28 de diciembre de 2009

BERTOLT BRECHT, CON MOTIVO DEL ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN

Este otoño, en que hemos celebrado el vigésimo aniversario de la caída del muro que dividió Berlín y las dos Alemanias desde agosto de 1961, me he acordado especialmente de Bertolt Brecht, que por su teoría y su práctica del teatro épico ha pasado a la historia de la literatura más como hombre de teatro que como poeta. Sin embargo Brecht fue también un fecundo poeta y aplicaba a su poesía una filosofía muy similar a la de su teatro: el efecto de distanciamiento (V-Effekt, Verfremdungseffekt).

Es generalizada la errónea creencia que Brecht eligió la zona de ocupación soviética -después República Democrática Alemana (RDA)- como país de residencia al regresar de su exilio norteamericano después de la Segunda Guerra Mundial. Pocos saben (¿o quizá nadie?) que no fue así. Durante mi estancia en Berlín con motivo de mi trabajo de investigación sobre Erwin Piscator, otro revolucionario hombre alemán de teatro, exiliado también en los EEUU y amigo de Brecht, me ocupé intensamente -en los archivos de la Academia de las Artes de Berlín (Akademie der Künste)- de la correspondencia que aquél había mantenido en el exilio. La Academia de las Artes de Berlín alberga una buena parte del legado de Piscator. La correspondencia entre ambos ponía de manifiesto que Brecht había solicitado la documentación necesaria para viajar a la zona de ocupación de los aliados occidentales -después República Federal de Alemania (RFA)-, y no a la futura República Democrática Alemana. Sólo que la documentación no llegaba y Brecht tenía mucha prisa por salir de los EEUU, donde la caza de brujas impulsada por el senador Joseph McCarthy lo tenía en el punto de mira. Brecht estaba siendo investigado e incluso había sido ya interrogado; tuvo que marcharse de un día para otro y, a falta de la documentación que él había solicitado y no le había llegado, lo hizo pasando por Suiza hacia la RDA. Bien es cierto que en la RDA le recibían con los brazos abiertos y le daban todas las facilidades para desarrollar allí su teatro.

En relación con todo esto y con la caída del muro creo que vienen muy a cuento estos dos breves poemas suyos de las Elegías de Buckow (Buckower Elegien):


DER RADWECHSEL (más abajo la traducción)

Ich sitze am Straßenhang.

Der Fahrer wechselt das Rad.

Ich bin nicht gern, wo ich herkomme.

Ich bin nicht gern, wo ich hinfahre.

Warum sehe ich den Radwechsel

Mit Ungeduld?


EL CAMBIO DE RUEDA

Estoy sentado al borde de la carretera,

El conductor cambia la rueda.

No me gusta el lugar de donde vengo.

No me gusta el lugar a donde voy.

¿Por qué miro el cambio de rueda

con impaciencia?

O éste otro, escrito con motivo de la represión ejercida por el gobierno de la RDA sobre el levantamiento obrero del 17 de junio de 1953, cuando los trabajadores se movilizaron por la subida de los precios:

DIE LÖSUNG (más abajo la traducción)

Nach dem Aufstand des 17. Juni

Ließ der Sekretär des Schriftstellerverbands

In der Stalinallee Flugblätter verteilen

Auf denen zu lesen war, daß das Volk

Das Vertrauen der Regierung verscherzt habe

Und es nur durch verdoppelte Arbeit

zurückerobern könne. Wäre es da

Nicht doch einfacher, die Regierung

Löste das Volk auf und

Wählte ein anderes?


LA SOLUCIÓN

Después del levantamiento del 17 de junio

el secretario de la Liga de Escritores

mandó repartir octavillas en la avenida de Stalin

en las que se podía leer que el pueblo

había perdido el favor del gobierno

y sólo podía recuperarlo

trabajando el doble. ¿Y no sería

mucho más fácil que el gobierno

disolviera el pueblo y

eligiera otro?

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