7 de septiembre de 2011

CORRESPONDENCIA ANNA ROSSELL-XEC MARQUÈS (07-09-2011)

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Querido Xec,

hace algunos días, no muchos, con motivo del revuelo que se ha organizado en el mundo por la hambruna estructural que ya desde hace tiempo sufre el cuerno de África (Somalia...), tú te preguntabas: ¿Cómo es posible que, en tan poco tiempo, ahora de repente salgan cantidades astronómicas de dinero para paliar esta hambruna y tantas muertes?, ¿de dónde sale este dinero? y aún te hacías otra pregunta básica: ¿Cómo es posible que los especialistas en bolsa puedan prever las alzas y / o las caídas de valores y no seamos capaces de prever esta hambruna, que es más que previsible, dadas las condiciones que reinan en esta zona desde hace tanto? Yo intentaba responderte a ambas cuestiones, tan esenciales y sorprendentes. Mi conclusión -decía yo- era que había que desconfiar, había que pensar mal, pensar que a alguien ("alguien" en plural y con mayúsculas) debía de interesarle esta hambruna, que la hambruna debía de reportar cantidades astronómicas de dinero a ese "alguien".

Pues pocos días después -el pasado domingo- venía la respuesta a estas preguntas en el suplemento dominical de El País. Lamentablemente yo tenía razón. El artículo no tiene desperdicio. Lo he escaneado para que puedas leerlo. [Copio el artículo a continuación para l@s lectores de esta carta en el blog].
Aquí lo tienes. Cuando lo hayas leído, no lo tires. Hay que copiarlo y ponerlo en un marco. Ahora la pregunta que se me plantea es otra:

¿Cómo se puede saber esto -puesto que se publica- y que no resuene en el mundo, a continuación, de inmediato, un clamor que se oiga de una orilla a otra? ¿Cómo no se levanta el mundo entero en una revolución insólita, globalizada y sin fronteras? Los inversores y analistas a los que el artículo hace referencia invierten en muertes y hambre como en otro valor cualquiera en bolsa, especulan con ella. Me quedo sin palabras. Poco a poco la capacidad humana de acostumbrarnos a TODO, exactamente a TODO, a cualquier cosa, por más cruel e indescriptible que sea, se va haciendo mayor.... Ya nada nos hiere ni nos sorprende. Nos vamos volviendo insensibles. Los seres humanos conocemos cada vez más las aberraciones y abominaciones que suceden en el mundo, las tragedias y crueldades promovidas por el propio ser humano se han banalizado, forman parte de la NORMALIDAD de nuestra vida cotidiana.

Lamentablemente.

Aquí te adjunto el texto. Ya me dirás.

Un fuerte abrazo,

Anna
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(Publicado en El País, domingo, 04-09-2011)
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