22 de julio de 2009

Ulrich Woelk, Partido de vuelta (por Anna Rossell)

ULRICH WOELK

Nace en Beuel (Bonn) el 18 de agosto de 1960. Vive en Colonia donde realiza sus estudios de bachillerato que termina en 1979. Cursa la carrera de física en la Universidad de Tubinga y obtiene la diplomatura con un trabajo sobre la teoría del caos. En el año 1991 se doctora en física en la Universidad Politécnica de Berlín donde colabora como investigador astrofísico en el estudio de las estrellas binarias. En 1995 abandona su trabajo en la Universidad para dedicarse plenamente a la literatura, actividad que ya le había reportado el premio Aspekte en el año 1990, que ganó por la novela Tercer grado [Freigang, 1990], con la que debutó como escritor. En 1992 obtiene una beca del Deutscher Literaturfonds y en 1999 otra de la fundación bancaria Stiftung Preussische Seehandlung. En el campo de la ficción literaria ha publicado hasta el momento sobre todo novelas –Tercer grado [Freigang, 1990], Partido de vuelta [Rückspiel, 1993], Viaje americano [Amerikanische Reise, 1996], Parejas [Liebespaare, 2001], La última representación [Die letzte Vorstellung, 2002] y La soledad del astrónomo [Die Einsamkeit des Astronomen, 2005]- además de una obra de teatro, Muerte, amor, transfiguración [Tod, Liebe, Verklärung, 1992] y un relato corto, Einstein on the lake, 2005.

Los textos literarios de Woelk tienen temáticamente el denominador común de reflexionar, en todos los ámbitos, acerca de los límites del conocimiento y para ello se sirve de una técnica formal pensada al servicio de la tesis de que no es posible definir esos límites, no hay pues lugar para verdades objetivas, ya que el sentido de las cosas sólo existe en clave individual y tiene mucho que ver con la percepción personal de un presente que se retroalimenta constantemente del pasado que cada cual entiende a su manera. Así el autor desarrolla una técnica de escritura de montaje que busca reflejar esta tesis haciendo por sorpresa constantes incursiones retrospectivas al pasado y entremezclando diferentes realidades en el lugar y en el tiempo. En torno a esta reflexión a Woelk le interesa plantearse la función de la casualidad, es decir de lo irracional, en la vida de las personas y por tanto en la historia, por ello el trasfondo filosófico que emana de sus fabulaciones se asemeja al del Homo faber de Max Frisch por el interrogante que plantea en torno a los límites de la racionalidad y del control humano sobre la vida. También por ello el autor en varias de sus novelas, y siguiendo la tradición literaria en lengua alemana que ya cultivara Thomas Mann, se cuestiona los beneficios de una educación dirigida por lo racional de la que sus protagonistas más positivos tendrán que librarse si desean encontrarse a sí mismos. En este contexto hay que entender también la simpatía con que Woelk trata a los caracteres espontáneos, apasionados y desinhibidos, alguno sintomáticamente de ascendencia española, que presenta como contrapunto de la asfixiante y deformadora rigidez de corte prusiano. El autor gusta de jugar con las perspectivas y la oposición binaria de los contrastes precisamente para mostrar que el mundo no se agota en el esquema de estas burdas clasificaciones. Ulrich Woelk retrata sobre todo a una generación, la suya propia, que ya no se siente implicada directamente en el pasado nacionalsocialista de sus abuelos y que cuestiona la forma con que sus padres se enfrentaron a este pasado, una generación que ha depuesto cualquier sombra de actitud redentora de nadie y que vive sin plantearse lo que no puede, cuando cree que este planteamiento le viene grande. Vive sencillamente al día, al único calor de una relación sentimental y amorosa sin pretensiones con fecha de caducidad.


Partido de vuelta [Rückspiel, 1993]

Como ya hiciera en su primera novela, Woelk desarrolla en ésta, su segunda obra, un tema que parece ocupar de modo insistente el interés del autor: la retrospección en el pasado reciente para indagar en las diferencias generacionales que atañen a su propia biografía. A partir de la historia familiar de su protagonista y de sus reflexiones sobre la relación con su hermano mayor del que le separan diferencias sustanciales, Ulrich Woelk recupera para sí la otra historia, la de su país, desde los tiempos del nacionalsocialismo preguntándose cuáles son los nexos entre individuo y memoria, entre contexto histórico y comportamiento ideológico. Como si de saldar cuentas con su pasado inmediato se tratara, el autor construye un protagonista con quien, como ya sucediera en su novela anterior, comparte más de un rasgo personal, pero sobre todo el año de nacimiento. Venido al mundo, como él, en los primeros sesenta, el personaje principal, de veintiocho años, nos anuncia ya en las primeras páginas el objetivo que persigue en su improvisada estancia en Berlín: recabar información sobre un individuo octogenario cuyo pasado le llama la atención pero le resulta todavía demasiado oscuro y escribir el resultado de sus indagaciones en el tiempo límite de una semana, que finalmente resultan ser dos. El propio narrador nos pone al corriente de que lo que le ocupa no es el caso anecdótico de una biografía aislada, sino que pretende servirse de ella para reconstruir un período más amplio: desde mayo del sesenta y ocho hasta el momento actual de la escritura en la ficción, noviembre de 1989, que, aunque el protagonista todavía no lo sabe, con la caída del Muro, que le sorprende casualmente en la ciudad de Berlín, dará el pistoletazo de salida a la unificación alemana y supondrá por tanto una oportunidad histórica de recuperación, como sugiere el título de la novela en clave deportiva. Así el acto de escribir sirve al protagonista para la reconstrucción de la historia con mayúsculas, de igual manera que le sirve al autor del libro.
Pretexto para todo ello es un altercado que protagonizan el padre y el hermano mayor del narrador en plena celebración del banquete de bodas de éste, en el que se ve involucrado el mencionado octogenario, un profesor de instituto supuestamente antiguo nazi e implicado en opinión del hermano en un asunto turbio que suscita el interés del más joven. Éste, a quien resulta insidioso el ambiente que domina en aquella reunión social, aprovecha la casualidad de que un manojo de llaves del viejo profesor cae en sus manos para abandonar la fiesta de modo inadvertido y registrar su casa en busca de las primeras pistas para su crónica. El regreso imprevisto del anciano, que pone al descubierto la intrusión, así como la breve conversación que sostiene con él, provoca en el protagonista la decisión de abandonar por algunos días su ciudad y viajar a Berlín en lo que significa para él una oportunidad de saber más sobre la persona del anciano, que vivió allí en su juventud, y el modo de evitar la más que probable confrontación familiar derivada de su atrevimiento.
Este impulso de huída resulta sintomático en tanto que no lo es sólo de esta situación concreta sino, además, del presente existencial del protagonista, que en esta reconstrucción del pasado del profesor parece buscar también las claves de sí mismo. A través de su joven personaje Woelk hace una especie de inventario de los rasgos que caracterizan a la generación del 68 en el repaso que da el protagonista a su relación con el hermano, conducida primero por la admiración adolescente hacia su ídolo y por el desencanto después. Si bien el autor gusta de jugar con diversas perspectivas y pretende mostrar que la interpretación de los hechos depende del punto de vista personal de cada uno y, sobre todo, de la ideología que se le haya imbuido a cada cual en función de la época en que le ha tocado vivir, es el más joven de los dos hermanos el que se erige en personaje principal y lleva la voz cantante. Y aunque sin pedantería ni aires de superioridad, sí parece sin embargo que el autor toma partido emocional por ese protagonista a quien el año de nacimiento le permite observar desde fuera las contradicciones causadas por la imposición de un comportamiento supuestamente guiado por la razón y los devaneos ideológicos de la generación del 68 y perfilarse a la contra. Así, y a pesar del perspectivismo que Woelk se esfuerza por introducir en la trama, acaba por ganar terreno la tesis de que la desconfianza a las adscripciones ideológicas o políticas y la desorientación existencial en que se encuentra sumido el más joven de los hermanos, cuya única ilusión es el amor que empieza a sentir por una chica de origen español de talante directo y espontáneo, son probablemente la postura más honrada ante la vida y consecuencia lógica e inevitable de la otra gran tesis que subyace a la novela: que la objetividad no es posible y por tanto no hay una única verdad histórica. Ulrich Woelk plantea algunos interrogantes acerca de una interpretación de la historia entendida como destino o como ilusión alucinatoria y deja en el aire la sospecha de que el ser humano actúa llevado por impulsos elementales que nada tienen que ver con los aducidos. Así las cosas, la oportunidad histórica de cambiar los acontecimientos que sugiere el título, a raíz de la caída del Muro y del simbolismo que encierra la ciudad de Berlín no parece ser tal. El propio autor parece querernos confirmar más adelante esta sospecha cuando bautiza otra de sus novelas, que también tiene como escenario la unificación alemana, con el título de La última representación, aunque en primer término se refiera a una ópera de Mozart.
Uno de los grandes logros de la novela estriba en los constantes cambios de nivel temporal y espacial que introduce el autor sin previo aviso, el uso constante de la retrospectiva, una técnica que aplica con maestría y que, más que desorientar al lector proporciona tensión a la trama. Escrita en primera persona, Woelk pone en boca de su protagonista un lenguaje ágil, fresco y desenfadado, que domina perfectamente, característico de la generación a la que pertenece, y demuestra una desarrollada capacidad de observación, que sabe traducir en su magnífica y detallada descripción de las situaciones y los escenarios en que se mueven sus criaturas.


Bibliografía

Albath, M., “Krümel vom Laib des Zeitgeists. Gewöhnlich: Ulrich Woelks Generationsroman ‘Liebespaare’ “, Frankfurter Rundschau, 21-3-2001.

Bielefeld, C.-U., “Der Halbbruder des Toten vom Deich. Stimmenteppich im Schieferfoyer: Ulrich Woelks Liebes-Gesellschafts-Berlin-Roman-Krimi ‘Die letzte Vorstellung’ “, Süddeutsche Zeitung 2-10-2002.

Braun, M., “Break on through. Ulrich Woelks ‘Rückspiel’, Freitag, 8-10-1993.

Conrad, B., “Wo die Liebe hinfällt. Steinchenspiel. Ulrich Woelks Roman ‘Liebespaare “’, Freitag 37, 7-9-2001.

Detje, R., “Ein graues Gerüst. Mit Gewalt der Wirklichkeit verpflichtet. Ulrich Woelks Gegenwartsroman ‘Rückspiel’ “, Die Zeit, 8-10-1993.

Ertl, W., "Neues Spiel mit einem alten Genre in Ost und West: Zu Adolf Endlers ‘Warnung vor Utah’ und Ulrich Woelks ‘Amerikanische Reise’.", en "America" in Contemporary German Literature and Media: Selected Papers from the 3rd Carlisle Symposium on Modern German Literature. Eds. Christine Cosentino, Wolfgang Ertl, y Wolfgang Müller. Glossen: Sonderausgabe/Special Issue 19 (2004).

Feldmann, J., “Fahrt ins Licht. Ost- und West-Dialog. Ulrich Woelks Kriminalroman ‘Die letzte Vorstellung’ erzählt vor allem von deutschen Befindlichkeiten”, Freitag 12, 14-3-2003.

Hintermeier, H., “Geldverdienen sttt Systemveränderung. Ulrich Woelks neuer Roman ‘Rückspiel’ erschienen”, AZ, 28/29-8-1993.

Hofer, S., “Ulrich Woelk”, en Kritisches Lexikon zur deutschsprachigen Gegenwartsliteratur – KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.

Hummelt, N., Von den Trümmern der Ideale. Ulrich Woelks zweiter, geglückter Roman: ‘Rückspiel’ “, Kölner Stadtanzeiger, 28/29-8-1993.

Michaelis, R., « Mit Einstein ins Bett. Ulrich Woelks unterkühlte Sommererzählung ist ein missglückter Wissenschaftskrimi”, Die Zeit, 17-3-2005.

Skasa, M., « Nebenbeischläfe. Ulrich Woelk hat eine amerikanische Reise gemacht”, Die Zeit, 8-11-1996.
Woelk, Ulrich, Literatur und Physik, Stuttgart, F. Steiner, 1994.

***
ANNA M. ROSSELL, Händler, Ernst-Wilhelm (Stadt mit Häusern / Ciudad con casas, 1995); Knauer, Sebastian (Erich lebt / Eric vive, 1999); Schütz, Helga (Vom Glanz der Elbe / El brillo del Elba, 1995 y (Grenze zum gestrigen Tag / Frontera con el día de ayer, 2000); Woelk, Ulrich (Rückspiel / Partido de vuelta, 1993) en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 322-326. ISBN: 978-3-03911-706-2.

Ulrich Woelk, Partido de vuelta (por Anna Rossell)

ULRICH WOELK

Nace en Beuel (Bonn) el 18 de agosto de 1960. Vive en Colonia donde realiza sus estudios de bachillerato que termina en 1979. Cursa la carrera de física en la Universidad de Tubinga y obtiene la diplomatura con un trabajo sobre la teoría del caos. En el año 1991 se doctora en física en la Universidad Politécnica de Berlín donde colabora como investigador astrofísico en el estudio de las estrellas binarias. En 1995 abandona su trabajo en la Universidad para dedicarse plenamente a la literatura, actividad que ya le había reportado el premio Aspekte en el año 1990, que ganó por la novela Tercer grado [Freigang, 1990], con la que debutó como escritor. En 1992 obtiene una beca del Deutscher Literaturfonds y en 1999 otra de la fundación bancaria Stiftung Preussische Seehandlung. En el campo de la ficción literaria ha publicado hasta el momento sobre todo novelas –Tercer grado [Freigang, 1990], Partido de vuelta [Rückspiel, 1993], Viaje americano [Amerikanische Reise, 1996], Parejas [Liebespaare, 2001], La última representación [Die letzte Vorstellung, 2002] y La soledad del astrónomo [Die Einsamkeit des Astronomen, 2005]- además de una obra de teatro, Muerte, amor, transfiguración [Tod, Liebe, Verklärung, 1992] y un relato corto, Einstein on the lake, 2005.

Los textos literarios de Woelk tienen temáticamente el denominador común de reflexionar, en todos los ámbitos, acerca de los límites del conocimiento y para ello se sirve de una técnica formal pensada al servicio de la tesis de que no es posible definir esos límites, no hay pues lugar para verdades objetivas, ya que el sentido de las cosas sólo existe en clave individual y tiene mucho que ver con la percepción personal de un presente que se retroalimenta constantemente del pasado que cada cual entiende a su manera. Así el autor desarrolla una técnica de escritura de montaje que busca reflejar esta tesis haciendo por sorpresa constantes incursiones retrospectivas al pasado y entremezclando diferentes realidades en el lugar y en el tiempo. En torno a esta reflexión a Woelk le interesa plantearse la función de la casualidad, es decir de lo irracional, en la vida de las personas y por tanto en la historia, por ello el trasfondo filosófico que emana de sus fabulaciones se asemeja al del Homo faber de Max Frisch por el interrogante que plantea en torno a los límites de la racionalidad y del control humano sobre la vida. También por ello el autor en varias de sus novelas, y siguiendo la tradición literaria en lengua alemana que ya cultivara Thomas Mann, se cuestiona los beneficios de una educación dirigida por lo racional de la que sus protagonistas más positivos tendrán que librarse si desean encontrarse a sí mismos. En este contexto hay que entender también la simpatía con que Woelk trata a los caracteres espontáneos, apasionados y desinhibidos, alguno sintomáticamente de ascendencia española, que presenta como contrapunto de la asfixiante y deformadora rigidez de corte prusiano. El autor gusta de jugar con las perspectivas y la oposición binaria de los contrastes precisamente para mostrar que el mundo no se agota en el esquema de estas burdas clasificaciones. Ulrich Woelk retrata sobre todo a una generación, la suya propia, que ya no se siente implicada directamente en el pasado nacionalsocialista de sus abuelos y que cuestiona la forma con que sus padres se enfrentaron a este pasado, una generación que ha depuesto cualquier sombra de actitud redentora de nadie y que vive sin plantearse lo que no puede, cuando cree que este planteamiento le viene grande. Vive sencillamente al día, al único calor de una relación sentimental y amorosa sin pretensiones con fecha de caducidad.


Partido de vuelta [Rückspiel, 1993]

Como ya hiciera en su primera novela, Woelk desarrolla en ésta, su segunda obra, un tema que parece ocupar de modo insistente el interés del autor: la retrospección en el pasado reciente para indagar en las diferencias generacionales que atañen a su propia biografía. A partir de la historia familiar de su protagonista y de sus reflexiones sobre la relación con su hermano mayor del que le separan diferencias sustanciales, Ulrich Woelk recupera para sí la otra historia, la de su país, desde los tiempos del nacionalsocialismo preguntándose cuáles son los nexos entre individuo y memoria, entre contexto histórico y comportamiento ideológico. Como si de saldar cuentas con su pasado inmediato se tratara, el autor construye un protagonista con quien, como ya sucediera en su novela anterior, comparte más de un rasgo personal, pero sobre todo el año de nacimiento. Venido al mundo, como él, en los primeros sesenta, el personaje principal, de veintiocho años, nos anuncia ya en las primeras páginas el objetivo que persigue en su improvisada estancia en Berlín: recabar información sobre un individuo octogenario cuyo pasado le llama la atención pero le resulta todavía demasiado oscuro y escribir el resultado de sus indagaciones en el tiempo límite de una semana, que finalmente resultan ser dos. El propio narrador nos pone al corriente de que lo que le ocupa no es el caso anecdótico de una biografía aislada, sino que pretende servirse de ella para reconstruir un período más amplio: desde mayo del sesenta y ocho hasta el momento actual de la escritura en la ficción, noviembre de 1989, que, aunque el protagonista todavía no lo sabe, con la caída del Muro, que le sorprende casualmente en la ciudad de Berlín, dará el pistoletazo de salida a la unificación alemana y supondrá por tanto una oportunidad histórica de recuperación, como sugiere el título de la novela en clave deportiva. Así el acto de escribir sirve al protagonista para la reconstrucción de la historia con mayúsculas, de igual manera que le sirve al autor del libro.
Pretexto para todo ello es un altercado que protagonizan el padre y el hermano mayor del narrador en plena celebración del banquete de bodas de éste, en el que se ve involucrado el mencionado octogenario, un profesor de instituto supuestamente antiguo nazi e implicado en opinión del hermano en un asunto turbio que suscita el interés del más joven. Éste, a quien resulta insidioso el ambiente que domina en aquella reunión social, aprovecha la casualidad de que un manojo de llaves del viejo profesor cae en sus manos para abandonar la fiesta de modo inadvertido y registrar su casa en busca de las primeras pistas para su crónica. El regreso imprevisto del anciano, que pone al descubierto la intrusión, así como la breve conversación que sostiene con él, provoca en el protagonista la decisión de abandonar por algunos días su ciudad y viajar a Berlín en lo que significa para él una oportunidad de saber más sobre la persona del anciano, que vivió allí en su juventud, y el modo de evitar la más que probable confrontación familiar derivada de su atrevimiento.
Este impulso de huída resulta sintomático en tanto que no lo es sólo de esta situación concreta sino, además, del presente existencial del protagonista, que en esta reconstrucción del pasado del profesor parece buscar también las claves de sí mismo. A través de su joven personaje Woelk hace una especie de inventario de los rasgos que caracterizan a la generación del 68 en el repaso que da el protagonista a su relación con el hermano, conducida primero por la admiración adolescente hacia su ídolo y por el desencanto después. Si bien el autor gusta de jugar con diversas perspectivas y pretende mostrar que la interpretación de los hechos depende del punto de vista personal de cada uno y, sobre todo, de la ideología que se le haya imbuido a cada cual en función de la época en que le ha tocado vivir, es el más joven de los dos hermanos el que se erige en personaje principal y lleva la voz cantante. Y aunque sin pedantería ni aires de superioridad, sí parece sin embargo que el autor toma partido emocional por ese protagonista a quien el año de nacimiento le permite observar desde fuera las contradicciones causadas por la imposición de un comportamiento supuestamente guiado por la razón y los devaneos ideológicos de la generación del 68 y perfilarse a la contra. Así, y a pesar del perspectivismo que Woelk se esfuerza por introducir en la trama, acaba por ganar terreno la tesis de que la desconfianza a las adscripciones ideológicas o políticas y la desorientación existencial en que se encuentra sumido el más joven de los hermanos, cuya única ilusión es el amor que empieza a sentir por una chica de origen español de talante directo y espontáneo, son probablemente la postura más honrada ante la vida y consecuencia lógica e inevitable de la otra gran tesis que subyace a la novela: que la objetividad no es posible y por tanto no hay una única verdad histórica. Ulrich Woelk plantea algunos interrogantes acerca de una interpretación de la historia entendida como destino o como ilusión alucinatoria y deja en el aire la sospecha de que el ser humano actúa llevado por impulsos elementales que nada tienen que ver con los aducidos. Así las cosas, la oportunidad histórica de cambiar los acontecimientos que sugiere el título, a raíz de la caída del Muro y del simbolismo que encierra la ciudad de Berlín no parece ser tal. El propio autor parece querernos confirmar más adelante esta sospecha cuando bautiza otra de sus novelas, que también tiene como escenario la unificación alemana, con el título de La última representación, aunque en primer término se refiera a una ópera de Mozart.
Uno de los grandes logros de la novela estriba en los constantes cambios de nivel temporal y espacial que introduce el autor sin previo aviso, el uso constante de la retrospectiva, una técnica que aplica con maestría y que, más que desorientar al lector proporciona tensión a la trama. Escrita en primera persona, Woelk pone en boca de su protagonista un lenguaje ágil, fresco y desenfadado, que domina perfectamente, característico de la generación a la que pertenece, y demuestra una desarrollada capacidad de observación, que sabe traducir en su magnífica y detallada descripción de las situaciones y los escenarios en que se mueven sus criaturas.


Bibliografía

Albath, M., “Krümel vom Laib des Zeitgeists. Gewöhnlich: Ulrich Woelks Generationsroman ‘Liebespaare’ “, Frankfurter Rundschau, 21-3-2001.

Bielefeld, C.-U., “Der Halbbruder des Toten vom Deich. Stimmenteppich im Schieferfoyer: Ulrich Woelks Liebes-Gesellschafts-Berlin-Roman-Krimi ‘Die letzte Vorstellung’ “, Süddeutsche Zeitung 2-10-2002.

Braun, M., “Break on through. Ulrich Woelks ‘Rückspiel’, Freitag, 8-10-1993.

Conrad, B., “Wo die Liebe hinfällt. Steinchenspiel. Ulrich Woelks Roman ‘Liebespaare “’, Freitag 37, 7-9-2001.

Detje, R., “Ein graues Gerüst. Mit Gewalt der Wirklichkeit verpflichtet. Ulrich Woelks Gegenwartsroman ‘Rückspiel’ “, Die Zeit, 8-10-1993.

Ertl, W., "Neues Spiel mit einem alten Genre in Ost und West: Zu Adolf Endlers ‘Warnung vor Utah’ und Ulrich Woelks ‘Amerikanische Reise’.", en "America" in Contemporary German Literature and Media: Selected Papers from the 3rd Carlisle Symposium on Modern German Literature. Eds. Christine Cosentino, Wolfgang Ertl, y Wolfgang Müller. Glossen: Sonderausgabe/Special Issue 19 (2004).

Feldmann, J., “Fahrt ins Licht. Ost- und West-Dialog. Ulrich Woelks Kriminalroman ‘Die letzte Vorstellung’ erzählt vor allem von deutschen Befindlichkeiten”, Freitag 12, 14-3-2003.

Hintermeier, H., “Geldverdienen sttt Systemveränderung. Ulrich Woelks neuer Roman ‘Rückspiel’ erschienen”, AZ, 28/29-8-1993.

Hofer, S., “Ulrich Woelk”, en Kritisches Lexikon zur deutschsprachigen Gegenwartsliteratur – KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.

Hummelt, N., Von den Trümmern der Ideale. Ulrich Woelks zweiter, geglückter Roman: ‘Rückspiel’ “, Kölner Stadtanzeiger, 28/29-8-1993.

Michaelis, R., « Mit Einstein ins Bett. Ulrich Woelks unterkühlte Sommererzählung ist ein missglückter Wissenschaftskrimi”, Die Zeit, 17-3-2005.

Skasa, M., « Nebenbeischläfe. Ulrich Woelk hat eine amerikanische Reise gemacht”, Die Zeit, 8-11-1996.

Woelk, Ulrich, Literatur und Physik, Stuttgart, F. Steiner, 1994.


***

ANNA M. ROSSELL, Händler, Ernst-Wilhelm (Stadt mit Häusern / Ciudad con casas, 1995); Knauer, Sebastian (Erich lebt / Eric vive, 1999); Schütz, Helga (Vom Glanz der Elbe / El brillo del Elba, 1995 y (Grenze zum gestrigen Tag / Frontera con el día de ayer, 2000); Woelk, Ulrich (Rückspiel / Partido de vuelta, 1993) en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 322-326. ISBN: 978-3-03911-706-2.

Helga Schütz, El brillo del Elba y Frontera con el día de ayer (por Anna Rossell)

HELGA SCHÜTZ

Nace en 1937 en Falkenhain –Silesia- (Alemania) en el seno de una familia obrera. Vivió en Dresde a partir de 1944. Siguió estudios de formación profesional en jardinería, profesión que ejerció durante algún tiempo. De 1955 a 1958 estudió en la Facultad de Trabajadores y Campesinos de Potsdam. De 1958 hasta 1962 se licenció en dramaturgia en la Escuela Superior de Artes Cinematográficas de Potsdam-Babelsberg. A partir de 1962 trabajó como guionista para la DEFA (Estudios Cinematográficos de la RDA), especialmente de documentales, más tarde también de películas de ficción. Es autora de numerosos guiones cinematográficos. Ocasionalmente ha ejercido también de directora. Desde 1993 ocupa la cátedra de redacción de guiones en la Escuela Superior de Cine y Televisión de Potsdam.
A principios de los años setenta, con la publicación de Historias previas o Un bonito lugar Probstein [Vorgeschichten oder Schöne Gegend Probstein], Helga Schütz se dio a conocer también como autora literaria sobre todo de obras en prosa. Helga Schütz es miembro del PEN Club de la RFA y de la Academia de las Ciencias y las Letras de Maguncia. Ha sido galardonada con numerosos premios, entre ellos el Heinrich Greif (de primera clase), en 1968; el Heinrich Mann, concedido por la Academia de las Artes de la RDA, en 1973; el Theodor Fontane, en 1974; el Stadtschreiber-Preis, que otorgan el ZDF (el segundo canal de la televisión alemana) y la ciudad de Maguncia a jóvenes escritores, en 1991; el Premio Literario del Land de Brandemburgo, en 1992, y la Distinción de Honor de la Fundación Alemana de Schiller, en 1998. Además de los relatos mencionados, Helga Schütz es autora de otras obras en prosa: El terremoto de Sangerhausen y otras historias [Das Erdbeben bei Sangerhausen und andere Geschichten, 1972], Iluminación de fiesta [Festbeleuchtung, 1974], Jette en Dresde [Jette in Dresden, 1977], Julia o la educación para el canto coral [Julia oder die Erziehung zum Chorgesang, 1980], Martín Lutero – Narración para el cine [Martin Luther – eine Erzählung für den Film, 1983], En el nombre de Anna [In Annas Namen, 1986], Hogar, dulce hogar – cronología en Kazajstán. Diario [Heimat, süsse Heimat – Zeitrechnung in Kasachstan. Ein Tagebuch, 1992], El brillo del Elba [Vom Glanz der Elbe, 1995], Frontera con el día de ayer [Grenze zum gestrigen Tag, 2000], Dalias en la arena [Dahlien im Sand, 2002], ésta última en colaboración con Rainer J. Fischer.

Helga Schütz basa sus obras fundamentalmente en experiencias autobiográficas de su niñez y su juventud, que reelabora en clave de ficción. Retrata así a través de ellas una parte decisiva de la historia de Alemania y de la RDA que han dejado una profunda huella en quienes la protagonizaron. Desarrolla una prosa poética, a menudo muy asociativa, en cuya tendencia al diálogo se hace notar las profesión de guionista de la escritora. Asimismo su formación como especialista en jardinería se manifiesta tanto en el tema al que ha dedicado uno de sus últimos libros, Dalias en la arena [Dahlien im Sand, 2002], como en el sensible y profundo tratamiento que el paisaje y la naturaleza en general recibe en todas sus obras.


El brillo del Elba [Vom Glanz der Elbe, 1995]

Como es recurrente en la prosa de la autora, la novela hace un recorrido por la historia alemana de la segunda mitat del siglo veinte. Pocos años después de la reunificación alemana Helga Schütz escribe sobre una vida en la RDA en clave personal e intimista. El tema que desarrolla no es la unificación, sino la recuperación a partir de este momento de la historia pasada, que no se liquida por ser pasada sino, más bien al contrario, se aviva precisamente con la caída del Muro al removerse en los espíritus la memoria reprimida, como si hubiera estado esperando la oportunidad de ser revivida libremente. En este sentido la unificación marca un antes y un después, esa línea divisoria a partir de la cual se puede hacer inventario de los recuerdos.
Para ello la autora construye un personaje que reúne unas características muy idóneas para la ocasión: Adam Brühl, un norteamericano de ascendencia alemana con algo más de medio siglo de vida a sus espaldas, asentado desde sus años de estudiante en los Estados Unidos, donde trabaja como científico en Ohio. Adam aprovecha el año sabático que le exime de sus tareas universitarias para viajar de Cleveland a Berlín en un intento hace tiempo latente de encontrar a Anna, su supuesta hermana gemela. Adam y Anna, a quienes une un apellido que remite al lugar donde habían sido depositados para preservarlos de las bombas al abrigo de las grutas abovedadas de la “Terraza de Brühl”, en la fortaleza-castillo de Dresde, y no a un padre biológico, fueron registrados en los papeles oficiales como hermanos gemelos –año de nacimiento 1944- porque vestían ropas parecidas en el momento en que fueron descubiertos, juntos, en el refugio antiaéreo tras el bombardeo aliado de Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial. Destinados a un orfanato y por la dificultad que supone en aquellos años encontrar padres de adopción para los dos, sus vidas siguen caminos muy distintos; Adam tiene más suerte que Anna: Evelyn, la hija de un físico de renombre, se interesa por él y lo adopta a la edad de ocho años, mientras que Anna sigue su vida en la casa de huérfanos. La prematura muerte de Evelyn, a quien Adam apenas llega a conocer, no impide sin embargo que el niño siga en la casa del viejo profesor donde el pequeño crecerá al calor humano del anciano físico, de quien heredará el interés por la ciencia, y de su asistenta. Durante este tiempo Anna mantendrá con él una relación de amistad, practicada a través de comidas de domingo conjuntas en la casa adoptiva de Adam y alguna excursión a solas por los alrededores de la ciudad. El ambiente político-social que se va desarrollando en la RDA lleva al laureado profesor universitario e investigador a plantearse un futuro mejor para su hijo adoptivo y, con motivo de la organización de un congreso y alegando necesidad de acompañante como apoyo para su quebrantada salud, aprovecha un viaje a Heidelberg para llevárselo consigo y darle al joven Adam la oportunidad de permanecer allí, si él lo desea. Adam permanecerá en la RFA donde cursará estudios de medicina que acabará en los EEUU. Ésta es la historia previa que se va desgranando a lo largo de la novela a través de una técnica característica de la prosa de Helga Schütz, la retrospectiva, que sin embargo la autora personaliza con una calculada y nada sencilla dosificación. Así Schütz va salpicando su texto en el momento oportuno de los datos necesarios de cada uno de sus personajes para interesar al lector y mantener abierta su imaginación y expectativa, de modo que las piezas del mosaico que se va construyendo se encajen poco a poco y con matices. Cada una de las líneas de la novela habla de historia, pero la historia le interesa a la autora en tanto que hace la biografía de sus personajes. Es la vida de sus protagonistas la que transporta la historia y no al revés. Schütz escribe a partir de los íntimos repliegues más sensibles de lo humano, los materiales de que se sirve principalmente son la ternura y la sensibilidad. Por ello una parte esencial de la novela la constituyen las relaciones que se establecen entre sus personajes, por más que algunas veces sean sólo necesariamente efímeras, y que van formando una trama –otra vez de construcción dosificada- que permiten reconstruir la historia personal de Adam Brühl, que es, en una buena parte –pero no exclusivamente-, la historia de Alemania de la segunda mitad del siglo XX. A partir de la casa donde Adam Brühl se establece en Steinstücken, cerca de Potsdam, lugar que conserva aún muy vivas las cicatrices de la división alemana, la autora nos lleva de la mano de su protagonista por los paisajes físicos y mentales a la busca de la memoria y la hermana perdidas: recorremos así el valle del Elba en los alrededores de Dresde, Bad Schandau, Pieschen y Bühlau, mientras cada uno de esos lugares devuelve a Adam, al hilo de un recuerdo de evocación casi devota, un retazo de su pasado. Por lo demás la novela interesa en lo temático por una buena cantidad de descripciones histórico-culturales y en lo formal por la peculiar sintaxis que practica Schütz, fundamentalmente asociativa, que sirve tanto a la construcción de la trama como a la definición del personaje.


Frontera con el día de ayer [Grenze zum gestrigen Tag, 2000]

En esta novela de poco más de trescientas páginas en su edición de bolsillo Helga Schütz desgrana doce años de la vida de una familia en la RDA, compuesta por la propia protagonista, su pareja –Hugo- y sus dos hijos –Niklas y Betty-, esta última lacrada de nacimiento por una enfermedad degenerativa incurable. El estilo marcadamente asociativo que caracteriza el texto y el enorme protagonismo de que la autora reviste a la mujer consigue que el lector se instale, desde la primera línea, en la mente de la figura femenina y evolucione con ella hasta el final.
Nada en este texto remite temáticamente a la caída del Muro ni a la reunificación alemana, estos acontecimientos inciden únicamente en la escritura por la distancia de diez años desde la que la autora plasma lo que describe, consciente de que es historia pasada, lo cual se refleja en el título.
Sin introducción ni aviso previo Helga Schütz nos arranca de nuestro contexto para introducirnos en la intimidad familiar de un hogar y de sus alrededores a orillas del lago Glienick, en las inmediaciones de Berlín, a mediados de los años sesenta del siglo veinte. Asistimos al quehacer cotidiano de la protagonista que, minuto a minuto y sin darnos tregua, nos lleva con ella adonde vaya en el limitado recinto del microcosmos que constituye su especial entorno, reducido con pocas excepciones al interior de su propia casa y pocos metros de naturaleza alrededor. Éste es el paisaje -a escasa distancia del Muro, que ve permanentemente desde su casa- en el que vive inmersa con sus seres queridos, a los que se entrega en cuerpo y alma y que constituyen la razón de su existencia. Casi protagonista él mismo de las actividades de la mujer, de sus movimientos, sus miedos y sus esperanzas, el lector convive con la familia desde el principio hasta el final, que se cierra con el año 1976 y es testigo indirecto de las alteraciones en el barómetro político a través de sutiles comentarios en torno a la ocupación actual de Hugo, quien, músico de profesión, trabaja en una ópera pacifista sobre la guerra de Vietnam, que recibe primero el apoyo incondicional del gobierno y pasa después a ser simplemente tolerada.
De este modo, y sin apenas percatarnos de ello, se nos instala en un periodo crucial, doce años de la historia de la RDA con incursiones retrospectivas a un pasado aún más lejano, que la autora conoce bien por constituir el grueso de su propia biografía. Y sin embargo Helga Schütz no habla en ningún momento de política. Su maestría estriba precisamente en transmitir historia sin disociarla de lo que le es consubstancial, sin tratarla con independencia de los seres humanos sobre quienes incide hasta en las más recónditas fisuras de su cotidianidad, porque su escritura arranca del convencimiento de que la historia está en todos y cada uno de los momentos de nuestra existencia y configura hasta nuestro mismísimo paisaje. Así la alambrada y el Muro, que discurren a pocos metros de la casa familiar, son parte tan esencial de la vida de estos personajes como el mismo aire que respiran. En ese preciso límite y al borde de ese límite se fraguan y desarrollan los episodios que constituyen sus vivencias, sus recuerdos y sus sentimientos.
Y, en su transposición metafórica, también al límite vive la protagonista de esta novela que, jardinera de profesión, se desvive por crear a su alrededor un universo en el que aliente la vida y se erige en el eje estructural de una felicidad familiar, que debe su frágil equilibrio al celo casi desenfrenado de la mujer. Marcada por la desgracia de la enfermedad de su hija menor y pronto además por la seguridad de su muerte, contra la que lucha hasta la desesperación, ella construye su particular idilio con y para sus seres queridos, un idilio del que forman parte importante, además, un perro, un gato, un par de caballos y tres patos y del que participan y que enriquecen, con su sencilla humanidad, los abuelos, esporádicos vecinos y algunos amigos. Las minas, los disparos, las torres de vigilancia junto al Muro, la cercanía de los soldados rusos, la prohibición de recibir visitas sin permiso administrativo, la impuesta comunicación en clave entre un lado y el otro de la frontera, la clandestinidad obligada para obtener desde Suiza la medicación más adecuada para Betty, nada de esto se describe sino de modo indirecto; al igual que los restos de alambrada incrustada para siempre en la oreja del perro, está normalmente instalado en el día a día que va sumando años, cuyo transcurso se manifiesta en la recurrencia de los ciclos naturales y en una magnífica y sensible capacidad para la observación del paisaje. El lábil equilibrio en que se sustenta esa íntima felicidad, amenazada ya desde hace tiempo por las sospechas de infidelidad de Hugo, se derrumba vertiginosamente y sin remedio en la vida de esta mujer a partir de la muerte de la pequeña Betty, que, de modo un tanto forzado, coincide con demasiadas penalidades: así la marcha del hijo mayor del hogar familiar, la desnacionalización de Hugo, quien por razones profesionales se encuentra en Suiza y a quien se veta el regreso a su país siquiera para asistir al entierro de su hija, y el grave accidente del caballo, que acaba por ser mortal. La autora, subrayando que no es casual, hace coincidir sintomáticamente el desmoronamiento del feliz microcosmos de la protagonista con el momento socio-político en que se vinieron abajo las ilusiones de muchos alemanes del este en torno a la esperada apertura política a mediados de los años setenta.
La novela, de trasfondo autobiográfico, es una mirada hacia atrás en la historia de la RDA, una mirada con voluntad de crónica sin ira, en la que, sin embargo, sí parece pervivir aún el desencanto. Sintomáticamente, la novela no acaba con la caída del Muro, sino en 1976, con la desnacionalización de Wolf Biermann, quien, contra su voluntad, nunca pudo regresar a su país, del que, invitado por el sindicato IG Metall, había salido para dar un concierto en Colonia. Las esperanzas de cierta liberalización que, con la subida al poder de Erich Honecker, habían albergado muchos ciudadanos de la RDA se vinieron entonces abajo.


Bibliografía

Bellin, K., “Im Schatten der Mauer: Helga Schütz kehrt in die sechziger und siebzieger Jahre zurück”, en Neue deutsche Literatur (ndl). Zeitschrift für deutschsprachige Literatur und Kritik (nº 48), 2000.

General, R., “Im Frieden einbuddeln”, en Freitag. Die Ost-West-Wochenzeitung (nº 18), 6-5-2005.

General, R., “Wunder haben keine feste Haut. Wirklichkeit in der Idylle”, en Freitag. Die Ost-West Wochenzeitung (nº 9), 22-2-2002.

Hammerschmidt, V.; Oettel, A., “Helga Schuetz”, en Kritisches Lexikon zur deutschsprachigen
Gegenwartsliteratur
– KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.

Grub, F. T., Emisión radiofónica sobre la novela de Helga Schütz ‘Knietief im Paradies’, en SR2
KulturRadio
, 17-7-2005.

Hildebrandt, J. von, “Das Gärtchen”, en Die Zeit (nº 12), 17-3-2005.

Klessmann, Eckart, “Die Waise als Weltbürger. Biographie, ein Suchspiel: Helga Schütz sieht den ‘Glanz der Elbe’ “, en Frankfuter Allgemeine Zeitung (FAZ), 19-12-1995.

Magenau, J., “Geschichte durch die Blume”, en Die Tageszeitung (taz-Magazin), 12-2-2005.

Menge, M., Spaziergänge. Die Serie aus der Wochenzeitung Die Zeit, Berlín: Schwarzkopf & Schwarzkopf, 2000.

Radisch, I., “Morsezeichen aus Altdeutschland”, en Die Zeit (nº 13).

Schirnding, Albert von, “Knapp verfehltes Wiederfinden. Helga Schütz erzählt die Geschichte einer schwierigen Geschwisterliebe”, en Süddeutsche Zeitung (SZ), 1/2-7-1995.

Stührmann, A.; “Helga Schütz – Schriftstellerin und Drehbuchautorin”, en Federwelt Newsletter (nº 69), diciembre 2005.

Walther, J., “Helga Schütz”, en Joachim Walter, Meinetwegen Schmetterlinge: Gespräche mit
Schriftstellern
, Berlín 1973, 104-130.

Weinreich, I., Erinnerungen wie Staub. ‘Knietief im Paradies’: Roman über das zerbombte Dresden”, en Münchner Merkur, 8-2-2005.


ANNA M. ROSSELL, Händler, Ernst-Wilhelm (Stadt mit Häusern / Ciudad con casas, 1995); Knauer, Sebastian (Erich lebt / Eric vive, 1999); Schütz, Helga (Vom Glanz der Elbe / El brillo del Elba, 1995 y (Grenze zum gestrigen Tag / Frontera con el día de ayer, 2000); Woelk, Ulrich (Rückspiel / Partido de vuelta, 1993) en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 273-278. ISBN: 978-3-03911-706-2.

Helga Schütz, El brillo del Elba y Frontera con el día de ayer (por Anna Rossell)

HELGA SCHÜTZ

Nace en 1937 en Falkenhain –Silesia- (Alemania) en el seno de una familia obrera. Vivió en Dresde a partir de 1944. Siguió estudios de formación profesional en jardinería, profesión que ejerció durante algún tiempo. De 1955 a 1958 estudió en la Facultad de Trabajadores y Campesinos de Potsdam. De 1958 hasta 1962 se licenció en dramaturgia en la Escuela Superior de Artes Cinematográficas de Potsdam-Babelsberg. A partir de 1962 trabajó como guionista para la DEFA (Estudios Cinematográficos de la RDA), especialmente de documentales, más tarde también de películas de ficción. Es autora de numerosos guiones cinematográficos. Ocasionalmente ha ejercido también de directora. Desde 1993 ocupa la cátedra de redacción de guiones en la Escuela Superior de Cine y Televisión de Potsdam.
A principios de los años setenta, con la publicación de Historias previas o Un bonito lugar Probstein [Vorgeschichten oder Schöne Gegend Probstein], Helga Schütz se dio a conocer también como autora literaria sobre todo de obras en prosa. Helga Schütz es miembro del PEN Club de la RFA y de la Academia de las Ciencias y las Letras de Maguncia. Ha sido galardonada con numerosos premios, entre ellos el Heinrich Greif (de primera clase), en 1968; el Heinrich Mann, concedido por la Academia de las Artes de la RDA, en 1973; el Theodor Fontane, en 1974; el Stadtschreiber-Preis, que otorgan el ZDF (el segundo canal de la televisión alemana) y la ciudad de Maguncia a jóvenes escritores, en 1991; el Premio Literario del Land de Brandemburgo, en 1992, y la Distinción de Honor de la Fundación Alemana de Schiller, en 1998. Además de los relatos mencionados, Helga Schütz es autora de otras obras en prosa: El terremoto de Sangerhausen y otras historias [Das Erdbeben bei Sangerhausen und andere Geschichten, 1972], Iluminación de fiesta [Festbeleuchtung, 1974], Jette en Dresde [Jette in Dresden, 1977], Julia o la educación para el canto coral [Julia oder die Erziehung zum Chorgesang, 1980], Martín Lutero – Narración para el cine [Martin Luther – eine Erzählung für den Film, 1983], En el nombre de Anna [In Annas Namen, 1986], Hogar, dulce hogarcronología en Kazajstán. Diario [Heimat, süsse Heimat – Zeitrechnung in Kasachstan. Ein Tagebuch, 1992], El brillo del Elba [Vom Glanz der Elbe, 1995], Frontera con el día de ayer [Grenze zum gestrigen Tag, 2000], Dalias en la arena [Dahlien im Sand, 2002], ésta última en colaboración con Rainer J. Fischer.

Helga Schütz basa sus obras fundamentalmente en experiencias autobiográficas de su niñez y su juventud, que reelabora en clave de ficción. Retrata así a través de ellas una parte decisiva de la historia de Alemania y de la RDA que han dejado una profunda huella en quienes la protagonizaron. Desarrolla una prosa poética, a menudo muy asociativa, en cuya tendencia al diálogo se hace notar las profesión de guionista de la escritora. Asimismo su formación como especialista en jardinería se manifiesta tanto en el tema al que ha dedicado uno de sus últimos libros, Dalias en la arena [Dahlien im Sand, 2002], como en el sensible y profundo tratamiento que el paisaje y la naturaleza en general recibe en todas sus obras.


El brillo del Elba [Vom Glanz der Elbe, 1995]

Como es recurrente en la prosa de la autora, la novela hace un recorrido por la historia alemana de la segunda mitat del siglo veinte. Pocos años después de la reunificación alemana Helga Schütz escribe sobre una vida en la RDA en clave personal e intimista. El tema que desarrolla no es la unificación, sino la recuperación a partir de este momento de la historia pasada, que no se liquida por ser pasada sino, más bien al contrario, se aviva precisamente con la caída del Muro al removerse en los espíritus la memoria reprimida, como si hubiera estado esperando la oportunidad de ser revivida libremente. En este sentido la unificación marca un antes y un después, esa línea divisoria a partir de la cual se puede hacer inventario de los recuerdos.
Para ello la autora construye un personaje que reúne unas características muy idóneas para la ocasión: Adam Brühl, un norteamericano de ascendencia alemana con algo más de medio siglo de vida a sus espaldas, asentado desde sus años de estudiante en los Estados Unidos, donde trabaja como científico en Ohio. Adam aprovecha el año sabático que le exime de sus tareas universitarias para viajar de Cleveland a Berlín en un intento hace tiempo latente de encontrar a Anna, su supuesta hermana gemela. Adam y Anna, a quienes une un apellido que remite al lugar donde habían sido depositados para preservarlos de las bombas al abrigo de las grutas abovedadas de la “Terraza de Brühl”, en la fortaleza-castillo de Dresde, y no a un padre biológico, fueron registrados en los papeles oficiales como hermanos gemelos –año de nacimiento 1944- porque vestían ropas parecidas en el momento en que fueron descubiertos, juntos, en el refugio antiaéreo tras el bombardeo aliado de Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial. Destinados a un orfanato y por la dificultad que supone en aquellos años encontrar padres de adopción para los dos, sus vidas siguen caminos muy distintos; Adam tiene más suerte que Anna: Evelyn, la hija de un físico de renombre, se interesa por él y lo adopta a la edad de ocho años, mientras que Anna sigue su vida en la casa de huérfanos. La prematura muerte de Evelyn, a quien Adam apenas llega a conocer, no impide sin embargo que el niño siga en la casa del viejo profesor donde el pequeño crecerá al calor humano del anciano físico, de quien heredará el interés por la ciencia, y de su asistenta. Durante este tiempo Anna mantendrá con él una relación de amistad, practicada a través de comidas de domingo conjuntas en la casa adoptiva de Adam y alguna excursión a solas por los alrededores de la ciudad. El ambiente político-social que se va desarrollando en la RDA lleva al laureado profesor universitario e investigador a plantearse un futuro mejor para su hijo adoptivo y, con motivo de la organización de un congreso y alegando necesidad de acompañante como apoyo para su quebrantada salud, aprovecha un viaje a Heidelberg para llevárselo consigo y darle al joven Adam la oportunidad de permanecer allí, si él lo desea. Adam permanecerá en la RFA donde cursará estudios de medicina que acabará en los EEUU. Ésta es la historia previa que se va desgranando a lo largo de la novela a través de una técnica característica de la prosa de Helga Schütz, la retrospectiva, que sin embargo la autora personaliza con una calculada y nada sencilla dosificación. Así Schütz va salpicando su texto en el momento oportuno de los datos necesarios de cada uno de sus personajes para interesar al lector y mantener abierta su imaginación y expectativa, de modo que las piezas del mosaico que se va construyendo se encajen poco a poco y con matices. Cada una de las líneas de la novela habla de historia, pero la historia le interesa a la autora en tanto que hace la biografía de sus personajes. Es la vida de sus protagonistas la que transporta la historia y no al revés. Schütz escribe a partir de los íntimos repliegues más sensibles de lo humano, los materiales de que se sirve principalmente son la ternura y la sensibilidad. Por ello una parte esencial de la novela la constituyen las relaciones que se establecen entre sus personajes, por más que algunas veces sean sólo necesariamente efímeras, y que van formando una trama –otra vez de construcción dosificada- que permiten reconstruir la historia personal de Adam Brühl, que es, en una buena parte –pero no exclusivamente-, la historia de Alemania de la segunda mitad del siglo XX. A partir de la casa donde Adam Brühl se establece en Steinstücken, cerca de Potsdam, lugar que conserva aún muy vivas las cicatrices de la división alemana, la autora nos lleva de la mano de su protagonista por los paisajes físicos y mentales a la busca de la memoria y la hermana perdidas: recorremos así el valle del Elba en los alrededores de Dresde, Bad Schandau, Pieschen y Bühlau, mientras cada uno de esos lugares devuelve a Adam, al hilo de un recuerdo de evocación casi devota, un retazo de su pasado. Por lo demás la novela interesa en lo temático por una buena cantidad de descripciones histórico-culturales y en lo formal por la peculiar sintaxis que practica Schütz, fundamentalmente asociativa, que sirve tanto a la construcción de la trama como a la definición del personaje.


Frontera con el día de ayer [Grenze zum gestrigen Tag, 2000]

En esta novela de poco más de trescientas páginas en su edición de bolsillo Helga Schütz desgrana doce años de la vida de una familia en la RDA, compuesta por la propia protagonista, su pareja –Hugo- y sus dos hijos –Niklas y Betty-, esta última lacrada de nacimiento por una enfermedad degenerativa incurable. El estilo marcadamente asociativo que caracteriza el texto y el enorme protagonismo de que la autora reviste a la mujer consigue que el lector se instale, desde la primera línea, en la mente de la figura femenina y evolucione con ella hasta el final.
Nada en este texto remite temáticamente a la caída del Muro ni a la reunificación alemana, estos acontecimientos inciden únicamente en la escritura por la distancia de diez años desde la que la autora plasma lo que describe, consciente de que es historia pasada, lo cual se refleja en el título.
Sin introducción ni aviso previo Helga Schütz nos arranca de nuestro contexto para introducirnos en la intimidad familiar de un hogar y de sus alrededores a orillas del lago Glienick, en las inmediaciones de Berlín, a mediados de los años sesenta del siglo veinte. Asistimos al quehacer cotidiano de la protagonista que, minuto a minuto y sin darnos tregua, nos lleva con ella adonde vaya en el limitado recinto del microcosmos que constituye su especial entorno, reducido con pocas excepciones al interior de su propia casa y pocos metros de naturaleza alrededor. Éste es el paisaje -a escasa distancia del Muro, que ve permanentemente desde su casa- en el que vive inmersa con sus seres queridos, a los que se entrega en cuerpo y alma y que constituyen la razón de su existencia. Casi protagonista él mismo de las actividades de la mujer, de sus movimientos, sus miedos y sus esperanzas, el lector convive con la familia desde el principio hasta el final, que se cierra con el año 1976 y es testigo indirecto de las alteraciones en el barómetro político a través de sutiles comentarios en torno a la ocupación actual de Hugo, quien, músico de profesión, trabaja en una ópera pacifista sobre la guerra de Vietnam, que recibe primero el apoyo incondicional del gobierno y pasa después a ser simplemente tolerada.
De este modo, y sin apenas percatarnos de ello, se nos instala en un periodo crucial, doce años de la historia de la RDA con incursiones retrospectivas a un pasado aún más lejano, que la autora conoce bien por constituir el grueso de su propia biografía. Y sin embargo Helga Schütz no habla en ningún momento de política. Su maestría estriba precisamente en transmitir historia sin disociarla de lo que le es consubstancial, sin tratarla con independencia de los seres humanos sobre quienes incide hasta en las más recónditas fisuras de su cotidianidad, porque su escritura arranca del convencimiento de que la historia está en todos y cada uno de los momentos de nuestra existencia y configura hasta nuestro mismísimo paisaje. Así la alambrada y el Muro, que discurren a pocos metros de la casa familiar, son parte tan esencial de la vida de estos personajes como el mismo aire que respiran. En ese preciso límite y al borde de ese límite se fraguan y desarrollan los episodios que constituyen sus vivencias, sus recuerdos y sus sentimientos.
Y, en su transposición metafórica, también al límite vive la protagonista de esta novela que, jardinera de profesión, se desvive por crear a su alrededor un universo en el que aliente la vida y se erige en el eje estructural de una felicidad familiar, que debe su frágil equilibrio al celo casi desenfrenado de la mujer. Marcada por la desgracia de la enfermedad de su hija menor y pronto además por la seguridad de su muerte, contra la que lucha hasta la desesperación, ella construye su particular idilio con y para sus seres queridos, un idilio del que forman parte importante, además, un perro, un gato, un par de caballos y tres patos y del que participan y que enriquecen, con su sencilla humanidad, los abuelos, esporádicos vecinos y algunos amigos. Las minas, los disparos, las torres de vigilancia junto al muro, la cercanía de los soldados rusos, la prohibición de recibir visitas sin permiso administrativo, la impuesta comunicación en clave entre un lado y el otro de la frontera, la clandestinidad obligada para obtener desde Suiza la medicación más adecuada para Betty, nada de esto se describe sino de modo indirecto; al igual que los restos de alambrada incrustada para siempre en la oreja del perro, está normalmente instalado en el día a día que va sumando años, cuyo transcurso se manifiesta en la recurrencia de los ciclos naturales y en una magnífica y sensible capacidad para la observación del paisaje. El lábil equilibrio en que se sustenta esa íntima felicidad, amenazada ya desde hace tiempo por las sospechas de infidelidad de Hugo, se derrumba vertiginosamente y sin remedio en la vida de esta mujer a partir de la muerte de la pequeña Betty, que, de modo un tanto forzado, coincide con demasiadas penalidades: así la marcha del hijo mayor del hogar familiar, la desnacionalización de Hugo, quien por razones profesionales se encuentra en Suiza y a quien se veta el regreso a su país siquiera para asistir al entierro de su hija, y el grave accidente del caballo, que acaba por ser mortal. La autora, subrayando que no es casual, hace coincidir sintomáticamente el desmoronamiento del feliz microcosmos de la protagonista con el momento socio-político en que se vinieron abajo las ilusiones de muchos alemanes del este en torno a la esperada apertura política a mediados de los años setenta.
La novela, de trasfondo autobiográfico, es una mirada hacia atrás en la historia de la RDA, una mirada con voluntad de crónica sin ira, en la que, sin embargo, sí parece pervivir aún el desencanto. Sintomáticamente, la novela no acaba con la caída del Muro, sino en 1976, con la desnacionalización de Wolf Biermann, quien, contra su voluntad, nunca pudo regresar a su país, del que, invitado por el sindicato IG Metall, había salido para dar un concierto en Colonia. Las esperanzas de cierta liberalización que con la subida al poder de Erich Honecker habían albergado muchos ciudadanos de la RDA se vinieron entonces abajo.


Bibliografía

Bellin, K., “Im Schatten der Mauer: Helga Schütz kehrt in die sechziger und siebzieger Jahre zurück”, en Neue deutsche Literatur (ndl). Zeitschrift für deutschsprachige Literatur und Kritik (nº 48), 2000.

General, R., “Im Frieden einbuddeln”, en Freitag. Die Ost-West-Wochenzeitung (nº 18), 6-5-2005.

General, R., “Wunder haben keine feste Haut. Wirklichkeit in der Idylle”, en Freitag. Die Ost-West Wochenzeitung (nº 9), 22-2-2002.

Hammerschmidt, V.; Oettel, A., “Helga Schuetz”, en Kritisches Lexikon zur deutschsprachigen
Gegenwartsliteratur
– KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.

Grub, F. T., Emisión radiofónica sobre la novela de Helga Schütz ‘Knietief im Paradies’, en SR2
KulturRadio
, 17-7-2005.

Hildebrandt, J. von, “Das Gärtchen”, en Die Zeit (nº 12), 17-3-2005.

Klessmann, Eckart, “Die Waise als Weltbürger. Biographie, ein Suchspiel: Helga Schütz sieht den ‘Glanz der Elbe’ “, en Frankfuter Allgemeine Zeitung (FAZ), 19-12-1995.

Magenau, J., “Geschichte durch die Blume”, en Die Tageszeitung (taz-Magazin), 12-2-2005.

Menge, M., Spaziergänge. Die Serie aus der Wochenzeitung Die Zeit, Berlín: Schwarzkopf &
Schwarzkopf, 2000.

Radisch, I., “Morsezeichen aus Altdeutschland”, en Die Zeit (nº 13).

Schirnding, Albert von, “Knapp verfehltes Wiederfinden. Helga Schütz erzählt die Geschichte einer schwierigen Geschwisterliebe”, en Süddeutsche Zeitung (SZ), 1/2-7-1995.

Stührmann, A.; “Helga Schütz – Schriftstellerin und Drehbuchautorin”, en Federwelt Newsletter (nº 69), diciembre 2005.

Walther, J., “Helga Schütz”, en Joachim Walter, Meinetwegen Schmetterlinge: Gespräche mit
Schriftstellern
, Berlín 1973, 104-130.

Weinreich, I., Erinnerungen wie Staub. ‘Knietief im Paradies’: Roman über das zerbombte Dresden”, en Münchner Merkur, 8-2-2005.


ANNA M. ROSSELL, Händler, Ernst-Wilhelm (Stadt mit Häusern / Ciudad con casas, 1995); Knauer, Sebastian (Erich lebt / Eric vive, 1999); Schütz, Helga (Vom Glanz der Elbe / El brillo del Elba, 1995 y (Grenze zum gestrigen Tag / Frontera con el día de ayer, 2000); Woelk, Ulrich (Rückspiel / Partido de vuelta, 1993) en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 273-278. ISBN: 978-3-03911-706-2.

Sebastian Knauer, Eric vive (por Anna Rossell)

SEBASTIAN KNAUER

Nace en Mannheim el 14 de mayo de 1949. Cursa estudios de economía política en Munich, Mannheim y Montreal. Colabora como autónomo en el campo del periodismo en diversos medios de comunicación: las emisosras de radio Süddeutscher Rundfunk (Stuttgart) y Bayerischer Rundfunk –BR-, el canal de televisión Zweites Deutsches Fernsehen –ZDF- y la agencia de noticias Deutsche Presse-Agentur –dpa-.
A partir de 1977 trabaja como articulista para la revista Stern en la sección “política alemana”. Desde 1988 ejerce de redactor para el semanario Spiegel, donde escribe artículos de contenido político.
Sebastian Knauer ha publicado diversos libros como editor o coautor para la editorial Spiegel sobre temas de actualidad y debutó a mediados de los años noventa como novelista con el título Por favor, no molesten [Bitte nicht stören, 1994], una novela calificada de policíaca, inspirada en las turbias circunstancias entorno a la muerte del presidente del consejo de ministros de Schleswig-Holstein, Uwe Barschel, en su habitación de un hotel de Ginebra. Knauer realizó un amplio reportaje fotográfico sobre el caso. Sebastián Knauer ejerce periodismo de investigación en temas políticos y ecológicos sobre los que ha publicado algunos libros y numerosos artículos.
Como escritor de ficción Sebastian Knauer, que no ha sabido ganarse un nombre entre los críticos, cultiva el género de la novela para la que elige temas a caballo entre el periodismo y la política. Por el suspense con que se desarrolla la acción en sus novelas, éstas se encuadran en el subgénero de policíacas, si bien no siguen el típico esquema de las que tradicionalmente se conocen como tales. Dos de estas novelas –Prohibido asomarse [Bitte nicht hinauslehnen, 1995] y Eric vive [Erich lebt, 1999]- tratan el tema de la reunificación.


Eric vive [Erich lebt, 1995]

Con esta novela Sebastian Knauer continúa, cuatro años más tarde, el proyecto literario que ya inició con Prohibido asomarse [Bitte nicht hinauslehnen]. El autor aborda el tema de la reunificación alemana desde la ficción y organiza en clave de suspense la historia fabulada, por lo que, como ya anuncia en ambos casos el subtítulo -Novela policíaca de la unificación-, el nombre del escritor figura en el Diccionario de los Autores de Novelas Policíacas en Lengua Alemana.
Las circunstancias de que se rodea el texto: la actualidad que tiene la palabra “unificación”, contenida en el título, el año en que la novela ve la luz, unida al formato de thriller elegido, constituyen los ingredientes de una fórmula que es la clave para entender las expectativas que el libro pudiera despertar. El autor sabe aprovechar la oportunidad del momento para dar el pistoletazo de salida a una trama que narra la vida de seis personajes más o menos principales sobre la idea de subvertir la historia alemana de los últimos años: no será la Unión Soviética la que se habrá desmoronado y pasado a organizarse en la Comunidad de Estados Independientes –GUS, en las siglas originales alemanas-, sino los Estados Unidos de América los que habrán dejado de existir como imperio dominador del mundo para pasar a ser la Comunidad de Estados americanos Independientes –GUaS-, según las siglas alemanas de la ficción; no será el sistema capitalista de la República Federal de Alemania el que se impondrá después de la caída del Muro en 1989, sino el del socialismo real de la República Democrática Alemana.
Sobre esta simplona idea de partida construye el autor el resto del edificio, bastante fácil de imaginar, que consiste en desarrollar en episodios separados la vida de cuatro personajes de la antigua RFA en la nueva Alemania, unificada bajo signo socialista, para hacerlas confluir cada vez más, hasta encontrarse finalmente en el más que previsible intento de huida hacia Francia, el territorio más cercano del mundo libre en esta construida situación. En un intento de reescribir la historia para imaginar su mundo al revés, Knauer elige a sus personajes probablemente con la intención de ofrecer al lector una muestra representativa de distintos sectores de la antigua clase media alemana occidental, quienes, ahora desclasados, tendrán que vérselas y deseárselas para encontrar su lugar en el mundo en esta nueva sociedad en la que no consiguen medrar como quisieran. Una pareja formada por dos arquitectos ávidos de carrera en la política municipal berlinesa –Ferdinand Linke y Ulrike-, una diseñadora gastronómica de la llamada alta cocina internacional –Marianne-, un aspirante a filósofo frustrado que ha ejercido de taxista y termina trabajando de periodista para una revista de importancia –Hugo Hesse-, una joven punk de la escena okupa de Kreuzberg –Kick- y el manager de una empresa de embalajes –Ernst Schlüter- son las biografías escogidas a través de cuyos avatares se invita al lector a recorrer el pulso de esta nueva Alemania de signo invertido.
La acción inicial se sitúa en la noche del 2 al 3 de octubre de 1999, diez años después de la unificación alemana, cuando en Berlín se prepara la fiesta conmemorativa del evento. El desarrollo de la trama, que en permanente retrospectiva da cuenta del devenir de los personajes, no nos depara sorpresas: acorde con la infantil simplicidad de la idea en que se enmarca, recorremos, uno tras otro, todos los tópicos que han rodeado la historia de la RDA, que se nos presenta esquemáticamente definido con cuatro toscas pinceladas de caricatura. Tomando un escaso puñado de situaciones que caracterizaron el cambio tras la caída del Muro, Knauer se limita a invertirlas burdamente en un ejercicio de imaginación rayano en el infantilismo. No son éstos los únicos tópicos de la novela: el dibujo de las figuras masculinas y femeninas a menudo tampoco escapa al esquematismo y a lo previsible, algunos diálogos rozan el kitsch y ocasionalmente hay situaciones difícilmente creíbles, incluso en el mundo ficticio imaginado. Por si fuera poco y en coherencia con este panorama, el uso del lenguaje es pobre, incluso torpe a veces, e incurre en burdos problemas estilísticos fácilmente corregibles. Tampoco sale airoso el autor en la intención humorística que sin lugar a dudas pretende instalar en su texto, raras veces consigue hacer esbozar una sonrisa al lector. No se le agua la fiesta a nadie si se desvela el final de la novela, que nos descubre que todo aquello no había sido más que un sueño, una pesadilla que para el lector termina antes del “Epílogo”, el último capítulo del libro, en el que se nos invita a seguir las biografías “reales” de los personajes, quienes, contrariamente a lo que hasta este momento creíamos y por suerte, viven en la Alemania de la unificación real y han desarrollado con éxito sus carreras, como corresponde.


Bibliografía

Amling, U., “Sowjetparade vorm Brandenburger Tor. ‘Erich lebt’ – zumindest im Krimi: Die
gesamtdeutsche DDR als etwas andere Vereinigung”, Der Tagesspiegel, 29-04-1999.

Tröml, S., “Dunkel, dumpf und dumm – Die DDR als westdeutscher Alptraum. Sebastian Knauer: ‘Erich lebt’. Ein Vereinigungs-Krimi”, Berliner LeseZeichen, Ausgabe 10 /99. Edition Luisenstadt, 1999.

Karr, H.P., Lexikon der Deutssprachigen Krimi-Autoren, Norderstedt: Verlag der Criminale, 2005. Desde 1992, también editado en Internet bajo el título Lexikon der deutschen Krimi-Autoren, http://www.krimilexikon.de/


ANNA M. ROSSELL, Händler, Ernst-Wilhelm (Stadt mit Häusern / Ciudad con casas, 1995); Knauer, Sebastian (Erich lebt / Eric vive, 1999); Schütz, Helga (Vom Glanz der Elbe / El brillo del Elba, 1995 y (Grenze zum gestrigen Tag / Frontera con el día de ayer, 2000); Woelk, Ulrich (Rückspiel / Partido de vuelta, 1993) en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 187-189, ISBN: 978-3-03911-706-2.

Sebastian Knauer, Eric vive (por Anna Rossell)

SEBASTIAN KNAUER

Nace en Mannheim el 14 de mayo de 1949. Cursa estudios de economía política en Munich, Mannheim y Montreal. Colabora como autónomo en el campo del periodismo en diversos medios de comunicación: las emisosras de radio Süddeutscher Rundfunk (Stuttgart) y Bayerischer Rundfunk –BR-, el canal de televisión Zweites Deutsches Fernsehen –ZDF- y la agencia de noticias Deutsche Presse-Agentur –dpa-.
A partir de 1977 trabaja como articulista para la revista Stern en la sección “política alemana”. Desde 1988 ejerce de redactor para el semanario Spiegel, donde escribe artículos de contenido político.
Sebastian Knauer ha publicado diversos libros como editor o coautor para la editorial Spiegel sobre temas de actualidad y debutó a mediados de los años noventa como novelista con el título Por favor, no molesten [Bitte nicht stören, 1994], una novela calificada de policíaca, inspirada en las turbias circunstancias entorno a la muerte del presidente del consejo de ministros de Schleswig-Holstein, Uwe Barschel, en su habitación de un hotel de Ginebra. Knauer realizó un amplio reportaje fotográfico sobre el caso. Sebastián Knauer ejerce periodismo de investigación en temas políticos y ecológicos sobre los que ha publicado algunos libros y numerosos artículos.
Como escritor de ficción Sebastian Knauer, que no ha sabido ganarse un nombre entre los críticos, cultiva el género de la novela para la que elige temas a caballo entre el periodismo y la política. Por el suspense con que se desarrolla la acción en sus novelas, éstas se encuadran en el subgénero de policíacas, si bien no siguen el típico esquema de las que tradicionalmente se conocen como tales. Dos de estas novelas –Prohibido asomarse [Bitte nicht hinauslehnen, 1995] y Eric vive [Erich lebt, 1999]- tratan el tema de la reunificación.


Erich vive [Erich lebt, 1995]

Con esta novela Sebastian Knauer continúa, cuatro años más tarde, el proyecto literario que ya inició con Prohibido asomarse [Bitte nicht hinauslehnen]. El autor aborda el tema de la reunificación alemana desde la ficción y organiza en clave de suspense la historia fabulada, por lo que, como ya anuncia en ambos casos el subtítulo -Novela policíaca de la unificación-, el nombre del escritor figura en el Diccionario de los Autores de Novelas Policíacas en Lengua Alemana.
Las circunstancias de que se rodea el texto: la actualidad que tiene la palabra “unificación”, contenida en el título, el año en que la novela ve la luz, unida al formato de thriller elegido, constituyen los ingredientes de una fórmula que es la clave para entender las expectativas que el libro pudiera despertar. El autor sabe aprovechar la oportunidad del momento para dar el pistoletazo de salida a una trama que narra la vida de seis personajes más o menos principales sobre la idea de subvertir la historia alemana de los últimos años: no será la Unión Soviética la que se habrá desmoronado y pasado a organizarse en la Comunidad de Estados Independientes –GUS, en las siglas originales alemanas-, sino los Estados Unidos de América los que habrán dejado de existir como imperio dominador del mundo para pasar a ser la Comunidad de Estados americanos Independientes –GUaS-, según las siglas alemanas de la ficción; no será el sistema capitalista de la República Federal de Alemania el que se impondrá después de la caída del Muro en 1989, sino el del socialismo real de la República Democrática Alemana.
Sobre esta simplona idea de partida construye el autor el resto del edificio, bastante fácil de imaginar, que consiste en desarrollar en episodios separados la vida de cuatro personajes de la antigua RFA en la nueva Alemania, unificada bajo signo socialista, para hacerlas confluir cada vez más, hasta encontrarse finalmente en el más que previsible intento de huida hacia Francia, el territorio más cercano del mundo libre en esta construida situación. En un intento de reescribir la historia para imaginar su mundo al revés, Knauer elige a sus personajes probablemente con la intención de ofrecer al lector una muestra representativa de distintos sectores de la antigua clase media alemana occidental, quienes, ahora desclasados, tendrán que vérselas y deseárselas para encontrar su lugar en el mundo en esta nueva sociedad en la que no consiguen medrar como quisieran. Una pareja formada por dos arquitectos ávidos de carrera en la política municipal berlinesa –Ferdinand Linke y Ulrike-, una diseñadora gastronómica de la llamada alta cocina internacional –Marianne-, un aspirante a filósofo frustrado que ha ejercido de taxista y termina trabajando de periodista para una revista de importancia –Hugo Hesse-, una joven punk de la escena okupa de Kreuzberg –Kick- y el manager de una empresa de embalajes –Ernst Schlüter- son las biografías escogidas a través de cuyos avatares se invita al lector a recorrer el pulso de esta nueva Alemania de signo invertido.
La acción inicial se sitúa en la noche del 2 al 3 de octubre de 1999, diez años después de la unificación alemana, cuando en Berlín se prepara la fiesta conmemorativa del evento. El desarrollo de la trama, que en permanente retrospectiva da cuenta del devenir de los personajes, no nos depara sorpresas: acorde con la infantil simplicidad de la idea en que se enmarca, recorremos, uno tras otro, todos los tópicos que han rodeado la historia de la RDA, que se nos presenta esquemáticamente definido con cuatro toscas pinceladas de caricatura. Tomando un escaso puñado de situaciones que caracterizaron el cambio tras la caída del Muro, Knauer se limita a invertirlas burdamente en un ejercicio de imaginación rayano en el infantilismo. No son éstos los únicos tópicos de la novela: el dibujo de las figuras masculinas y femeninas a menudo tampoco escapa al esquematismo y a lo previsible, algunos diálogos rozan el kitsch y ocasionalmente hay situaciones difícilmente creíbles, incluso en el mundo ficticio imaginado. Por si fuera poco y en coherencia con este panorama, el uso del lenguaje es pobre, incluso torpe a veces, e incurre en burdos problemas estilísticos fácilmente corregibles. Tampoco sale airoso el autor en la intención humorística que sin lugar a dudas pretende instalar en su texto, raras veces consigue hacer esbozar una sonrisa al lector. No se le agua la fiesta a nadie si se desvela el final de la novela, que nos descubre que todo aquello no había sido más que un sueño, una pesadilla que para el lector termina antes del “Epílogo”, el último capítulo del libro, en el que se nos invita a seguir las biografías “reales” de los personajes, quienes, contrariamente a lo que hasta este momento creíamos y por suerte, viven en la Alemania de la unificación real y han desarrollado con éxito sus carreras, como corresponde.


Bibliografía

Amling, U., “Sowjetparade vorm Brandenburger Tor. ‘Erich lebt’ – zumindest im Krimi: Die
gesamtdeutsche DDR als etwas andere Vereinigung”, Der Tagesspiegel, 29-04-1999.

Tröml, S., “Dunkel, dumpf und dumm – Die DDR als westdeutscher Alptraum. Sebastian Knauer: ‘Erich lebt’. Ein Vereinigungs-Krimi”, Berliner LeseZeichen, Ausgabe 10 /99. Edition Luisenstadt, 1999.

Karr, H.P., Lexikon der Deutssprachigen Krimi-Autoren, Norderstedt: Verlag der Criminale, 2005. Desde 1992, también editado en Internet bajo el título Lexikon der deutschen Krimi-Autoren, http://www.krimilexikon.de/


ANNA M. ROSSELL, Händler, Ernst-Wilhelm (Stadt mit Häusern / Ciudad con casas, 1995); Knauer, Sebastian (Erich lebt / Eric vive, 1999); Schütz, Helga (Vom Glanz der Elbe / El brillo del Elba, 1995 y (Grenze zum gestrigen Tag / Frontera con el día de ayer, 2000); Woelk, Ulrich (Rückspiel / Partido de vuelta, 1993) en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 187-189, ISBN: 978-3-03911-706-2.

Ernst-Wilhelm Händler, Ciudad con casas (por Anna Rossell)

ERNST-WILHELM HÄNDLER

Nace en 1953 en Múnich y vive a caballo entre esta ciudad y Ratisbona. Estudia economía de la empresa y filosofía en Munich y después de doctorarse ejerce profesionalmente de empresario en la mediana empresa familiar heredada de su padre. A partir de 1995, año en que debutó como escritor literario con el libro de relatos Ciudad con casas [Stadt mit Häusern], con el que supo despertar las expectativas de la crítica, Händler se dedica paralelamente a la escritura literaria. Desde entonces ha publicado, además, cinco novelas a un ritmo de producción remarcable: Congreso [Kongress, 1996], Caso [Fall, 1997], Tempestad [Sturm, 1999], Cuando muramos [Wenn wir sterben, 2002] y La mujer del escritor [Die Frau des Schriftstellers, 2006]. Ha obtenido los premios de literatura Erich-Reger (1999) y el Hans-Erich-Nossack (2006).
Las obras de Händler vienen a llenar temáticamente un vacío que arrastraba la literatura alemana y que cumplía colmar, sobre todo desde el desmoronamiento de la Unión Soviética y la consiguiente reestructuración y extensión de la economía capitalista a los países de su antigua área de influencia. Se instalan así en aquella tradición literaria alemana que desde el naturalismo ha dirigido su atención hacia el mundo del trabajo y ha seguido su evolución histórica, marcando los acentos correspondientes del momento en la República de Weimar o en las dos Alemanias de los años sesenta con el “Grupo 61” por un lado o la que partió de las consignas del Bitterfelder Weg por el otro. Händler retoma el testigo de esta tradición y la pone brutal y contundentemente al día, como corresponde al signo de su tiempo: los personajes que pueblan sus novelas ya no son los peones de la primera industrialización, los representantes de la incipiente pequeño-burguesía, ni los obreros de las cadenas de montaje de las fábricas, sino esa casta de ejecutivos producto del capitalismo más salvaje: abogados, arquitectos, agentes inmobiliarios o medianos empresarios son las piezas recambiables de una maquinaria que parece haber devenido absolutamente autónoma, obedientes al poder absoluto del dinero, que lo mueve y lo rige todo. Si ya Nietzsche había decretado la muerte de Dios, ahora ya no queda la menor duda acerca de quién ocupa su lugar y determina los destinos de esas criaturas, las humanas, que no son más que autómatas que se accionan y mueven a voluntad y capricho de su nuevo señor . Por más que el panorama sea crudo Händler no juzga ni toma partido; más bien al contrario, desarrolla un estilo heterogéneo y perspectivista donde la voz del narrador tiende a desaparecer y se cede a todos y cada uno de los personajes, a menudo en la forma de monólogo interior. Sin ser en absoluto cínico, Händler es sin embargo incisivo, distante y corrosivo. Sus textos se resisten a una clasificación en tanto que el autor hace de la literatura un campo para la experimentación, gusta de cambiar radicalmente de registro y es amante de novedosas combinaciones, con lo que desorienta al lector y consigue efectos inesperados. Si bien sus novelas tienen una acción, no es tanto la acción lo que interesa, sino el universo y la atmósfera global que de ellas se desprende. El empresario y el filósofo son las dos sólidas columnas en las que Händler sustenta su edificio literario: buen conocedor de la práctica empresarial y de los negocios del siglo XXI, nos introduce en las interioridades de la empresa de hoy, en el mundo de los frenéticos y golosos cierres, anexiones y fusiones, el de la insaciable ambición de sus actores que, sin embargo, van quedando atrás en el camino como elementos ya inservibles. Sus novelas son al mismo tiempo una constante reflexión filosófica sobre la existencia humana, la autonomía del individuo, la libertad y la objetividad, pero esta reflexión no se da sólo como tópico sino que está instalada en la arquitectura general de la novela, a veces haciendo de su desarrollo el campo de demostración de una determinada teoría. Aunque con un objetivo diferente y forzando siempre la elucubración filosófica hasta la exageración, la escritura de Händler pretende poder compararse en lo formal con la de Winfried Georg Sebald: es enciclopédica por la enorme cantidad de conocimientos que maneja y sabe entretejer en la filigrana de unos textos muy cerebralmente construidos, que podemos calificar de palimpsestos en la medida en que gusta de reescribir personajes de autores, que así se revelan como sus más admirados -Thomas Bernhard, Gert Hofmann o Paul Wühr- y los ecos literarios y filosóficos que no cesan de resonar entre sus líneas: Kafka, Wittgenstein, Benjamin, Schopenhauer o Tipler, entre tantos otros.


Ciudad con casas [Stadt mit Häusern, 1995]

Con este libro, que reúne once textos breves, Ernst-Wilhelm Händler se da a conocer como escritor literario. Se trata de una verdadera tarjeta de presentación en el sentido literal, pues viene a ser una especie de muestrario que el autor despliega ante el lector, un escaparate donde se nos ofrecen los temas que interesan al autor en una variada gama de registros y que, a modo de aperitivo, anticipan las novelas que ha ido publicando después, como sucede con Morgenthau [Morgenthau], claro precedente de Caso [Fall], y con Los nuevos señores [Die neuen Herren], que lo es de Cuando muramos [Wenn wir sterben]. La amplitud de estilos que Händler propone en su paleta hace difícil la clasificación de su escritura bajo un común denominador genérico. Los textos son en su mayoría narraciones breves, quizá sea el cuento el género más adecuado para definirlos; sin embargo esta denominación excluye alguno de ellos, que pertenece más bien al ámbito de la reflexión y el juego filosóficos, como anuncia uno de los títulos, Demiurgo [Demiurg].
Aunque la formación filosófica de Händler se hace notar en todos y cada uno de los textos y en la vastedad temática de su campo de interés, que no parece excluir nada relativo a la naturaleza humana, tendencialmente en sus novelas el autor muestra preferencia por diseccionar los entresijos del mundo empresarial del más nuevo cuño, el comportamiento de los individuos en la llamada nueva economía, la de los grandes negocios, cuya monstruosa y ambiciosa maquinaria engulle a los actores que la han creado o han contribuido activamente a crearla. No es pues casualidad que sea en el año 1995 cuando Händler debuta como escritor. Un lustro después del desmoronamiento de la Unión Soviética, con la consiguiente caída del Muro en Alemania y bajo la consigna de la globalización, el capitalismo más desenfrenado ha tenido tiempo suficiente de mostrar su funcionamiento más frío y aséptico, aquél que no obedece sino al objetivo del engorde económico, quede quien quede tirado en el camino, porque el dinero es lo único que cuenta. Sin embargo la escritura de Händler no parece apuntar a la denuncia, o al menos no en primera línea; el laconismo distante de que se reviste se asemeja más bien al del cronista que escribe con la exactitud y el detalle exacerbados de quien conoce a la perfección el ambiente desde dentro, los nuevos mecanismos empresariales y la mentalidad y la psicología de sus nuevos servidores. Es pues de esperar que alguno de los escenarios de sus cuentos sea la Alemania oriental en los primeros tiempos de la reunificación, campo abonado para los buitres de la nueva economía.
De los once textos sólo uno, el primero, se desarrolla en un escenario del este de Alemania, poco después de la caída del Muro. Su título, que es a su vez el que da nombre al libro, Ciudad con casas [Stadt mit Häusern] hace referencia concreta al negocio por excelencia que caracterizó allí el boom económico del momento: el de la expropiación ventajosa, el de la compra y venta de terrenos para la construcción, el de la obtención de información privilegiada a golpe de soborno, en resumen, el de la especulación pura y dura a gran escala. Händler utiliza en esta ocasión la técnica narrativa de la corriente de la conciencia, que le viene aquí como anillo al dedo para el fin que persigue: dibujar el retrato del prototípico empresario producto y agente de los tiempos. Así la voz narradora brilla por su ausencia; desde la primera línea y hasta el final el lector se instala en la mente del protagonista, un abogado de Alemania occidental dispuesto a apurar hasta los últimos resquicios el negocio inmobiliario que se le acaba de poner en bandeja gracias a la nueva situación política. Sus pensamientos transcurren ocupados casi única y exclusivamente en torno al modo de sacarle el máximo partido a las golosas posibilidades que se le presentan; sólo en contadas ocasiones hace alguna que otra digresión sobre la amante de última adquisición, con acento en el otro único tema que ocupa su mente: el del sexo y las conversaciones que se improvisan en el antes o el después, que en este caso (ella es estudiante de filología alemana) se relacionan con disquisiciones acerca de qué es o no la literatura. Y todo ello en un lenguaje que hasta hace poco tiempo hubiéramos asociado con el de la mafia más genuina y que el autor maneja a la perfección. La radiografía que obtenemos no es sólo la del alma del empresario, sino la de una época que ya hace tiempo se venía anunciando y que ahora se ha desatado a la carrera, los tiempos en que las relaciones humanas ya no existen sino en función del negocio y para el negocio. Todo es ya sólo dinero, y sexo para el placer.


Bibliografía

Baumgart, R., “Wenn die Köpfe explodieren. Ernst-Wilhelm Händlers verwirrende Talentproben”, Die Zeit (nº 41), 4-10-1996.

« Die Zukunft des Kapitalismus. Der Firma Deutschland fehlt der Auftrag », Ein Gespräch mit dem Schriftsteller und Unternehmer Ernst-Wilhelm Händler (geführt von Thomas E. Schmidt und Christof Siemens), Die Zeit (nº 27), 30-06-2005.

Köhlmeier, M., « Meister der querschlagenden Sätze. Ernst-Wilhelm Händlers ‘Stadt mit Häusern’, Neue Zürcher Zeitung, 5-12-1995.

Kühlmann, W., “Monologe eines Maklers. Ernst-Wilhelm Händlers Debüt, Frankfurter Allgemeine Zeitung (nº 235) (Suplemento literario de la Feria del Libro), 10-10-1995.

Mangold, I., “Die ganze Wirklichkeit soll es sein. Ernst-Wilhelm Händlers ‘Sturm’ ist zugleich nordische Künstlersage und Technologieutopie. Gesellschaftsroman und Sciencefiction, en Berliner Zeitung, 12-10-1999.

Schäfer, A., "Philosophiestunde des Papiertigers vor Akteschrank. Leider ziemlich unsexy : Ernst-Wilhelm Händlers Roman ‘Der Fall’ aus der Wirtschaftswelt über die Welt der Literatur und des Schreibens allgemein", en Berliner Zeitung, 14-10-1997.

Schulte, S., “Ernst-Wilhelm Haendler”, en Kritisches Lexikon zur deutschsprachigen
Gegenwartsliteratur
– KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.

Schweizer, M., “Die Erforschung der Isolation. ‘Wenn wir sterben’: Mit Erst-Wilhelm Händler im Reich der Managerinnen, en Berliner Zeitung, 13-01-2003.

Werber, N., “Optimale Auslastung der Fickmaschine”, en Tageszeitung (nº 6865), 28-9-2002.


A. ROSSELL, en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 120-123. ISBN: 978-3-03911-706-2.

Ernst-Wilhelm Händler, Ciudad con casas (por Anna Rossell)

ERNST-WILHELM HÄNDLER

Nace en 1953 en Múnich y vive a caballo entre esta ciudad y Ratisbona. Estudia economía de la empresa y filosofía en Munich y después de doctorarse ejerce profesionalmente de empresario en la mediana empresa familiar heredada de su padre. A partir de 1995, año en que debutó como escritor literario con el libro de relatos Ciudad con casas [Stadt mit Häusern], con el que supo despertar las expectativas de la crítica, Händler se dedica paralelamente a la escritura literaria. Desde entonces ha publicado, además, cinco novelas a un ritmo de producción remarcable: Congreso [Kongress, 1996], Caso [Fall, 1997], Tempestad [Sturm, 1999], Cuando muramos [Wenn wir sterben, 2002] y La mujer del escritor [Die Frau des Schriftstellers, 2006]. Ha obtenido los premios de literatura Erich-Reger (1999) y el Hans-Erich-Nossack (2006).
Las obras de Händler vienen a llenar temáticamente un vacío que arrastraba la literatura alemana y que cumplía colmar, sobre todo desde el desmoronamiento de la Unión Soviética y la consiguiente reestructuración y extensión de la economía capitalista a los países de su antigua área de influencia. Se instalan así en aquella tradición literaria alemana que desde el naturalismo ha dirigido su atención hacia el mundo del trabajo y ha seguido su evolución histórica, marcando los acentos correspondientes del momento en la República de Weimar o en las dos Alemanias de los años sesenta con el “Grupo 61” por un lado o la que partió de las consignas del Bitterfelder Weg por el otro. Händler retoma el testigo de esta tradición y la pone brutal y contundentemente al día, como corresponde al signo de su tiempo: los personajes que pueblan sus novelas ya no son los peones de la primera industrialización, los representantes de la incipiente pequeño-burguesía, ni los obreros de las cadenas de montaje de las fábricas, sino esa casta de ejecutivos producto del capitalismo más salvaje: abogados, arquitectos, agentes inmobiliarios o medianos empresarios son las piezas recambiables de una maquinaria que parece haber devenido absolutamente autónoma, obedientes al poder absoluto del dinero, que lo mueve y lo rige todo. Si ya Nietzsche había decretado la muerte de Dios, ahora ya no queda la menor duda acerca de quién ocupa su lugar y determina los destinos de esas criaturas, las humanas, que no son más que autómatas que se accionan y mueven a voluntad y capricho de su nuevo señor. Por más que el panorama sea crudo Händler no juzga ni toma partido; más bien al contrario, desarrolla un estilo heterogéneo y perspectivista donde la voz del narrador tiende a desaparecer y se cede a todos y cada uno de los personajes, a menudo en la forma de monólogo interior. Sin ser en absoluto cínico, Händler es sin embargo incisivo, distante y corrosivo. Sus textos se resisten a una clasificación en tanto que el autor hace de la literatura un campo para la experimentación, gusta de cambiar radicalmente de registro y es amante de novedosas combinaciones, con lo que desorienta al lector y consigue efectos inesperados. Si bien sus novelas tienen una acción, no es tanto la acción lo que interesa, sino el universo y la atmósfera global que de ellas se desprende. El empresario y el filósofo son las dos sólidas columnas en las que Händler sustenta su edificio literario: buen conocedor de la práctica empresarial y de los negocios del siglo XXI, nos introduce en las interioridades de la empresa de hoy, en el mundo de los frenéticos y golosos cierres, anexiones y fusiones, el de la insaciable ambición de sus actores que, sin embargo, van quedando atrás en el camino como elementos ya inservibles. Sus novelas son al mismo tiempo una constante reflexión filosófica sobre la existencia humana, la autonomía del individuo, la libertad y la objetividad, pero esta reflexión no se da sólo como tópico sino que está instalada en la arquitectura general de la novela, a veces haciendo de su desarrollo el campo de demostración de una determinada teoría. Aunque con un objetivo diferente y forzando siempre la elucubración filosófica hasta la exageración, la escritura de Händler pretende poder compararse en lo formal con la de Winfried Georg Sebald: es enciclopédica por la enorme cantidad de conocimientos que maneja y sabe entretejer en la filigrana de unos textos muy cerebralmente construidos, que podemos calificar de palimpsestos en la medida en que gusta de reescribir personajes de autores, que así se revelan como sus más admirados -Thomas Bernhard, Gert Hofmann o Paul Wühr- y los ecos literarios y filosóficos que no cesan de resonar entre sus líneas: Kafka, Wittgenstein, Benjamin, Schopenhauer o Tipler, entre tantos otros.


Ciudad con casas [Stadt mit Häusern, 1995]

Con este libro, que reúne once textos breves, Ernst-Wilhelm Händler se da a conocer como escritor literario. Se trata de una verdadera tarjeta de presentación en el sentido literal, pues viene a ser una especie de muestrario que el autor despliega ante el lector, un escaparate donde se nos ofrecen los temas que interesan al autor en una variada gama de registros y que, a modo de aperitivo, anticipan las novelas que ha ido publicando después, como sucede con Morgenthau [Morgenthau], claro precedente de Caso [Fall], y con Los nuevos señores [Die neuen Herren], que lo es de Cuando muramos [Wenn wir sterben]. La amplitud de estilos que Händler propone en su paleta hace difícil la clasificación de su escritura bajo un común denominador genérico. Los textos son en su mayoría narraciones breves, quizá sea el cuento el género más adecuado para definirlos; sin embargo esta denominación excluye alguno de ellos, que pertenece más bien al ámbito de la reflexión y el juego filosóficos, como anuncia uno de los títulos, Demiurgo [Demiurg].
Aunque la formación filosófica de Händler se hace notar en todos y cada uno de los textos y en la vastedad temática de su campo de interés, que no parece excluir nada relativo a la naturaleza humana, tendencialmente en sus novelas el autor muestra preferencia por diseccionar los entresijos del mundo empresarial del más nuevo cuño, el comportamiento de los individuos en la llamada nueva economía, la de los grandes negocios, cuya monstruosa y ambiciosa maquinaria engulle a los actores que la han creado o han contribuido activamente a crearla. No es pues casualidad que sea en el año 1995 cuando Händler debuta como escritor. Un lustro después del desmoronamiento de la Unión Soviética, con la consiguiente caída del Muro en Alemania y bajo la consigna de la globalización, el capitalismo más desenfrenado ha tenido tiempo suficiente de mostrar su funcionamiento más frío y aséptico, aquél que no obedece sino al objetivo del engorde económico, quede quien quede tirado en el camino, porque el dinero es lo único que cuenta. Sin embargo la escritura de Händler no parece apuntar a la denuncia, o al menos no en primera línea; el laconismo distante de que se reviste se asemeja más bien al del cronista que escribe con la exactitud y el detalle exacerbados de quien conoce a la perfección el ambiente desde dentro, los nuevos mecanismos empresariales y la mentalidad y la psicología de sus nuevos servidores. Es pues de esperar que alguno de los escenarios de sus cuentos sea la Alemania oriental en los primeros tiempos de la reunificación, campo abonado para los buitres de la nueva economía.
De los once textos sólo uno, el primero, se desarrolla en un escenario del este de Alemania, poco después de la caída del Muro. Su título, que es a su vez el que da nombre al libro, Ciudad con casas [Stadt mit Häusern] hace referencia concreta al negocio por excelencia que caracterizó allí el boom económico del momento: el de la expropiación ventajosa, el de la compra y venta de terrenos para la construcción, el de la obtención de información privilegiada a golpe de soborno, en resumen, el de la especulación pura y dura a gran escala. Händler utiliza en esta ocasión la técnica narrativa de la corriente de la conciencia, que le viene aquí como anillo al dedo para el fin que persigue: dibujar el retrato del prototípico empresario producto y agente de los tiempos. Así la voz narradora brilla por su ausencia; desde la primera línea y hasta el final el lector se instala en la mente del protagonista, un abogado de Alemania occidental dispuesto a apurar hasta los últimos resquicios el negocio inmobiliario que se le acaba de poner en bandeja gracias a la nueva situación política. Sus pensamientos transcurren ocupados casi única y exclusivamente en torno al modo de sacarle el máximo partido a las golosas posibilidades que se le presentan; sólo en contadas ocasiones hace alguna que otra digresión sobre la amante de última adquisición, con acento en el otro único tema que ocupa su mente: el del sexo y las conversaciones que se improvisan en el antes o el después, que en este caso (ella es estudiante de filología alemana) se relacionan con disquisiciones acerca de qué es o no la literatura. Y todo ello en un lenguaje que hasta hace poco tiempo hubiéramos asociado con el de la mafia más genuina y que el autor maneja a la perfección. La radiografía que obtenemos no es sólo la del alma del empresario, sino la de una época que ya hace tiempo se venía anunciando y que ahora se ha desatado a la carrera, los tiempos en que las relaciones humanas ya no existen sino en función del negocio y para el negocio. Todo es ya sólo dinero, y sexo para el placer.


Bibliografía

Baumgart, R., “Wenn die Köpfe explodieren. Ernst-Wilhelm Händlers verwirrende Talentproben”, Die Zeit (nº 41), 4-10-1996.

« Die Zukunft des Kapitalismus. Der Firma Deutschland fehlt der Auftrag », Ein Gespräch mit dem Schriftsteller und Unternehmer Ernst-Wilhelm Händler (geführt von Thomas E. Schmidt und Christof Siemens), Die Zeit (nº 27), 30-06-2005.

Köhlmeier, M., « Meister der querschlagenden Sätze. Ernst-Wilhelm Händlers ‘Stadt mit Häusern’, Neue Zürcher Zeitung, 5-12-1995.

Kühlmann, W., “Monologe eines Maklers. Ernst-Wilhelm Händlers Debüt, Frankfurter Allgemeine Zeitung (nº 235) (Suplemento literario de la Feria del Libro), 10-10-1995.

Mangold, I., “Die ganze Wirklichkeit soll es sein. Ernst-Wilhelm Händlers ‘Sturm’ ist zugleich nordische Künstlersage und Technologieutopie. Gesellschaftsroman und Sciencefiction, en Berliner Zeitung, 12-10-1999.

Schäfer, A., "Philosophiestunde des Papiertigers vor Akteschrank. Leider ziemlich unsexy : Ernst-Wilhelm Händlers Roman ‘Der Fall’ aus der Wirtschaftswelt über die Welt der Literatur und des Schreibens allgemein", en Berliner Zeitung, 14-10-1997.

Schulte, S., “Ernst-Wilhelm Haendler”, en Kritisches Lexikon zur deutschsprachigen
Gegenwartsliteratur
– KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.

Schweizer, M., “Die Erforschung der Isolation. ‘Wenn wir sterben’: Mit Erst-Wilhelm Händler im Reich der Managerinnen, en Berliner Zeitung, 13-01-2003.

Werber, N., “Optimale Auslastung der Fickmaschine”, en Tageszeitung (nº 6865), 28-9-2002.


A. ROSSELL, en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 120-123. ISBN: 978-3-03911-706-2.