medios necesarios para matener su independencia y definir claramente sus opciones ... una especie de poder supremo educativo ...".

Y sigues:

"No estoy de acuerdo del todo en esto que dices de los impuestos como instrumento para redistribuir la riqueza. Los impuestos los gestionan los políticos. Lo que hay que bajar son los salarios. En Chad, hace varias semanas que los funcionarios hacen huelga. Piden que se aplique una decisión de aumento de sus salarios. En RFI [Radio France Internationale], que proponía un debate, un chadiano intervenía para decir que no estaba de acuerdo: subirán los salarios, subirán los impuestos, y los que no somos funcionarios pagaremos la subida".
Ciertamente, estoy de acuerdo contigo en que deben bajarse los salarios. Pero esta afirmación hay que ponerla en el contexto adecuado: hay que bajar los salarios y los precios. No tiene sentido la idea del crecimiento ilimitado: ¿a dónde queremos ir a parar? ¿Cada vez más consumo? ¿Más y más basura? ¿Más y más ambición? Debemos aprender a vivir mucho más sencillamente, con mayor tranquilidad, con mucho menos materialismo, con más espiritualidad, con mayor capacidad de observación del entorno y del prójimo, con más calma. Fuera de contexto aquella afirmació es peligrosa, porque justifica la política actual de los recortes de los servicios sociales más básicos y elementales que están aplicando l@s polític@s en muchos países de Europa, sobre todo en Grecia, Portugal y España@s, sin que est@s mism@s polític@s que lo deciden para los ciudadanos y ciudadanas de a pie se rebajen ell@s mism@s ni un euro de su sueldo y sigan cobrando oficialmente (y bajo mano) primas desorbitadas. Ell@s y sus secuaces, que son un montón. Est@s secuaces (y ell@s) son l@s primer@s que evaden impuestos, que abren cuentas en paraísos fiscales y que protejen a sus amig@s de la mafia, no tienen otr@s. Y son ést@s los que deberían pagar más porcentaje de impuestos. Esto debe ser así, incluso en una sociedad más humilde, más espiritual y tranquila, porque una sociedad igualitaria absolutamente es una utopía y cualquier sociedad necesita servicios, que sólo pueden construirse a base de impuestos, no puede ser de otra forma: l@s que más tienen deben contribuir en una medida mayor.

Y sí, la escuela debe alimentar el alma, y no sólo la escuela. Pero la escuela debe ser la fuente principal de alimento.

Un abrazo muy fuerte mientras espero tu respuesta,

Anna

 

21 de noviembre de 2012

CORRESPONDENCIA XEC MARQUÈS-ANNA ROSSELL

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CARTA DEL TEÒLEG I SALESIÀ XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (20-11-2012)
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (20-11-2012)
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Al original catalán sigue su traducción al español
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Conakry, 20 de novembre 2012
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Xec Marquès fent una cura a una nena del seu barri (2007)/ Xec Marquès haciendo una cura a una niña de su barrio (2007)
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Bon migdia,
escric desprès d’haver passat pel cíber, fer algunes compres tornant a casa i estar amb els nois i noia (avui son 10 en total) del programa de reinserció. Després cuinaré una mica d’arròs i el menjarem amb una salsa de carn a la pastanaga oferta per una bona parroquiana fa alguns dies i conservada segons els standards UE.
Passant de paràgraf en paràgraf de la teva darrera carta més que mai he sentit un fil de reflexió que continuava. Acabant un paràgraf imaginava el següent i el que llegia corresponia molt al que estava pensant.

El divorci del que parles en la teva carta entre l’escola i la societat em fa pensar en una nova mena de noces que viu l’escola i la societat. Ho sento en el nombre d’escoles privades (sobretot Universitats) que hi ha a Conakry. El lema no és “eduquem el seu fill” sinó “assegurem al vostre fill una formació que li assegurarà una bona feina i un bon sou”. Veig el programa que La “Université Catholique de l’Afrique de l’Ouest” en la seva unitat de Conakry ofereix: “management, politique internationale, commerce, informatique.....” i així són moltes i moltes de les Universitats privades; el món és dominat pel capitalisme, noltros formem els “managers” de l’única màquina capaç de fer diners. No hi ha valors, hi ha eficàcia i resultats estandarditzats per l’ultra-liberalisme-econòmic-mestre-del-món.
Al mateix temps veig una escola que continua reproduint l’ aprenentatge de lliçons i transmissió de continguts per obtenir el diploma que doni accés a la formació superior, porta oberta als somnis de feina ben pagada.

Potser l’Adams [la nena guineana que ja coneixes, que ha vingut a Barcelona per operar-se dels ulls] no ho sabrà formular, però un dels terrenys on la distància és abismal entre “occident” i l’Àfrica es manifesta en la distància entre l’escola [salesiana] de Mataró [(Barcelona)] i l’escola que l’Adams coneix aquí a Conakry. No només el mitjans, les condicions, els continguts, la manera, la relació....
Una de les batalles del Rouco [Varela] (una bona causa pot esdevenir dolenta si el general que comanda no en té idea) és  la possibilitat i la capacitat de l’Església d’oferir formació i educació en escoles que li són pròpies. I una de les batalles, també malmenada, de l’Estat (o dels semblants a l’Estat) és polaritzar el debat sobre la confessionalitat de l’escola. El Rouco, escola confessional amb catequesis; l’Estat, escola pública laica i anticlerical.

Em pregunto què s’ensenya en economia a l’escola. Sobretot als adolescents i als joves. Hi ha assignatures que tracten de la qüestió: s’ensenya l’economia liberal o es donen elements que fan comprendre als joves i adults de demà que hi ha molta trampa i opcions ideològiques? Tinc més por del sentit que es doni aquesta matèria que si s’ensenya confessió, religió, espiritualitat o transcendència.
Tolvegada per fer avançar la democràcia s’ha d’instal·lar una nova separació de poders. L’escola és un poder i com el poder judicial, necessita dels mitjans necessaris per mantenir la seva independència i definir clarament les seves opcions. I de la mateixa manera que el poder suprem judicial pot aturar un govern, una mena de poder suprem educatiu hauria de gaudir de la mateixa força.

M’assegures que les persones existeixen. La raça dels educadors no s’ha acabat, estic d’acord. Idò, educadors del món uniu-vos i el món canviarà. I no demanaré a tots els educadors el vot de pobresa però el primer serà que els educadors visquin, siguin feliços i es realitzin pels valors espirituals.

Cambio de tercio.
El luxe, la luxúria, són sempre el preu de la venta de la pròpia ànima. I ja fa prou temps que l’agència de “Côtation” (Mody’s) la catalogada triple X. Sense ànima no hi ha esperit. L’escola, idò, deu alimentar l’anima.

Tinc la impressió que la primera gran mentida a desvetllar és que hi ha trencament entre l’ànima i les ciències. Gent com tu, i tants d’altres, sou testimoni que l’ànima no és una qüestió de sagristia i de capelles. L’ànima és la llibertat de la persona fent silenci dels sorolls que la destorben.
No acabo d’estar d’acord amb això dels impostos com a eina per a redistribuir la riquesa. Els impostos els gestionen els polítics. El que s’han de baixar són els salaris. Al Txad, fa vàries setmanes que els funcionaris són en vaga. Demanen que s’apliqui una decisió d’augment dels seus salaris. A RFI [Radio France Internationale], que proposava un debat, un txadià intervenia per a dir que no hi estava d’acord: pujaran els salaris, pujaran els impostos, i els que no som funcionaris pagarem la pujada.

Sí és veritat que s’ha de fer créixer l’esperit. Perquè algú convençut de fer una feina per el bé de la humanitat necessita un salari cinc vegades més gran que qualsevol obrer; perquè un polític que treballa per a la nació necessita que la seva dedicació sigui compensada per un salari que no té res a veure amb el del ciutadà mitjà. Per què un gestor de fons d’estalvi ha de guanyar 100 vegades més que el que han pogut estalviar els dipositaris durant molts anys ?
Si algú s’ha fet extremament ric i no ha fet trampes identificables per el poder judicial, no hi ha altra eina que convertir-lo i, com el Zachée de l’evangeli, fer-li dir: “al qui he robat li donaré quatre vegades més i al qui he fet mal el prendré sobre les meves espatlles”, o redactar no sé quina llei (i els mecanismes de lluita contra les trampes) i inscriure’l a una escola en la que aprengui a viure sense gastar mil euros per setmana.

Tolvegada una mica desordenat, però t’espero per a continuar a posar fil a l’agulla.
Xec
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (20-11-2012)
-Traducción al español de Anna Rossell-

Conakry, 20-11-2012
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Buen mediodía,
escribo después de pasar por el cíber, hacer algunas compras de regreso a casa y estar con los chicos y la chica (hoy son 10 en total) del programa de reinserción. Después herviré algo de arroz y lo comeremos con una salsa de carne y zanahoria ofrecxida por una buena parroquiana hace algunos días y conservada según los estándares UE.
Leyendo de párrafo en párrafo tu última carta más que nunca he sentido un hilo de reflexión que continuaba. Al acabar un párrafo imaginaba el siguiente y lo que leía correspondía mucho con lo que estaba pensando.
El divorcio del que hablas en tu carta entre la escuela y la sociedad me hace pensar en una nueva especie de casamiento que vive la escuela y la sociedad. Lo siento en el número de escuelas privadas (sobre todo Universidades) que hay en Conakry. El lema no es "educamos a su hijo", sinó "aseguramos a su hijo una formación que le asegurará un buen trabajo y un buen sueldo". Veo el programa que ofrece la "Universidad Católica de África del Oeste" ("Université Catholique de l'Afrique de l'Ouest") en su delegación de Conakry: "management, politique internationale, commerce, informatique...", y así tantas y tantas Universidades privadas; el mundo está dominado por el capitalismo, nosotros formamos los "managers" de la única máquina capaz de hacer dinero. No hay valores, hay eficacia y resultados estandarizados por el ultra-liberalismo-económico-maestro-del-mundo. 
Al mismo tiempo veo una escuela que continúa reproduciendo el aprendizaje de lecciones y la transmisión de contenidos para obtener el diploma que dé acceso a la formación superior, puerta abierta a los sueños de trabajo bien pagado.
Quizás Adams [la niña guineana de quien ya sabes, que ha venido a Barcelona para someterse a operación de ojos] no lo sabrá formular, pero uno de los terrenos en que la distancia es más abismal entre "occidente y África se manifiesta en la distancia entre la escuela [salesiana] de Mataró [(Barcelona)] y la escuela que Adams conoce aquí en Conakry. No sólo los medios, las condiciones, los contenidos, la manera, la relación...

Una de las batallas de Rouco [Varela] (una buena causa puede convertirse en mala si el general que la dirige no tiene ni idea) es la posibilidad y la capacidad de la Iglesia de ofrecer formación y educación en escuelas que le son propias. Y una de las batallas, también mal dirigida, del Estado (o similares al Estado) es polarizar el debate sobre la confesionalidad de la escuela. Ruco, escuela confesional con catequesis; el Estado, escuela pública laica y anticlerical.
Me pregunto qué se ensenya en economia en la escuela. Sobre todo a los adolescentes y a los jóvenes. Hay asignaturas que tratan de la cuestión: se enseña la economía liberal o se dan elementos que hacen comprender a los jóvenes y adultos de mañana que hay mucha trampa y opciones ideológicas? Temo más al sentido que se pueda dar a esta materia que a si se enseña o no confesión, religión, espiritualidad o trascendencia.

Quizás para hacer avanzar la democracia habría que instalar una nueva separación de poderes. La escuelaa es un poder como el poder judicial, necesita los medios necesarios para mantener su independencia y definir claramente sus opciones. Y del mismo modo que el poder supremo judicial puede frenar a un gobierno, un poder supremo educativo debería gozar de la misma fuerza.

Me aseguras que las personas existen. La raza de los educadores no se ha extinguido, estamos de acuerdo. Así pues, educadores del mundo uníos y el mundo cambiará. Y no pediré a todos los educadores el voto de pobreza, pero lo primero deberá ser que los educadores vivan, sean felices y se realicen por los valores espirituales.


Cambio de tercio.

El lujo, la lujuria, son siempre el precio de venta de la propia alma. Y ya hace mucho tiempo que [existe] la agencia de "Côtation" (Mody's) la catalogada triple X. Sin alma no hay espíritu. Así pues la escuela debe alimentar el alma.

Tengo la impresión de que la primera gran mentira que hay que combatir es la afirmación de que las ciencias y el alma se excluyen. Gente como tú, y tanta otra, sois testimonio de que el alma no es cuestión de sacristía ni de capillas. El alma es la libertad de la persona que acalla los ruidos que pretenden impedirla.
 
No estoy del todo de acuerdo en lo que dices de los impuestos como herramienta para redistribuir la riqueza. Los impuestos los gestionan los políticos. Lo que hay que bajar son los salarios. En Chad, hace varias semanas que los funcionarios hacen huelga. Piden que se aplique una decisión del aumento de los salarios. En RFI [Radio France Internationale], que proponía un debate, un chadiano intervenía para decir que él no estaba de acuerdo: subirán los salarios, subirán los impuestos y quienes no somos funcionarios pagamemos la subida.
Sí es verdad que debemos hacer crecer el espíritu. ¿Por qué alguien que está convencido de hacer un trabajo por el bien de la humanida necesita un salario cinco veces más alto que el de cualquier obrero?, ¿por qué un político que trabaja para la nación necesita que su dedicación sea compensada con un salario que no tiene nada que ver con el del ciudadano medio? ¿Por qué un gestor de fondos de ahorro ha de ganar 100 veces más de lo que han podido ahorrar los dipositarios durante muchos años?

Si alguien se ha hecho inmensamente rico y no ha hecho trampas identificables por el poder judicial, no hay otra solución que convertirlo, como Zachée del evangelio, hacerle decir: "a aquél a quien he robado le daré cuatro veces más y a aquél a quien he hecho daño lo cargaré sobre mis espaldas", o redactar no sé qué ley (y los mecanismos de lucha contra las trampas) e inscribirlo en una escuela en la que aprenda a vivir sin gastar mil euros por semana.

Quizá he escrito desordenadamente, pero te espero para continuar y proseguir.

Xec 

15 de noviembre de 2012

ENTRE LA NOVELA Y LA HISTORIA

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Stella Manaut, Enamorada de un cura comunista.
Desde Alfonso XIII al exilio mexicano,
pasando por la URSS y los Niños de la Guerra

Carena Editors S.L., Valencia, 2012, 214 págs.
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por Anna Rossell
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Siempre es un gozo contar con una obra de la que podemos decir que contribuye a mantener viva nuestra memoria histórica, pues los acontecimientos traumáticos de una sociedad exigen un proceso de duelo y de digestión que raras veces se hace como se debiera, precisamente cuando las partes implicadas o sus descendientes directos viven aún y remover el pasado supone para ellas enfrentarse a sentimientos de dolor o de culpa. Sin embargo enfrentarse a los hechos, conocerlos y, sobre todo, reconocerlos es un ejercicio conveniente de catarsis para los antiguos frentes, una necesidad que hace posible el análisis de los errores que condujeron a aquellas situaciones críticas y con ello hace también posible evitar caer de nuevo en ellos, hace posible la reconciliación, al tiempo que lega a las generaciones jóvenes el conocimiento más sereno y objetivo de los hechos.
Por este motivo cumple dar la bienvenida a un libro como el que hoy tengo el gusto de presentarles, la novela que Stella Manaut ha construido basada en hechos y personajes reales, como ella dice “un reconocimiento hacia aquellas mujeres luchadoras que, en una etapa tan difícil de la historia de España como es la de los primeros años del siglo XX, fueron capaces de defender sus derechos, estudiar y amar en libertad”. 
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Enamorada de un cura comunista. Desde Alfonso XIII al exilio mexicano, pasando por la URSS y los Niños de la Guerra, como reza el título, recoge la historia de España desde principios del siglo XX, aquellos años en que empezó a forjarse la España actual. El título y, sobre todo, el subtítulo anuncian ya los momentos en los que la autora hace hincapié. Así la novela nos ofrece una amplia panorámica de la convulsa historia española más reciente: con mirada retrospectiva hacia la Primera República, la Dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República, el golpe franquista, la Guerra Civil, el envío de niños de familias republicanas a la Unión Soviética, el exilio de los vencidos, el regreso…
Como la propia autora nos informa en el epílogo, la mayor parte de los personajes de la novela son reales –llevan su propio nombre y apellido- y lo son también en lo esencial los hechos narrados. Stella Manaut los conoce bien, a unos y a otros. Porque Manaut glosa en la novela el devenir de una mujer de su familia, una tía suya, por la que la narradora profesa claramente una profunda admiración. Con empatía evidente y el conocimiento que su tía y su propia madre le dejaron de los acontecimientos Stella Manaut construye un edificio ficticio en el que hará encajar la realidad histórica:
Josefina Roca –que así se llama la protagonista-, interna en un geriátrico de un pueblo catalán que sabe su última morada, es consciente de que ha vivido cuanto hubiera de vivir y de que lo ha hecho intensamente. A su avanzada edad y en la soledad de su internamiento en hogar de ancianos lo único que la aferra aún a la vida son sus recuerdos, los sucesos que la marcaron y la sostienen, acontecimientos de unos tiempos difíciles y convulsos que reclamaban de sus protagonistas –mucho más aún si eran mujeres- un posicionamiento claro y exigían definición y madurez. Así Josefina deja de ser una única mujer para pasar a ser un prototipo determinado de mujer de su tiempo: aquella a la que tocó abrir el camino en la lucha de la mujer por sus derechos, unos derechos de los que ella sabía que conllevaban deberes y responsabilidades y que nunca los rehuyó. Por lo mismo esta novela no es únicamente un homenaje a una excepcional mujer, sino a todas las mujeres que, como ella y con ella, asumieron en España la ardua tarea de abordar su vida como ciudadanas de pleno derecho cuando la historia les ofreció un resquicio para intentarlo.
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El armazón de la novela parte de esta situación en el geriátrico y de la soledad de Josefina Roca que la lleva a rememorar su vida. La motivación para ello se la brinda la idea de escribir sus recuerdos en una libreta de notas que más tarde alguien pueda encontrar y publicar. Éste es el marco ficticio de la narración.
Así la novela está escrita teniendo en cuenta a un supuesto futuro lector, al que Josefina se dirige de vez en cuando; todo ello condiciona y marca el estilo narrativo, que alterna diferentes registros: la descripción de los sucesos históricos con carácter de crónica “objetiva” con el relato de la vida personal de la protagonista en los momentos históricos concretos y con los comentarios y reflexiones que Josefina aporta desde la actualidad de su escritura, que la autora marca con letra cursiva para distinguir los dos tiempos: el pasado y el presente, y en los que se invoca y se involucra directamente al lector.
La autora opta con decisión por mantener estos registros bien separados probablemente porque su intención es también documental y quiere darle a su obra el sello inconfundible de documento: la novela no está escrita en un único registro en que los hechos históricos pudieran desprenderse indirectamente de la vida de los personajes, sino que Manaut decide describir, aparte, primero el marco histórico, como tal, antes de pasar a continuación a glosar cada momento concreto de la vida de la protagonista, como si necesitara de este marco aclaratorio para que se comprendan en toda su profunda dimensión los retazos vitales de los personajes que el lector habrá de situar mejor después, como si no quisiera perder nunca de vista la importancia que las situaciones socio-políticas tienen para la cotidianidad de los individuos, en su devenir y en su destino. Ello se hace patente a través de lo que se desprende de los títulos de los capítulos, que rezan, por ejemplo: Breve resumen de la Revolución Rusa. Primera parte, al que siguen los títulos Mi vida en la URSS, Breve resumen de la Revolución Rusa. Segunda parte y, a continuación, ¡Por fin llega el permiso para viajar! Me voy a la “Casa nº 5”. Llego a París. Y así sucesivamente.
Esta voluntad de cronista, la de escribir un documento histórico -dirigido tanto a quienes lo protagonizaron como a las generaciones futuras a las que la autora desea dejar un legado- queda subrayada también por el hecho de que Stella Manaut escribe un epílogo en el que nos aclara el cómo y el por qué de la novela y cuyos epígrafes evidencian esta intención. Estos epígrafes son: La verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. Devenir de los principales personajes. Familia de Manaut en México y Hablemos, ahora de los demás personajes reales. A esto la autora añade alguna bibliografía –una página- de la que ella ha echado mano para documentarse. Sin embargo se echan en falta obras de historia española de todas las etapas de que trata la novela, que Manaut a buen seguro ha utilizado como fuente. Y es de debido cumplimiento su inclusión en una futura segunda edición, pues conviene por razones de rigor de la publicación por una parte y de utilidad al lector, por otra, ya que quien lea esta novela de Stella Manaut habrá de interesarse no sólo por la literatura, sino por la historia de la España de este período. El libro capta al lector por los dos aspectos: el literario y el histórico y suscita avidez de saber más de esta etapa, de la que lamentablemente poco se enseña en nuestras escuelas y que es un deber rescatar del olvido.

© Anna Rossell

REESCRIBIR LA BIBLIA

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Thomas Mann, La Llei,
Trad. de Josep Murgades Barceló,
L’Accent, Girona, 2012, 124 págs.
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por Anna Rossell
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Todo un reto el encargo que asumió Thomas Mann (Lübeck, 1875-Zürich, 1955) en 1942, cuando se le propuso participar en la elaboración de un libro que tendría por título: Diez relatos sobre la guerra de Hitler contra la ley moral. Concebida en 1943, esta novela corta, con la que Mann participó en el proyecto, reescribe el texto bíblico del Pentateuco adaptándolo a las necesidades históricas del momento y dirigiéndolo a un lector universal, con independencia de su credo, incorporando asimismo al agnóstico y al ateo, en unos años en los que el anuncio nietzscheano de la muerte de Dios se veía confirmado por las atrocidades y la guerra nacionalsocialistas. Entendidas éstas como una arremetida frontal contra la ley moral mosaica, el autor aborda la ardua tarea de trabajar literariamente con espíritu pragmático la utilidad de los principios básicos de la convivencia humana a partir de la ley de Moisés. Mann, que había profundizado en la Biblia para la tetralogía José y sus hermanos, comenzada en 1926 y acabada en 1943, utiliza sus conocimientos en un soberano ejercicio de intertextualidad –bíblica y nietzscheana-, en el que elabora su discurso jugando con el original, añadiendo, quitando, matizando o trasponiendo, para -contrariamente a Nietzsche en su Genealogía de la moral- marcar un norte de moralidad ecuménica, reconstruyendo a su manera la génesis de los Diez Mandamientos.
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Para lograr la universalización y actualización del texto, Mann se permite licencias que únicamente le son dadas al escritor de ficción y emplea técnicas de extrañamiento que más tarde aplicaría Brecht en su teatro épico, de modo que el texto resulta al mismo tiempo conocido y sorprendente: el narrador omnisciente de Mann desprovee su relato de lo milagroso difícilmente creíble para el lector ilustrado del siglo XX: no le hace recibir a Moisés su decálogo directamente de Dios, cambia alguna relación de parentesco con respecto al original bíblico, atribuye a causas naturales y climáticas los milagros de la separación de las aguas del Mar Rojo y del maná, ironiza con el personaje de Moisés, añade anécdotas o traslada al contenido del Pentateuco algún mandamiento del Libro de los Proverbios. A la intención universalizadora contribuye también el hecho de que el autor alemán hace inventar a su protagonista un sistema de signos con los cuales, según afirma el narrador, se pueden escribir los Diez Mandamientos en todas las lenguas.
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El relato está concebido como antítesis de la regresión moral a la que había conducido el nacionalsocialismo, que, aplicando la consigna de la pureza de raza y la ley del más fuerte, había infringido la moralidad básica de la tradición judeo-cristiana. El texto está salpicado de claras alusiones al terror y a la guerra nacionalsocialistas, como cuando habla de “la marronosa gentada” (esp. “el pardo gentío”) para evocar a las SS o cuando, en la conclusión, se pronuncia una maldición contra todo aquél que lleve al pueblo a conculcar la moralidad humana, en clara referencia a Hitler, como el propio autor reconoce en una carta a Alexander Moritz Frey del 14 de mayo de 1945. Asimismo, y en calculada contraposición al ensalzamiento nazi del racismo, Mann insiste en la ascendencia mestiza de Moisés y desautoriza la aspiración nacionalsocialista recordando que es precisamente un mestizo quien sienta las bases para una Ley unificadora de las tribus hebreas en un pueblo y transformar el caos en armoniosa convivencia. Distanciándose del utópico pacifismo y fiel en esto al relato bíblico, la novela no elude la relación entre moralidad y violencia, que asume como humanamente inevitable, si bien hace recaer los asuntos bélicos en el personaje del joven Josué, liberando así de este rasgo a Moisés.
En el juicio al negacionista del holocausto Ernst Zündel, al anunciar la sentencia condenatoria, el juez leyó la maldición arriba mencionada, con que Mann termina su relato. Un elogio a la traducción de Josep Murgades, que sabe encontrar –no es tarea fácil- un registro léxico catalán adecuado al que acuña el autor alemán en el original.

© Anna Rossell

DESENMASCARAR LA CONSCIENCIA

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Ödön von Horváth, El eterno pequeñoburgués. Novela edificante en tres partes.
Trad. de Isabel García Adánez,
Marbot Ediciones, Barcelona, 2012, 218 págs.
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por Anna Rossell
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Un acierto la publicación de esta novela de Ödön von Horváth (Fiume –hoy Rijeka-, 1901/París, 1938), autor austrohúngaro de expresión alemana. Sobre todo porque es la pieza que le faltaba al lector español para disponer al completo de lo que nació como una trilogía, de la que El eterno pequeñoburgués, que vio la luz en 1930, es el primer volumen –el sello Espasa había publicado en 2001 y 2002 los otros dos: Juventud sin Dios y Un hijo de nuestro tiempo-. Horváth, que se dio a conocer en los años veinte del siglo pasado como prolífico dramaturgo, dejó sólo cuatro novelas, escritas en los últimos años de su vida, y nos legó con ellas en clave de ficción un documento del ascenso del nacionalsocialismo al poder.
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Horváth nunca se afilió a ningún partido político, pero simpatizaba con la izquierda y supo reconocer como pocos los síntomas sociales que propiciaron el caldo de cultivo en el que iba fraguando el nazismo. Él, que había cursado en Múnich estudios en sicología, literatura, teatro y arte, supo captar la sicología de la desclasada clase media emergente, que con su actitud haría posible el proyecto de Hitler. La obra de Horváth, en su conjunto, es una afilada crítica político-social de su tiempo a través de un amplísimo abanico de representantes de la pequeña burguesía. Sus personajes son individuos alienados, casi siempre pobres diablos sin conciencia ellos y seres indefensos ellas, atrapados bajo la opresora mano patriarcal a la que no consiguen sustraerse y a la que a menudo hacen el juego. Horváth, que conocía la obra Die AngestelltenLos asalariados-, del sociólogo Siegfried Kracauer, se propuso retratar a través de sus protagonistas con ojo experto y aguda observación sicológica una sociedad en la que podía medrar y medró cualquier política. A este fin adaptó un subgénero teatral ya existente, especialmente útil a su intención, el Volksstück –pieza de tendencia trivial y gusto popular con protagonistas de raigambre popular-, que él subvirtió, poniendo en boca de sus figuras lo que denominó el Bildungsjargon, una jerga pseudocultivada para desenmascarar la verdadera conciencia de los personajes. Nada de esto se echa en falta en El eterno pequeñoburgués. Ya el título es programático en su intención caracterizadora de un prototipo y el subtítulo, Novela edificante en tres partes, anuncia el registro irónicamente punzante y caricaturesco. Las que en principio estaban concebidas como tres historias independientes –la del señor Kobler, la de la señorita Pollinger y la del señor Reithofer- se nos presentan unidas en una para ofrecer al lector un espectro matizado de caracteres y subrayar el ademán generalizador. Se pierden en la traducción -como bien señala Isabel García en la introducción- las connotaciones que sugiere el sociolecto en que Horváth hacía hablar a sus personajes –elemento también esencial del Volksstück- y la que contiene la palabra alemana Spießer del título original –Der ewige Spießer-, que alude a una actitud más que a una clase social y que en español pudiera recoger mejor el término filisteo, pero la novela sigue conservando su fuerza y su voluntad de ácida delación. Horváth construye su crónica, que transcurre en 1929, principalmente sobre estos tres caracteres: el bobo y egoísta Kobler, vendedor de coches usados, estafador nato y arribista, que viaja a la exposición universal de Barcelona a la caza de alguna millonaria que lo mantenga, su amiga Pollinger, modista, que siguiendo su consejo se vuelve práctica y se hace prostituta, y el señor Reithofer, quien en un arranque de filantropía la devuelve a la vida honrada consiguiéndole por amiguismo un trabajo de costurera. La novela está escrita en un registro extremadamente hilarante de denuncia, los personajes, de trazo caricaturesco, son con todo a buen seguro más realistas de lo que a primera vista pudieran parecer. Del teatro del autor, que en España llegó a algunos escenarios en los ochenta, se han traducido Historias de los bosques de Viena. El divorcio de Fígaro (Cátedra, 2008), en español, y, en catalán, Amor, fe, esperança (Arola, 2007).

 © Anna Rossell

LITERATURA COMO RESISTENCIA

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por Anna Rossell 
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Antonio G. Iturbe, La bibliotecaria de Auschwitz,
Planeta, Barcelona, 2012, 481 págs.
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Se ha escrito mucho sobre el genocidio nazi, la temática ha cristalizado en todo tipo de géneros y registros y la han tratado víctimas directas e indirectas o simplemente autores interesados. Sin embargo no puede decirse que se haya escrito demasiado. Nunca es demasiado cuando los hechos narrados son históricos y reclaman conocimiento y memoria, nunca es demasiado cuando lo que se narra aporta contenidos nuevos, nunca es demasiado si contribuye a difundir lo que cumple divulgar con urgencia para la prevención. Porque Antonio G. Iturbe (Zaragoza, 1967) consigue en su novela, históricamente muy bien documentada, La bibliotecaria de Auschwitz, un texto ameno -a pesar de la dureza de lo narrado-, que reproduce en la ficción una historia real, apta para la lectura de adolescentes y adultos.
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A partir de un dato que le proporcionó Alberto Manguel en La biblioteca de noche: la excepcional existencia en Auschwitz de un Campo Familiar -escaparate para la propaganda internacional-, al que los nazis trataban con menor crueldad, Iturbe reconstruye la historia del horror de aquel campo de exterminio, centrando la atención en el Bloque 31 donde vivieron quinientos niños, y en su biblioteca clandestina de ocho libros a cargo de la niña de nueve años, sobre quien recae el protagonismo: Edita Adlerova –Dita-. La narración, en tercera persona, acerca sin embargo la perspectiva a la mirada de la muchacha al focalizarse la trama en Dita, lo cual facilita la empatía, sin caer en ningún momento en la sensiblería. Al contrario, Iturbe sabe describir la ignominia con toda su crudeza pero sin morbosidad y nunca sucumbe al maniqueísmo. La historia, que arranca en el Auschwitz de 1944 y acaba poco después del final de la guerra, cuando Dita ha cumplido dieciséis años, da cuenta del calvario de una familia judía desde la entrada de los nazis en Praga hasta su derrota en 1945. Recorremos con Dita, en retrospectiva, el camino de Praga al gueto de Terezín y de allí a Auschwitz, donde trascurre el grueso de la acción, hasta que es deportada a Bergen-Belsen. En esta trayectoria sabremos del hambre, del miedo, de la enfermedad, de la desesperación, de la tortura, de la muerte, pero también de la resistencia, del amor, de la ternura, la amistad, la solidaridad y la esperanza. Un recorrido que rinde homenaje a la literatura como tabla de salvación de la humanidad, como algunas víctimas han atestiguado (Ruth Klüger, Seguir viviendo).
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Sabido es desde hace mucho que los límites entre realidad y ficción son a menudo difíciles de definir y que la verdad histórica se reconstruye y se refleja con frecuencia mejor en un relato ficticio que en una crónica. Éste es el caso de la novela de Iturbe, que logra albergar en sus páginas los variados y algunas veces sorprendentes matices de la vida en Auschwitz-Birkenau, un lugar donde, a pesar de ser símbolo del mayor horror del siglo XX, sigue siendo increíblemente posible el gesto humanitario.
Iturbe tiene una intención claramente documental que quiere dejar patente conservando los nombres de la mayoría de las figuras que intervienen, todas ellas reales –cambia únicamente el nombre o el apellido de algunos protagonistas-. El autor subraya esta intención añadiendo al final un “Epílogo” en el que explica cómo siguió en la realidad la vida de Dita, una “Etapa Final” en la que da cuenta del camino que recorrió la documentación de la novela y de su relación después con la verdadera Dita, a quien localizó en Israel, una “Bibliografía Principal Consultada” y un “Anexo” en el que se informa al lector sobre el devenir de algunos de los personajes –víctimas y verdugos, aunque predominan estos últimos-: Rudi Rosenberg, Elisabeth Volkenrath, Rudolf Höss, Adolf Eichmann, Petr Ginz, David Schmulewski, Siegfried Lederer, Hans Schwarzhuber, Josef Mengele, Seppl Lichtenstern y Margit Barnai. Una novela muy recomendable de un autor que lleva veinte años dedicado al periodismo cultural.
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© Anna Rossell

LA RAZÓN PERSONAL, ÚLTIMA INSTANCIA DE LA MORALIDAD

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Bernhard Schlink, Mentiras de verano
Trad. Txaro Santoro
Anagrama, Barcelona, 2012, 258 págs.
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por Anna Rossell
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 Después de la famosísima novela El lector, que catapultó a Bernhard Schlink a la fama –traducida a 39 lenguas, fue el primer libro alemán que encabezó los más vendidos en la lista del New York Times-, cualquier nueva publicación del autor es esperada con impaciencia y hasta acogida con exagerada generosidad. Es difícil superar o incluso igualar el logradísimo equilibrio entre la acertada selección de ingredientes que reunía El lector: polémico por excelencia, sobre todo en su país, por poner el tema del nacionalsocialismo una vez más en la palestra bajo una óptica osada y renovada, el arte de saberlo prolongar planteándolo en su vertiente filosófica universal, una buena dosis de suspense en el desarrollo y la habilidad para suscitar una porción de mórbido interés a través de la relación sentimental entre sus protagonistas, un joven alumno de instituto y una mujer madura. Mentiras de verano, publicado en Alemania en 2010, que desde abril cuenta ya con la segunda edición en España, no ha sido concebido con la ambición de la novela, ni tan siquiera con la algo más modesta de la serie del inspector Selb del mismo autor, de la que el lector hispanohablante puede gozar también en lengua española. El acertado título parece querer no llevar a nadie a engaño, anuncia la intención de una serie de textos sin desmesuradas pretensiones, de fácil lectura y temática desenfadada, ideal como entretenimiento de verano. Y cumple con este objetivo esta colección de siete cuentos, que, con todo, sigue teniendo el sello filosófico que caracteriza todos los escritos de su autor, que tampoco ahora renuncia a plantearse preguntas y a confrontar a sus lectores con la complejidad del comportamiento humano.
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Bernhard Schlink (1944, Großdornberg –Alemania-), parece querer compensar en la ficción literaria el espinoso realismo de la práctica de su profesión de juez, pues todas sus obras giran en torno a la dicotomía ley versus justicia como dos planos diferentes condenados a no coincidir. Y si bien el autor pretende plantear el tema de modo imparcial y lanzar al aire la pregunta sin arriesgar una respuesta, se insinúa claramente la tesis de que la injusticia es inherente a cualquier sentencia.  Así tanto en la serie policíaca de Selb como en El lector la ley se nos presenta como un instrumento inapropiado para administrar justicia y en este último se hace evidente que la moralidad y la legalidad siguen caminos propios y trabajan con materiales distintos. A Schlink le interesa estudiar esta temática, que a menudo le hace plantearse la moralidad de la verdad y la mentira. Ya El lector partía de una mentira en el desarrollo de la trama. En Mentiras de verano Schlink explora las consecuencias de la mentira (o de silenciar la verdad) en la vida de los protagonistas de sus siete historias –algunas algo forzadas- y en sus relaciones. En este caso el autor alemán sale airoso en su intención de no juzgar a sus personajes, la voz narradora se abstiene de cualquier opinión, ni siquiera insinuada, y se limita a su papel de observador imparcial que transmite los hechos tal y como supuestamente sucedieron. Tampoco existe en lo narrado un intento de introspección sicológica, si hay que arriesgar alguna tesis, quizá entonces la de que todos los seres humanos nos servimos en la vida de la mentira, más o menos consciente –también del autoengaño-, para compensar nuestra debilidad y encontrar el propio equilibrio en situaciones de otro modo insuperables o superables sólo con dolor y dificultad. Ante la imparcialidad del narrador cada historia –una breve incursión en la vida cotidiana de individuos corrientes- lleva al lector a plantearse por sí mismo el por qué de la mentira, incluida la propia; a cada lector le corresponderá en cada caso la respuesta. Vistas las Mentiras de verano como una parte del conjunto de su obra, diríase que el autor subraya la motivación personal como único y auténtico referente moral.

© Anna Rossell