Cysko Muñoz
El tiempo ya no
importa
La Garúa, Santa Coloma de Gramanet, 2014, 90 pp.
por Anna Rossell
Dividido en tres
partes, Cronología de un comienzo,
Historias del miedo y otras causas y Cronología
de una despedida, este poemario de Cysko Muñoz (Barcelona, 1976) es la
crónica de la lucha contra el tiempo, un pulso entre la voz poética y la vida.
La dedicatoria que
abre el libro, A mi padre//por hacer tanto/con tan poco, nos orienta en cuanto al
referente: la figura del padre que despierta en su hijo admiración y respeto
inmensos por su perseverancia y valentía ante los embates de la existencia.
Como él, la voz poética se enfrenta a su propio combate en su trayectoria
vital. De este combate, de las victorias y las derrotas, y de la pelea
constante –sobre todo de ésta última- nos habla el poemario.
El sujeto poético se presenta a sí mismo como
inconformista con el mundo que conoce y, a modo de declaración programática,
manifiesta su firme intención de cambiarlo. Ya en el primer poema, que encabeza
el título Cronología de un comienzo,
como si de su propio nacimiento se tratara, afirma: Hace tiempo ya que escribo/para desordenarles el nombre/a las cosas
(El desorden). La primera parte se
inicia con lo que parece ser un estudio topográfico de los obstáculos con que
la voz poética intuye que pueda tropezarse el ser humano en su periplo, la localización
de las trabas que pudieran impedirle vivir con dignidad. Así, en una exhortación
universal, se rebela contra la apatía y el conformismo: No deberíamos permitir/que lo único que nos pase//sea el tiempo.// […]
Deberíamos gritar.// Y reventar a patadas/los sillones (Refugios). Pero inmediatamente el
poemario toma un giro personal que en cada verso deja entrever el desencanto,
el malestar, el dolor y la angustia del sujeto poético, el desengaño ante la
constatación de que lo más precioso es efímero y sucumbe a las embestidas del
tiempo: […]/porque ya no sé en
qué/esquina está el frigorífico/ni dónde olvidé los recuerdos/ni cómo sonaba el
eco/de los abrazos (A cuestas), o
bien: Hoy he nacido el día/pensando que
todo se rompe./Todo lo que dejamos en un estante,/encajonado.//El tiempo lo
quiebra//[…]//[…] las promesas,//los cuidados.//, sin embargo intuye una
posibilidad de salvación, pues prosigue: Si
no se mueve, se rompe (Pedazos). Con
todo, el dolor del alma atormentada que se desnuda en los poemas -Mi dolor, como/ropa tendida/en una calle […]
para que todos lo vean/para que entiendan/que hace frío […] (Tendiendo
cometas)- manifiesta una tenue esperanza, la llama que con insistencia se
nos exhorta a mantener viva, la advertencia de que el mayor enemigo de la
armonía, de lo más entrañable, es el inmovilismo, el abandono, la desidia: Deberá llegar la paz/un día,/desabrochar los
botones/y respirar hondo […]//detener/la prisa y la angustia,/asfaltar de calma
las calles/inundar los pulmones de aire//y para que no se quede/varada el
alma//andar (Deberá llegar). Hay
en los poemas de Cysko Muñoz una incitación
a vivir con determinación, la advertencia de que poner cortapisas a los
influjos externos por temor, para autopreservarse, es no vivir, de que la vida
es riesgo y está reñida con Mi plan para
ordenar/el mundo (Mi absurdo plan):
[…]/juégate al 7 negro/las tiritas de una
vida/pierde el miedo a perder/y con la carne en carne viva//dobla la
apuesta//rompe el tablero//o siéntate a
mirar/como/te pasan los días por delante// y como llegas tarde/a tu
propia vida (Al 7 negro). O bien:
[…]//Que a la ilusión/le gusta andar
descalza/y bailar desnuda/hasta convencernos/de que nos tenemos que volver a
enarbolar.//Que es en nuestro pecho/ donde se ocultan las raíces/del arco
iris/y que el sol brilla más fuerte/para quien deja sus puertas//de par en par
(Ojos de ballena). El miedo a la
muerte espiritual por mano propia es recurrente: […]//He gritado sobre una silla/y no me ha escuchado nadie que/yo
también me dejé morir.//He gritado que necesito//hoy//saciar esta sed de mí/que
tengo. […] (En los espejos). O bien: […]//me
repite que no se puede aprender/a ser original/que deje de inventarme
escondites/si quiero ser de verdad/[…]//Me persigue el muerto (El muerto)
El sujeto poético expresa un anhelo vehemente de
autenticidad, una búsqueda del yo, que se encuentra como conclusión a partir de
la autocrítica. En un diálogo de la voz poética consigo misma se descubre el
aprendizaje de que la clave de la seguridad está en la propia persona: Andas a la deriva/buscando una pupila/ que
acierte en ti.//Y aprenderás/más tarde de lo que quisieras//que sólo tú//eres
tierra firme (Sólo en ti). La
misma idea se manifiesta en el plano literario, claramente extrapolable: Me paso el día buscando versos/y las
palabras se ríen de mí/[…]//y me descubro/espiando a otros poetas,[…]//Y
entonces me doy cuenta de/que yo no puedo escribir/como ellos.//Que yo no puedo
escribir/como nadie./Que yo sólo sé escribir/si soy yo/quien se asoma y se
incendia/en el/borde/del poema (Poética
etílica). El poemario es testimonio de la escritura como herramienta para
la autoobservación, la autocensura y el autoconocimiento: […]//Los días como hoy//tan raros//me quitan el hambre//debo masticar
muy bien/para no atragantarme//con mi parte de culpa (Mirándome).
Si bien el sujeto poético dirige la mirada en
primera línea hacia sí mismo, en algunos momentos también observa el mundo para
reprobarlo. Así cuando se lamenta por las deshumanizadoras consecuencias de la
aceleración en lo cotidiano o por la desespiritualización a la que aboca el
consumismo: Dónde queda el alma/si esta
vorágine no/tiene ya costas. […]//Dónde queda el verbo,[…]/si mutilamos un te
quiero/en teléfonos frenéticos […]//Dónde queda el latido,/si se busca en las
bolsas/de los centros comerciales/o en las prisas de los/pasos de peatones […]
(Tiempos extraños). O como cuando
caracteriza la escuela como el lugar donde le programan a uno para la muerte en
vida: Vivir en esta jaula de peces
vestidos con traje gris […]/Entregar el aliento de tu vida, cuarenta horas a la
semana (La escuela) y se subleva
con distancia irónica contra los lemas que supuestamente han de garantizarnos
el éxito: Protege bien/tus
intereses/todos los que te rodean/se quieren aprovechar de ti […]//-no te
muestres, no te exhibas-//[…] (Divide
y vencerás)
A modo de homenaje a quien es su referente en la
vida, Muñoz cierra el libro con una serie de poemas en recuerdo de su padre que no se rindió nunca (Profecía) y al que ve desvencijado por
la vejez y la enfermedad: […] Los dientes
sin tenaza//desarmados.//Los ojos derramándose/en el vértice del sueño[…] (Sala de espera); Conozco la sombra/negra y espesa/que han dejado en sus ojos/los
narcóticos (Los grillos), pero ni
en los peores momentos vencido, jamás vencido: […]/Derrame cerebral/Ni el
cáncer de huesos/ni su puta madre//le iban/a decir a él/lo que tenía que hacer (Ni una derrota). Y concluye, en
agradecimiento a su legado: […]//Las
manos de mi padre/nacieron ya viejas/cultivadas entre/fanegas de injusticia/y
de miseria/pero siempre supieron/plantarle cara a las lágrimas/con un golpe en
la mesa//[…]//Las manos de mi padre están en mí (Las manos de mi padre).
Cysko Muñoz es una de las voces emergentes en los
últimos años en el Slam Poetry de Barcelona (España). Dirige el micro abierto poético Periferic Poetry Sant Boi y
actualmente conduce, además, junto con Marc García, el Llobregat Slam Poetry
con sede en Sant Boi y El Prat del Llobregat, “una
competición poética, un combate de boxeo a golpe de versos”, que se organiza
periódicamente en el Baix Llobregat, en la que los/las participantes se miden
ante un público-jurado, que selecciona a los/las mejores. Este tipo de poesía,
larga (tres minutos) y rebelde, que se recita de memoria y tiene un elevado
componente teatral, forma parte ya de los escenarios poéticos urbanos en todo
el mundo y gana cada vez más adeptos entre un público de todas las edades.
© Anna
Rossell
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