Urs Widmer, Herr Adamson,
Diogenes Verlag, Zürich, 2009, 200 págs.
*
por Anna Rossell
Remarcable la
naturalidad con la que este autor suizo muy entrado en años (Basilea1938)
consigue empatizar con la agilidad mental y las aventureras ideas de un niño, y
más que notable también la destreza con que maneja el registro lingüístico que
corresponde a la temprana edad de su protagonista. Sólo una inteligencia joven
puede lograrlo. Con estas habilidades Widmer consigue una novela fresca, seductora,
simpática y ligera, que sin embargo no tiene nada de superficial, pues en este
registro glosa una historia nada trivial sobre la vida y la muerte.
Para conseguir
esta sorprendente capacidad de identificación con su personaje Widmer hace
nacer a su protagonista el mismo año que él, 1938. Ello le facilitará –y lo
hará con éxito- el traslado a una edad, en la que la imaginación y la fantasía
dan una perspectiva aguda y lúcida del mundo y de las vivencias, que se pierde
en la edad adulta.
Narrada en
primera persona, la novela es la historia de un abuelo, que en su nonagésimo
cuarto aniversario -en el año 2032- tiene la ocurrente idea de grabar las
memorias de su vida en cinta magnetofónica para su nieta, Annie.
Aprovechando el
pretexto de una enfermedad en la que el abuelo-niño cae en los fantasiosos
desvaríos del profundo estado de sopor en que lo sume la fiebre, se inicia una
relación imaginaria del niño con el Señor Adamson, que a partir de este momento
lo acompañará toda su vida. Así entramos en el mundo de juegos infantiles que
transcurren en el jardín de su casa y en el de su inseparable amigo Mick, con
quien juega a policías y ladrones y con el que imagina correrías de indios
navajos de los cuales él es Gran Jefe.
La facilidad con
que la dúctil mente infantil coadyuva la imaginación ante el sentimiento de
encontrarse a las puertas de la muerte allana el camino a la curiosa relación
que le unirá para siempre al Señor Adamson, personaje tan real como imaginario,
que resultará ser el acompañante –en su caso, el del niño- que todos los
humanos tenemos para conducir a cada vivo al mundo de los muertos cuando nos
llegue la hora. Muerto en el preciso momento en que el niño vio por primera vez
la luz, el destino de ambos quedará unido por este vínculo sagrado y ritual,
por el que el Señor Adamson deviene no sólo un fiel compañero de juegos casi a
la misma altura del pequeño, sino también una especie de consejero y protector.
Ello permite al chico adentrarse sin traumas en el territorio de Tánatos al
tiempo que se le facilita un nexo con los seres fallecidos, que, en su tarea de
acompañamiento y tutela de los vivos, deambulan en un limbo a caballo entre los
dos mundos hasta que no ven cumplida su misión.
La novela es así
una ingeniosa aventura de principio a fin, pero también un ejercicio para
abordar un tema tradicionalmente tabú de modo natural y desenfadado, un libro
que leerán con gusto tanto jóvenes como adultos y que por su frescura, chispa y
sentido del humor destaca en el panorama literario suizo, tradicionalmente más
severo y adusto.
De Urs Widmer,
que por su prolífica obra ganó el premio Friedrich-Hölderlin 2007 de la ciudad
Bad Homburg, se han publicado en España El
sifón azul (Círculo de Lectores, 1995), El
amante de mi madre (Siruela, 2001), L’amant
de la mare (Edicions La Magrana, 2001) y El
libro de mi padre (Salamandra, 2006). Herr Adamson está inédita en español.
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