Un brindis por la intertextualidad universal (por Anna Rossell)
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UN BRINDIS POR LA INTERTEXTUALIDAD UNIVERSAL
Anna Rossell
Poco a poco –ya era hora- van siendo más los síntomas de apertura de nuestro escenario literario occidental a las literaturas de raíces más diversas. En forma de reticente goteo se nos han dado a conocer autores de otros horizontes culturales –un hito significativamente aislado lo marcó en 1986 la concesión del Premio Nobel de Literatura al nigeriano Yoruba Wole Soyinka-. Sin embargo en el mundo cada vez más manifiestamente plural en el que vivimos, donde la comunicación ha alcanzado ya hace tiempo una velocidad desenfrenada, la normalidad, en cuanto al mutuo conocimiento del arte de la escritura se refiere, nos queda desproporcionadamente lejos. Por su escasez, las aportaciones que en nuestro entorno nos brindan la oportunidad de acercarnos a un universo literario tan extrañamente inaccesible resultan valiosísimas. Y por esta razón hay que felicitar a la asociación TRANSLIT por la multicultural exquisitez del programa que nos propone para deleitarnos el próximo mes de diciembre con su “Mercat d’Històries” en el “Centre de Cultura Contemporània de Barcelona” (CCCB).Sin duda el placer y el enriquecimiento que supuso para el lector occidental el primer contacto con otras literaturas se deben a razones históricas de ingrato recuerdo, pues han sido consecuencia del vergonzante pasado imperialista europeo o del forzoso exilio político y/o económico que, desde mediados de los años cincuenta, ha obligado de modo masivo a la emigración hacia Europa. Algunos de los autores surgidos directa o indirectamente de estos procesos se han dado a conocer entre nosotros al establecerse en el antiguo país colonizador y escribir en la lengua europea correspondiente: el indio V. S. Naipaul, la nigeriana B. Emecheta, el marroquí T. Ben Jelloun, entre otros tantos. Sin embargo es aún muy exiguo el conocimiento que tenemos de las literaturas que se producen directamente en sus lugares de procedencia cultural, aunque hayan sido concebidas en una de las lenguas del viejo continente, por no hablar de las más auténticamente genuinas surgidas en los propios idiomas de origen de las que somos completamente ignorantes. Exceptuando la tradicional atención que se ha prestado desde Europa al desarrollo y a la producción literaria de la mayor parte de la geografía americana –tanto del norte como del sur -, nuestro contacto con el arte de la escritura producida en otros continentes es bien escaso, cuando no nulo.Las salvedades que, a pesar de todo, por suerte han trascendido confirman, y a menudo superan, las expectativas que sus compatriotas y compañeros de pluma residentes en Europa habían despertado en nosotros. Porque los productos literarios que se fraguan en el crisol de los encuentros culturales son a menudo especialmente y novedosamente creativos, impulsan insólitas vías expresivas para la fantasía en lo formal y ofrecen inesperadas y sorprendentes imágenes en lo metafórico. En otras palabras, son la demostración más plausible de que la mixtura cultural atiza el ingenio y el genio poético en el sentido más puro del término. Franz Kafka, Theodor Fontane, Adelbert von Chamisso, Vladimir Nabokov, Joseph Conrad, Paul Celan, Claudio Magris o Elías Canetti son sólo algunos ejemplos ya consagrados, cercanos e indiscutibles de esta promiscua y prolífica genialidad.Las literaturas mestizas, sea cual sea el sentido que se le dé al término, fraguan con un potencial de salida cuyo producto no es aconsejable perderse. Reúnen todos los ingredientes necesarios para impulsar un arte especialmente rico: sus autores acumulan la vivencia de profundas convulsiones históricas y sociales, herencia de un pasado reciente, cuya huella pervive con dolorosa intensidad en la conciencia y en el presente de las jóvenes generaciones, y se han alimentado y todavía se alimentan del nutritivo caldo de la confluencia étnica y cultural que ensancha el horizonte espiritual del individuo y aviva su imaginario. Bajo esta perspectiva las literaturas asiáticas y africanas son probablemente las que nacen en el terreno mejor abonado –en Kenia, por poner sólo un ejemplo, viven treinta millones de habitantes pertenecientes a más de treinta grupos étnicos distintos que hablan unas cuarenta lenguas. En la escasa extensión de Guinea Bissau conviven cerca de veinte-. O las literaturas caribeñas: ¿cuál no ha de ser el universo mental de Trinidad que, con una población de un millón y medio de habitantes (conjuntamente con la isla de Tobago), es uno de los países con más diversidad étnica del mundo, donde conviven en armonía desde antiguo descendientes de diversas tribus amerindias, de españoles, franceses e ingleses, y desde el siglo diecinueve ha acogido a gentes de China, Líbano, Siria y diferentes regiones del Mediterráneo, además de gentes del subcontinente indio?Son demasiados los nombres que cabría mencionar para dar una idea cabal de este riquísimo y vasto caleidoscopio de registros. Algunos de ellos –pocos- son ya conocidos entre nosotros, pero constituyen una minúscula muestra de aquella amplia palestra. Disfrutamos ya de magníficos representantes de las literaturas de otros continentes, como Germano Almeida, Mia Couto, José Eduardo Agualusa en las de expresión portuguesa,; Wole Soyinka o Chinua Achebe en las anglófonas, o o Maryse Condé, Édouard Glissant, Driss Chraibi o Malika Oufkir en las francófonas, entre otros. Sus obras han sido traducidas a las lenguas europeas más extendidas. Sin embargo el novedoso paisaje literario que ellos nos ofrecen proporciona sólo una leve intuición del terreno que aún nos queda por descubrir y que cumple explorar en toda su extensión. Sus creaciones nos permiten asistir al descubrimiento de nuevos géneros literarios, a la convivencia –a menudo íntima hasta la hibridación- de lenguas de los más diversos orígenes y deleitarnos con la fructífera interpretación que da de nuestros clásicos una perspectiva radicalmente distinta, que sabe aprovechar activamente el magisterio de los autores occidentales integrándolo en el propio legado cultural: ¡Insólita la adaptación de nuestro Sheakespeare por los actores del mozambiqueño “Teatro Avenida” de Maputo! ¡Insólita la innovación que supuso para la escena africana a partir de los años sesenta la herencia de Brecht, que tantos autores africanos supieron fusionar con la tradición de su propio teatro; una evolución que ya tuvo sus inicios en los años cincuenta, en los centros que, con las universidades, impulsaron la renovación teatral. Autores como el propio Wole Soyinka, Gemi Osofisan, Boubacar Boris Diop, Sony Labou Tansi y un largo etcétera tienen sus raíces en instituciones tales como la “École William Ponty” de Gorée Island (Senegal), el “Makarere College” de Kampala (Uganda) o la nigeriana “Abeokuta Grammar School”.¿Cómo no hemos de rendirnos al poder simbólico de la prosa criolla de la caboverdiana Orlanda Amarílis, que convierte la transgresión de las fronteras entre registros y personajes en arte narrativo?, ¿al atractivo de Luandino Vieira, que incorpora técnicas orales en sus relatos?, ¿a la sensualidad de la poesía de Ana Paula Tavares o a la del también angoleño David Mestre, que recurre a la simbiosis lingüística entre el portugués y el quimbundo? Su nombre suena ya junto al de Ruy Duarte de Carvalho, cuya vena poética, atenta a los ritmos y a la iconografía de los rituales, se nutre de la sabia de las culturas populares campesinas con innovadoras técnicas compositivas al margen de la estética convencional.Por suerte el impulso revitalizador que puede dar el encuentro multicultural está vivo en Europa, incluso es un motor de las más nuevas vanguardias literarias. Desde las grandes salas del barrio londinense de Brixton y desde el espectáculo de masas del Notting Hill Carneval, nos llegan ecos de representantes actuales de la así llamada “Black British Literature”, como Lynton Kwesi Johnson, James Berry o Jean Binta Breeze. Su popularidad no sólo se debe al potencial provocador de sus textos, sino a la calidad de su producción como creadores de performance, donde la tradición oral de sus culturas de origen fructifica a ritmo de reggae y de rap. Del mismo modo también parece disfrutar de buena salud en Gran Bretaña el teatro negro africano que con autores como Mustapha Matura o directores como Albie James (Temba Theater) constituyen por contraste el necesario revulsivo ante la cultura oficial.Entretanto múltiples sociedades culturales han ido surgiendo en diversos países europeos con el ánimo de potenciar el mutuo conocimiento entre autores y literaturas de los distintos continentes. TRANSLIT, asociación cultural fundada en Barcelona a finales de 1993, nació con el objetivo de promocionar y difundir las literaturas de origen africano, asiático y caribeño en Cataluña y en todo el estado español. Desde entonces nos ha venido obsequiando bianualmente con encuentros literarios que han dado respectivamente, como producto adicional, una antología con algunos textos de los autores invitados –Rostres d’Europa. Autores i autors d’Àfrica i Àsia, ed. Virus, 1995; Nòmades de les paraules. Literatura entre continents, ed. Virus, 1997; Interseccions, ed Virus, 1999-, a lo que hay que añadir aún otras utilísimas publicaciones, como un catálogo de obras de autores no europeos editadas en las lenguas de nuestro país, Catàleg Literatura diversa, ed. Virus, 1997, y un Diccionario de literatura del África subsahariana, ed. Virus, 2001, elaborado por un equipo de diferentes especialistas europeos, que incluye una selección bibliográfica de las publicaciones, comentarios y resúmenes de las obras más significativas, así como datos biográficos de los autores. La aportación literaria de los escritores invitados al “Mercat d’ Històries” también será publicada en una antología, en castellano y en catalán, por la editorial Icaria.Los próximos 10-14 de diciembre TRANSLIT nos brinda, en el CCCB, sus nuevas jornadas bajo el sugerente título de “Mercat d’Històries”, esta vez dedicadas a la literatura caribeña y del África subsahariana. TRANSLIT, que viene trabajando desde hace años con otras asociaciones y entidades europeas o de Barcelona como “The African Literature Forum” (Londres), “Instituto Camoes” (Lisboa), “Instituto Português do Livro e das Bibliotecas” (Lisboa) o “Festival International des Francophonies” (Limoges); Centro de Língua-Instituto Camoes (Barcelona), “Institut français” (Barcelona) y Goethe Institut (Barcelona), extiende este año su red de colaboradores a la “Associaçâo Cultural e Recreativa Chá de Caxinde” (Angola), “Étonnants Voyageurs Afrique” (Mali), “Cena Lusófona-Associaçao Portuguesa para o Intercâmbio Teatral” (Coimbra) y “Lai-momo” (Bolonia). La experiencia que el equipo de TRANSLIT ha ido adquiriendo en la gestión cultural y en el conocimiento de estas literaturas se traduce en el contenido y el diseño de una programación que ha sabido superar constantemente la calidad de las anteriores ediciones. El bullicio que este año trae el “Mercat” viene reflejado en el interés de los autores, de los temas, de los soportes y de los formatos. Mesas redondas, debates, entrevistas, charlas, actividades con escuelas y talleres de traducción se nos presentan bajo rúbricas tan seductoras como ‘el mundo de la edición’, ‘las condiciones de la escritura’, ‘la literatura de viajes’, ‘el reportaje y la novela’, ‘la literatura infantil’, ‘literatura y censura’, ‘el teatro africano’, ‘la novela negra’ o ‘el cómic’; todo ello adobado con la presencia de numerosas asociaciones culturales, una muestra de cine y una exposición de cómic africanos, así como de una pequeña biblioteca en la que el curioso e interesado podrá bucear. Germano Almeida, Moses Isegawa, Abdourrahman Waberi, Robert Antoni, Ananda Devi, Véronique Tadjo, Ken Bugul, Helon Habila, Moussa Konaté, Ramón Lobo, Carme Portacelli, Albert Sánchez-Piñol, José Maria Ridao, Andreu Martin, Anna Aguilar-Amat, Ada Castells, son sólo algunos de los autores literarios, editores, dramaturgos, periodistas o directores teatrales de aquí y de “allá” que confluirán en este prometedor encuentro. La dirección http://www.pangea.org/org/translit informa con detalle sobre el “Mercat”.
(En: Quimera. Revista de Literatura, 2003)
Publicado por Anna Rossell en 13:54
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