Uwe Tellkamp, La Torre
Trad. Carmen Gauger
Anagrama, Barcelona, 2011, 887 págs.
*
*
por Anna Rossell
Como avanza el subtítulo, Sobre un país desaparecido, La Torre es la epopeya del hundimiento de la República Democrática Alemana. Uwe Tellkamp (Dresden, Alemania, 1968) conoce por experiencia los ambientes que recrea y sabe transmitir con verosimilitud diálogos y situaciones: sitúa la acción en un barrio residencial de su ciudad natal y sus protagonistas representan la burguesía intelectual entre la que él creció, uno de los cuales –Christian- comparte con el autor rasgos biográficos. La novela –Deutscher Buchpreis 2008- arranca en 1982, un mes después de la muerte de Brezhnev, y acaba el 9 de noviembre de 1989-, con la caída del muro. En casi novecientas páginas Tellkamp se despacha a gusto con un diferenciado y amplio repertorio de personajes, todo un espectro de actitudes y posiciones ideológicas en los últimos años de la RDA.
La arquitectura de tan amplia panorámica se sustenta sobre
todo en tres caracteres: el adolescente, bachiller y soldado Christian
Hoffmann, su padre, Richard, médico, y su tío Meno Rohde, biólogo de formación,
investigador frustrado por no cumplir con los obligados requisitos de estricta
fidelidad a la nomenklatura, y lector en una editorial. En torno a estos tres
pilares, que le permiten dar cuenta sobre todo del mundo de la edición y la
censura, de la sanidad y del militar en el antiguo satélite de la Unión
Soviética, el autor despliega otro sinfín de personajes, que nos acercan a los
sombríos matices de una sociedad burguesa intelectual que cree en el humanismo
y en el librepensamiento y se encierra en sí misma para protegerse de la
atmósfera hostil que reina en su país entre los muros de las decadentes
mansiones, otro tiempo esplendorosas, que ahora se ven obligados a compartir
por imposición socialista. A ello remite el título, que alude a la vez al
aislamiento en la torre de marfil y a la Sociedad de la Torre del Bildungsroman
de Goethe Los años de formación de
Wilhelm Meister. Es patente la intención de dejar constancia de los rasgos
más negros característicos de la RDA, así como el esfuerzo de hacerlo con
objetividad y sin ira: los problemas de las viviendas compartidas, la dolorosa
desconfianza de todos hacia todos por el espionaje generalizado en el estado policial,
la censura editorial, las separaciones familiares, los intentos de huída, los
chantajes, los entresijos de la propaganda, los mecanismos de defensa -desde la
sutileza en la escritura hasta el cinismo-, las concesiones hasta la
humillación de todo aquél que pretende estudiar una carrera, los constantes
sobornos integrados en la vida cotidiana, el deterioro medioambiental por la
grave contaminación.
El lector agradecerá sin duda la pormenorizada prolijidad de
los ambientes que le permitirán hacerse una idea ajustada del panorama
político, social y humano de la Alemania del Este. Sin embargo la novela peca a
mi modo de ver de innecesaria reiteración, sin la cual se mantendría igualmente
la visión panorámica.
Estilísticamente la novela se sirve de la técnica de
montaje: cada uno de los personajes principales narra desde su punto de vista
personal, se alterna el estilo indirecto con las extensas entradas del diario
de Meno Rohde y con el flujo de conciencia, sobre todo hacia el final, en que
el realismo predominante da paso a algunas escenas surrealistas. Asimismo Tellkamp
compagina momentos de escueta sintaxis en los diálogos con otra larguísima y
enrevesada, a su vez con largos incisos intercalados.
Tellkamp se ganó el reconocimiento literario en su país
sobre todo a partir de la concesión del Premio Ingeborg Bachmann 2004
precisamente por su soberano manejo de los estilos lingüísticos, con un
capítulo de su proyecto de novela Der
Schlaf in den Uhren. Posiblemente sea la capacidad para desarrollar diferentes
registros, –argot funcionarial, el grosero de algunos soldados o el dialecto
sajón, entre otros- , una de las mejores cualidades de la novela original, que
se pierde forzosamente en la traducción española. Al lector en español no
familiarizado con la historia de la RDA y las claves de su vida cotidiana,
sirven de gran ayuda las frecuentes aclaraciones a pie de página con que la
traductora dota a su versión. No sale tan airosa, sin embargo, en la tarea de
la difícil traducción a la que se enfrenta, contaminada demasiado a menudo de
calcos alemanes léxicos y sintácticos. La
Torre es la primera novela de Tellmann que se publica en España, también en
catalán (Empuries 2011).
© Anna Rossell
2 comentarios:
Se agradece la "recomendación" de novelas como ésta. Personalmente me ha interesado siempre la vida al otro lado del muro. Quizá porque tuve familia que nació allí y escapó, quizá por el miedo que siempre reflejaron sus ojos al atravesar fronteras desde entonces (nunca dejó de viajar ya) o quizá porque Alemania forma parte de veinte años de mi vida a la que iba cada año y cada año la descubría. Un beso más.
Caramba, Carmen,también nos une eso; un aspecto para mí inesperado. Hay que charlar sobre el tema. Un abrazo grande.
Publicar un comentario