*
Hola a los dos, ¡bienvenidos a la Tertulia! Os quiero recibir con este microrrelato mío, que os dedico:
EL ORATE VISIONARIO
Le llamaban “El orate visionario”. No había nacido allí. Había llegado al pueblo de pequeño, con una tía suya, que había tenido que tomarlo a su cargo cuando se quedó huérfano. Nadie sabía a ciencia cierta qué edad tenía Pedro, nadie había cruzado nunca una palabra con él. Pedro no hablaba. Sólo decía “mamá”. Deambulaba por las calles sin rumbo fijo, echaba a correr de pronto sin motivo alguno y se agazapaba detrás de un matorral o se metía en un portal como para resguardarse de un grave peligro. El apodo de visionario le venía por la expresión que adoptaban a veces sus ojos cuando se detenía de repente y se quedaba mirando a un punto fijo, aterrorizado, temblando y petrificado al mismo tiempo. Ni las burlas ni los empujones de los chiquillos conseguían sacarle de aquel ensimismamiento, que sólo se rompía cuando su tía acudía a rescatarle y se lo llevaba a casa cogido de la mano. “Mamá, mamá”, decía entonces con voz entrecortada.
Así transcurría su vida desde los cuatro años, cuando su padre degolló a su madre en su presencia y se descerrajó después un tiro en la sien.
© Anna Rossell
Nirukta, Anónimo
Hace 22 horas
10 comentarios:
estremecedor!!!
uno se queda sin palabras ante estos hechos
un petó molt gran Anna
Hola Ana. He llegado a tu blog a través de otro sitio amigo. Espero que no te moleste. Tu blog es muy bello e interesante.
Sobre este relato, como dice María, es estremecedor, pero tiene una literatura muy exquisita.
Te felicito y me encantaría seguirte y que visites mi blog. Serás muy bienvenida.
Que historia tan breve y tan intensa.
Sin palabras.
Petonets.
Sí, María; pero la realidad supera la ficción. També per a tu una abraçada. Avui, a la tertúlia t'hem trobat a faltar.
Hola, Pablo; pues no sólo no me importa sino que me alegra, y mucho. Estaré encantada yo también de visitarte en tu blog.
Elena; me alegro de que te haya llegado, de que conecte con tu sensibilidad. Muchas gracias por aportar tu comentario.
Hola Anna, muchas gracias por la dedicatoria.
A veces hechos como el que relatas trae consigo graves efectos sicológicos en los niños que los presencian.
Es una suerte no tener un padre así.
Un abrazo y muchas gracias por tu gran detalle.
Hola Anna, te ví en el FB de Európides y me vine hasta aquí. Tienes un blog intenso, por decirlo de alguna manera, atrapante sin duda. Este post lo deja sin aire a uno. ¡Una entrada estupenda!
Me hago tu seguidora, y te invito a conocer mis sitios. Será un placer verte por allí.
Un abrazo desde Ciudad de Buenos Aires
Európides, gracias por comentar y por visitar mi bitácora. Me alegra tu participación.
Susana Inés, gracias por tu interés. Visitaré tus blogs. Gracias por invitarme a hacerlo.
Publicar un comentario