Alexander Kluge
(traducción de Anna Rossell)
Experimento amoroso
En 1943 los rayos X se consideraron el medio más barato para llevar a cabo en los Lager esterilizaciones en masa. Pero era dudoso que la infertilidad conseguida por estos medios tuviera efectos duraderos. Llevamos a cabo un experimento juntando dos prisioneros, un varón y una hembra. El espacio elegido para este fin era más grande que la mayoría de las otras celdas, fue provisto de alfombras de la dirección del Lager. La expectativa de que los prisioneros, en su nupcialmente decorada celda, respondieran satisfactoriamente al experimento no se cumplió.
¿Sabían ellos que habían sido esterilizados?
No podía concluirse. Ambos prisioneros se sentaron en rincones diferentes del espacio entarimado y alfombrado. A través del ojo de buey que servía para la observación desde el exterior no podía distinguirse si habían hablado entre ellos desde el momento en que se les juntó. En cualquier caso una conversación no sostuvieron. Esta pasividad resultaba especialmente molesta porque se había anunciado la visita de invitados de alto rango para la observación de la prueba; a fin de acelerar la marcha del experimento el médico del distrito y director de la prueba ordenó despojar a los dos prisioneros de sus ropas.
¿Se avergonzaban los sujetos de experimentación?
No puede afirmarse que los sujetos de experimentación se avergonzaran. En lo esencial, incluso desnudos permanecieron en la misma posición adoptada hasta entonces, parecía que dormían. Vamos a despertarles un poco, dijo el director de la prueba. Fueron a buscar discos. Por el ojo de buey podía observarse que al principio ambos prisioneros reaccionaron a la música. Pero en seguida recobraron su estado apático. Para el experimento era importante que los sujetos de experimentación empezaran de una vez con el experimento, porque sólo así podía comprobarse si la esterilidad provocada sin que se percataran se mantenía en las personas tratadas durante un período prolongado de tiempo. Los equipos que participaban en el experimento esperaban en los pasillos de la fortaleza, a algunos metros de distancia de la puerta de la celda. En general no causaban ningún ruido. Habían recibido instrucciones de hablar entre ellos en voz baja. Un observador seguía el desarrollo de los acontecimientos en el interior. Ambos prisioneros debían creer que ahora estaban solos.
A pesar de ello en la celda no pudo constatarse tensión erótica alguna. Los responsables llegaron a pensar que debían haber elegido un espacio más pequeño. Por lo que respecta a los sujetos de experimentación habían sido escogidos cuidadosamente. Según se desprende de las actas, ambos sujetos de experimentación debían haber sentido mutuamente un alto grado de interés erótico.
¿Cómo se sabía esto?
J., hija de un consejero de gobierno de Braunschweig, fecha de nacimiento 1915, es decir, edad aproximada 28 años, marido ario, bachillerato, estudios universitarios de historia del arte, según decían en G., ciudad de provincias de la Baja Sajonia, era inseparable del sujeto de experimentación masculino, un tal P., fecha de nacimiento 1900, sin profesión. J. dejó a su marido, que la hubiera salvado, por P. Siguió a éste a Praga, después a París. En 1938 se consiguió detener a P. en territorio del Reich. Unos días más tarde apareció J., asimismo en territorio del Reich, en busca de P. y también fue detenida. En la cárcel y después en el Lager ambos intentan encontrarse repetidas veces. De ahí nuestra decepción: ahora finalmente hubieran podido y ahora no querían.
¿No mostraban buena disposición los sujetos?
En general se mostraban obedientes, quiero decir que mostraban buena disposición.
¿Estaban los prisioneros bien alimentados?
Bastante tiempo antes del inicio de la prueba los sujetos de experimentación previstos habían sido especialmente bien alimentados. Ahora llevaban ya dos días en el mismo espacio sin que pudiera observarse ningún gesto de aproximación. Les dábamos a beber gluten de albúmina de huevo, los prisioneros engullían la clara de huevo con fruición. El sargento mayor Wilhelm ordenó que les mojaran un poco con las mangueras del jardín, a continuación se les condujo de nuevo, temblando de frío, a la habitación entarimada, pero la necesidad de calor no provocó su acercamiento.
¿Sabían ellos que en caso de embarazo ambos cuerpos serían diseccionados y examinados?
Que los sujetos de experimentación lo supieran o que siquiera lo sospecharan es improbable. Desde la dirección del Lager se les hicieron llegar repetidas veces garantías positivas de supervivencia. Creo que no querían. Para decepción del teniente general A. Zerbst, especialmente desplazado para este fin, y de su acompañante el experimento no pudo llevarse a cabo, ya que ninguno de los medios utilizados, tampoco los violentos, permitieron concluir la prueba con éxito. Presionamos sus cuerpos uno contra el otro, los mantuvimos en estrecho contacto bajo aumento progresivo de calor, los frotamos con alcohol, dimos de beber alcohol a los sujetos, vino tinto con huevo, también les dimos a comer carne y a beber champán, corregimos la iluminación, nada de todo esto condujo a la excitación.
¿Se probó todo?
Puedo garantizar personalmente que se probó todo. Había entre nosotros un sargento mayor que era algo entendido en la materia. Fue probándolo todo, todo lo que en estos casos siempre funciona. Al final no pudimos entrar nosotros mismos y probar suerte porque ello hubiera significado un ultraje a la raza. Ninguno de los medios que se probó condujo a la excitación.
¿Nos excitamos nosotros?
En cualquier caso, más que los dos de la celda; al menos esto parecía. Por otra parte se nos hubiera prohibido. En consecuencia no creo que estuviéramos excitados. Quizá nerviosos, porque la cosa no funcionaba.
Si amorosa a ti me entrego,
¿Vendrás esta noche a mi alcoba?
Fue del todo imposible conseguir que los sujetos de experimentación reaccionaran claramente y por ello la prueba fue interrumpida sin resultado alguno. Más tarde se reanudó con otros sujetos.
¿Qué sucedió con los sujetos de experimentación?
Los obstinados sujetos fueron fusilados.
Significa esto que, alcanzado un determinado grado de infelicidad, no es posible ejecutar un acto amoroso?
(En: Erzählte Zeit, 50 deutsche Kurzgeschichten der Gegenwart, ed. de Manfred Durzak, Reclam, Stuttgart, 1982, pp. 126-129, traducción de Anna Rossell.
Este cuento de Alexander Kluge se publicó en primera edición en su libro de relatos Lebensläufe (Currículos), en 1962)
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