19 de julio de 2008

Última esperanza

(publicado en VVAA, Microscopios Eróticos, Ediciones de la Univ. De Salamanca, 2006), en: Microrrelato I

Anna Rossell

No temas, no voy a hacerte nada, dijo el chico. La mujer palideció.

Adiós a la infancia, adiós

(publicado en VVAA, Microscopios Eróticos, Ediciones de la Univ. De Salamanca, 2006), en: Microrrelato I

Anna Rossell


Se habían descubierto una a otra una mañana de verano cuando Marga, como todos los años, pasaba parte de las vacaciones estivales en la casa de campo de sus abuelos. Estaba allí, agazapada e inmóvil entre la maraña de hierba que rodeaba la alberca, mirándola con ojos fijos. Marga recordaba vivamente aquel momento: había permanecido un buen rato a su lado, en silencio, y sólo transcurrido un tiempo se había atrevido a aproximarse, lentamente. Con inmensa cautela acercó su mano izquierda hasta tocarla y palpó con dedos temblorosos su piel húmeda. Estaba fría. El leve estremecimiento de aquel cuerpo le cambió la vida para siempre. Entonces la besó, y perdió al instante su inocencia cuando comprobó que la rana no se había transformado en príncipe. A pesar de la pata herida, la vio desaparecer de un enorme brinco por detrás de la tapia.

Intimidad

(publicado en VVAA, Microscopios Eróticos, Ediciones de la Univ. De Salamanca, 2006), en: Microrrelato I

Anna Rossell

Un escalofrío recorrió su cuerpo, como cada vez que, de nuevo, percibía su presencia y su voz le susurraba al oído las palabras que siempre habían provocado en ella aquel sentimiento de lenta e imparable excitación. Después sobrevenía el vértigo abismal al que ambos se entregaban y que ella sabía conducir con la impúdica decisión de su preciso tacto hasta perder el control y la noción del tiempo. Ahora era él quien estudiaba atento cada estremecimiento apenas imperceptible cuando su mano acariciaba la yerma calidez debajo de la sábana. Sentía aquel leve erizamiento del vello, que el primer día había creído pura imaginación. Desde que había adquirido la certeza acudía regularmente a la cita. Con la respiración aún agitada se incorporó, exhausto, y salió antes de que la enfermera entrara para la inspección rutinaria y les sorprendiera. Era su secreto desde el día en que él se había negado a aceptar el estado de coma profundo en que la había sumido el trágico accidente.

Vida de mort

Anna Rossell
(publicada en El Clavell. Revista de Cultura, núm. 1, primer trimestre, 1997, p. 2)


Acariciaves l’ombra de l’abisme
de límits nuvolosos
i amb un bes profund
de terra buida
avui l’has abastat.

Abraçada amorosa de tenebra,
t’has fos amb l’amant que desitjaves,
anhel obert de temps etern,
melangia d’un món en clau de tu.

Era aquest el secret que tu guardaves,
malalt de vida per besar la mort?
Infinita tendresa empresonada,
has deslliurat els lligams d’aquell dolor?

La teva mà ha llevat la reixa que el tancava;
closa, no hi creixia la llavor,
la vida no neixia de la vida.
Només has regat flors després de mort.

(Anna Rossell, Octubre, 1991. Del poemari La veu per companya)