3 de mayo de 2011

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL NO TERMINÓ EN 1945

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por Anna Rossell

La retaguardia
Hans Waal
Traducción de Valentín Ugarte
Lengua de Trapo, Madrid, 2010, 423 págs.

Muchos han sido los intentos de acercarse al nacionalsocialismo: desde el cine, desde el teatro y desde la literatura, sobre todo por parte de los implicados y de sus herederos, víctimas y verdugos. Y ello en una amplia gama de registros, desde el ensayo, la pura autobiografía o la novela autobiográfica –Jean Améry, Más allá de la culpa y la expiación, Jacov Lind, Autobiografía, Primo Levi, Si esto es un hombre, Ruth Klüger, Seguir viviendo– o la ficción realista –Erich Hackel, Adiós a Sidonie, Bernhard Schlink, El lector– hasta el que narra con distancia irónica o grotesco sarcasmo lo inenarrable –Edgar Hilsenrath, El nazi y el peluquero–, incluso en clave de cómic –Art Spiegelmann, Maus–, por nombrar unos pocos y sólo literatura.

Los años del terror nazi han hecho correr mucha tinta, intento de explicar lo inexplicable. Así la temática sigue siendo productiva y, a pesar de ello, innovadora, también para las jóvenes generaciones. Es el caso de La retaguardia, que vuelve sobre el tema desde una perspectiva original. El autor (Alemania, 1968), que es periodista en ejercicio –finalista del premio Egon-Erwin-Kisch– y se estrena con este texto como escritor de ficción bajo el seudónimo de Hans Waal, aprovecha sus conocimientos de la historia de su país y del mundillo en torno al periodismo y la política para pergeñar una buena trama sobre la evolución de Alemania desde el nacionalsocialismo. Lo que al principio pudiera parecer una novela populista cocinada con ingredientes que aseguran el fervor del gran público, nos sorprende por la dignidad de su planteamiento y el difícil equilibrio que consigue entre humor y seriedad, frescura y reflexión.

El punto de partida hubiera sido ideal para caer en el recurso fácil: cuatro octogenarios miembros de las SS, entusiastas de la causa reclutados a última hora antes de la caída de Berlín, han vivido sesenta años en un búnker ignorando que la guerra terminó, a lo que ha contribuido la ubicación de su escondrijo, que se halla bajo un campo militar de tiro. Al quedarse sin el último abrelatas de que disponían se ven obligados en 2004 a salir al exterior. Vestidos con sus viejos uniformes y pertrechados con sus fusiles, el grotesco grupo emprende un viaje por la región de Brandemburgo buscando rendir informe a Hitler. Una sucesión de absurdas situaciones, que genera otros tantos malentendidos, revierte en un texto divertido, aunque no superficial, que ofrece no sólo la visión de la Alemania actual hacia el nacionalsocialismo, sino –y es lo novedoso– la de la Alemania nacionalsocialista hacia la actual. Basada en tres perspectivas, la narración discurre a cargo de uno de los cuatro ancianos, que desde su encierro en el búnker lleva un diario dirigido a su amada en el que anota lo acontecido en su vida cotidiana; la de una ex ciudadana de la RDA, ahora jefa de la unidad especial de policía para combatir a los neonazis y la del ayudante de un afamado reportero de un canal privado de televisión a la caza de primicias y reportajes suculentos.

Waal sale bastante airoso de la dificultad de mantener intacta la verosimilitud a lo largo de más de cuatrocientas páginas. Cierto que a veces sólo con pinzas –a más tardar cuando los SS reencuentran a la familia de uno de ellos debiera deshacerse el malentendido del final de la guerra y la capitulación de Alemania, y esto sucede en el primer tercio del texto–. Pero ello puede perdonarse dada la clave humorística, que, si bien es la que predomina, no es ni mucho menos la única: aunque menos frecuentes, los momentos de sobriedad reflexiva destacan por contraste con el registro humorístico predominante. Waal no banaliza; el texto se lee también como un retrato de cómo Alemania ha vivido y sigue conviviendo con el nacionalsocialismo desde distintas posiciones ideológicas; es también un recorrido sociológico por todos estos años hasta la actualidad.

© Anna Rossell

(Publicado en Quimera. Revista de Literatura, núm. 330 (mayo 2011), p. 75.

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