22 de julio de 2009
Sebastian Knauer, Eric vive (por Anna Rossell)
Nace en Mannheim el 14 de mayo de 1949. Cursa estudios de economía política en Munich, Mannheim y Montreal. Colabora como autónomo en el campo del periodismo en diversos medios de comunicación: las emisosras de radio Süddeutscher Rundfunk (Stuttgart) y Bayerischer Rundfunk –BR-, el canal de televisión Zweites Deutsches Fernsehen –ZDF- y la agencia de noticias Deutsche Presse-Agentur –dpa-.
A partir de 1977 trabaja como articulista para la revista Stern en la sección “política alemana”. Desde 1988 ejerce de redactor para el semanario Spiegel, donde escribe artículos de contenido político.
Sebastian Knauer ha publicado diversos libros como editor o coautor para la editorial Spiegel sobre temas de actualidad y debutó a mediados de los años noventa como novelista con el título Por favor, no molesten [Bitte nicht stören, 1994], una novela calificada de policíaca, inspirada en las turbias circunstancias entorno a la muerte del presidente del consejo de ministros de Schleswig-Holstein, Uwe Barschel, en su habitación de un hotel de Ginebra. Knauer realizó un amplio reportaje fotográfico sobre el caso. Sebastián Knauer ejerce periodismo de investigación en temas políticos y ecológicos sobre los que ha publicado algunos libros y numerosos artículos.
Como escritor de ficción Sebastian Knauer, que no ha sabido ganarse un nombre entre los críticos, cultiva el género de la novela para la que elige temas a caballo entre el periodismo y la política. Por el suspense con que se desarrolla la acción en sus novelas, éstas se encuadran en el subgénero de policíacas, si bien no siguen el típico esquema de las que tradicionalmente se conocen como tales. Dos de estas novelas –Prohibido asomarse [Bitte nicht hinauslehnen, 1995] y Eric vive [Erich lebt, 1999]- tratan el tema de la reunificación.
Erich vive [Erich lebt, 1995]
Con esta novela Sebastian Knauer continúa, cuatro años más tarde, el proyecto literario que ya inició con Prohibido asomarse [Bitte nicht hinauslehnen]. El autor aborda el tema de la reunificación alemana desde la ficción y organiza en clave de suspense la historia fabulada, por lo que, como ya anuncia en ambos casos el subtítulo -Novela policíaca de la unificación-, el nombre del escritor figura en el Diccionario de los Autores de Novelas Policíacas en Lengua Alemana.
Las circunstancias de que se rodea el texto: la actualidad que tiene la palabra “unificación”, contenida en el título, el año en que la novela ve la luz, unida al formato de thriller elegido, constituyen los ingredientes de una fórmula que es la clave para entender las expectativas que el libro pudiera despertar. El autor sabe aprovechar la oportunidad del momento para dar el pistoletazo de salida a una trama que narra la vida de seis personajes más o menos principales sobre la idea de subvertir la historia alemana de los últimos años: no será la Unión Soviética la que se habrá desmoronado y pasado a organizarse en la Comunidad de Estados Independientes –GUS, en las siglas originales alemanas-, sino los Estados Unidos de América los que habrán dejado de existir como imperio dominador del mundo para pasar a ser la Comunidad de Estados americanos Independientes –GUaS-, según las siglas alemanas de la ficción; no será el sistema capitalista de la República Federal de Alemania el que se impondrá después de la caída del Muro en 1989, sino el del socialismo real de la República Democrática Alemana.
Sobre esta simplona idea de partida construye el autor el resto del edificio, bastante fácil de imaginar, que consiste en desarrollar en episodios separados la vida de cuatro personajes de la antigua RFA en la nueva Alemania, unificada bajo signo socialista, para hacerlas confluir cada vez más, hasta encontrarse finalmente en el más que previsible intento de huida hacia Francia, el territorio más cercano del mundo libre en esta construida situación. En un intento de reescribir la historia para imaginar su mundo al revés, Knauer elige a sus personajes probablemente con la intención de ofrecer al lector una muestra representativa de distintos sectores de la antigua clase media alemana occidental, quienes, ahora desclasados, tendrán que vérselas y deseárselas para encontrar su lugar en el mundo en esta nueva sociedad en la que no consiguen medrar como quisieran. Una pareja formada por dos arquitectos ávidos de carrera en la política municipal berlinesa –Ferdinand Linke y Ulrike-, una diseñadora gastronómica de la llamada alta cocina internacional –Marianne-, un aspirante a filósofo frustrado que ha ejercido de taxista y termina trabajando de periodista para una revista de importancia –Hugo Hesse-, una joven punk de la escena okupa de Kreuzberg –Kick- y el manager de una empresa de embalajes –Ernst Schlüter- son las biografías escogidas a través de cuyos avatares se invita al lector a recorrer el pulso de esta nueva Alemania de signo invertido.
La acción inicial se sitúa en la noche del 2 al 3 de octubre de 1999, diez años después de la unificación alemana, cuando en Berlín se prepara la fiesta conmemorativa del evento. El desarrollo de la trama, que en permanente retrospectiva da cuenta del devenir de los personajes, no nos depara sorpresas: acorde con la infantil simplicidad de la idea en que se enmarca, recorremos, uno tras otro, todos los tópicos que han rodeado la historia de la RDA, que se nos presenta esquemáticamente definido con cuatro toscas pinceladas de caricatura. Tomando un escaso puñado de situaciones que caracterizaron el cambio tras la caída del Muro, Knauer se limita a invertirlas burdamente en un ejercicio de imaginación rayano en el infantilismo. No son éstos los únicos tópicos de la novela: el dibujo de las figuras masculinas y femeninas a menudo tampoco escapa al esquematismo y a lo previsible, algunos diálogos rozan el kitsch y ocasionalmente hay situaciones difícilmente creíbles, incluso en el mundo ficticio imaginado. Por si fuera poco y en coherencia con este panorama, el uso del lenguaje es pobre, incluso torpe a veces, e incurre en burdos problemas estilísticos fácilmente corregibles. Tampoco sale airoso el autor en la intención humorística que sin lugar a dudas pretende instalar en su texto, raras veces consigue hacer esbozar una sonrisa al lector. No se le agua la fiesta a nadie si se desvela el final de la novela, que nos descubre que todo aquello no había sido más que un sueño, una pesadilla que para el lector termina antes del “Epílogo”, el último capítulo del libro, en el que se nos invita a seguir las biografías “reales” de los personajes, quienes, contrariamente a lo que hasta este momento creíamos y por suerte, viven en la Alemania de la unificación real y han desarrollado con éxito sus carreras, como corresponde.
Bibliografía
Amling, U., “Sowjetparade vorm Brandenburger Tor. ‘Erich lebt’ – zumindest im Krimi: Die
gesamtdeutsche DDR als etwas andere Vereinigung”, Der Tagesspiegel, 29-04-1999.
Tröml, S., “Dunkel, dumpf und dumm – Die DDR als westdeutscher Alptraum. Sebastian Knauer: ‘Erich lebt’. Ein Vereinigungs-Krimi”, Berliner LeseZeichen, Ausgabe 10 /99. Edition Luisenstadt, 1999.
Karr, H.P., Lexikon der Deutssprachigen Krimi-Autoren, Norderstedt: Verlag der Criminale, 2005. Desde 1992, también editado en Internet bajo el título Lexikon der deutschen Krimi-Autoren, http://www.krimilexikon.de/
ANNA M. ROSSELL, Händler, Ernst-Wilhelm (Stadt mit Häusern / Ciudad con casas, 1995); Knauer, Sebastian (Erich lebt / Eric vive, 1999); Schütz, Helga (Vom Glanz der Elbe / El brillo del Elba, 1995 y (Grenze zum gestrigen Tag / Frontera con el día de ayer, 2000); Woelk, Ulrich (Rückspiel / Partido de vuelta, 1993) en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 187-189, ISBN: 978-3-03911-706-2.
Ernst-Wilhelm Händler, Ciudad con casas (por Anna Rossell)
Nace en 1953 en Múnich y vive a caballo entre esta ciudad y Ratisbona. Estudia economía de la empresa y filosofía en Munich y después de doctorarse ejerce profesionalmente de empresario en la mediana empresa familiar heredada de su padre. A partir de 1995, año en que debutó como escritor literario con el libro de relatos Ciudad con casas [Stadt mit Häusern], con el que supo despertar las expectativas de la crítica, Händler se dedica paralelamente a la escritura literaria. Desde entonces ha publicado, además, cinco novelas a un ritmo de producción remarcable: Congreso [Kongress, 1996], Caso [Fall, 1997], Tempestad [Sturm, 1999], Cuando muramos [Wenn wir sterben, 2002] y La mujer del escritor [Die Frau des Schriftstellers, 2006]. Ha obtenido los premios de literatura Erich-Reger (1999) y el Hans-Erich-Nossack (2006).
Las obras de Händler vienen a llenar temáticamente un vacío que arrastraba la literatura alemana y que cumplía colmar, sobre todo desde el desmoronamiento de la Unión Soviética y la consiguiente reestructuración y extensión de la economía capitalista a los países de su antigua área de influencia. Se instalan así en aquella tradición literaria alemana que desde el naturalismo ha dirigido su atención hacia el mundo del trabajo y ha seguido su evolución histórica, marcando los acentos correspondientes del momento en la República de Weimar o en las dos Alemanias de los años sesenta con el “Grupo 61” por un lado o la que partió de las consignas del Bitterfelder Weg por el otro. Händler retoma el testigo de esta tradición y la pone brutal y contundentemente al día, como corresponde al signo de su tiempo: los personajes que pueblan sus novelas ya no son los peones de la primera industrialización, los representantes de la incipiente pequeño-burguesía, ni los obreros de las cadenas de montaje de las fábricas, sino esa casta de ejecutivos producto del capitalismo más salvaje: abogados, arquitectos, agentes inmobiliarios o medianos empresarios son las piezas recambiables de una maquinaria que parece haber devenido absolutamente autónoma, obedientes al poder absoluto del dinero, que lo mueve y lo rige todo. Si ya Nietzsche había decretado la muerte de Dios, ahora ya no queda la menor duda acerca de quién ocupa su lugar y determina los destinos de esas criaturas, las humanas, que no son más que autómatas que se accionan y mueven a voluntad y capricho de su nuevo señor . Por más que el panorama sea crudo Händler no juzga ni toma partido; más bien al contrario, desarrolla un estilo heterogéneo y perspectivista donde la voz del narrador tiende a desaparecer y se cede a todos y cada uno de los personajes, a menudo en la forma de monólogo interior. Sin ser en absoluto cínico, Händler es sin embargo incisivo, distante y corrosivo. Sus textos se resisten a una clasificación en tanto que el autor hace de la literatura un campo para la experimentación, gusta de cambiar radicalmente de registro y es amante de novedosas combinaciones, con lo que desorienta al lector y consigue efectos inesperados. Si bien sus novelas tienen una acción, no es tanto la acción lo que interesa, sino el universo y la atmósfera global que de ellas se desprende. El empresario y el filósofo son las dos sólidas columnas en las que Händler sustenta su edificio literario: buen conocedor de la práctica empresarial y de los negocios del siglo XXI, nos introduce en las interioridades de la empresa de hoy, en el mundo de los frenéticos y golosos cierres, anexiones y fusiones, el de la insaciable ambición de sus actores que, sin embargo, van quedando atrás en el camino como elementos ya inservibles. Sus novelas son al mismo tiempo una constante reflexión filosófica sobre la existencia humana, la autonomía del individuo, la libertad y la objetividad, pero esta reflexión no se da sólo como tópico sino que está instalada en la arquitectura general de la novela, a veces haciendo de su desarrollo el campo de demostración de una determinada teoría. Aunque con un objetivo diferente y forzando siempre la elucubración filosófica hasta la exageración, la escritura de Händler pretende poder compararse en lo formal con la de Winfried Georg Sebald: es enciclopédica por la enorme cantidad de conocimientos que maneja y sabe entretejer en la filigrana de unos textos muy cerebralmente construidos, que podemos calificar de palimpsestos en la medida en que gusta de reescribir personajes de autores, que así se revelan como sus más admirados -Thomas Bernhard, Gert Hofmann o Paul Wühr- y los ecos literarios y filosóficos que no cesan de resonar entre sus líneas: Kafka, Wittgenstein, Benjamin, Schopenhauer o Tipler, entre tantos otros.
Ciudad con casas [Stadt mit Häusern, 1995]
Con este libro, que reúne once textos breves, Ernst-Wilhelm Händler se da a conocer como escritor literario. Se trata de una verdadera tarjeta de presentación en el sentido literal, pues viene a ser una especie de muestrario que el autor despliega ante el lector, un escaparate donde se nos ofrecen los temas que interesan al autor en una variada gama de registros y que, a modo de aperitivo, anticipan las novelas que ha ido publicando después, como sucede con Morgenthau [Morgenthau], claro precedente de Caso [Fall], y con Los nuevos señores [Die neuen Herren], que lo es de Cuando muramos [Wenn wir sterben]. La amplitud de estilos que Händler propone en su paleta hace difícil la clasificación de su escritura bajo un común denominador genérico. Los textos son en su mayoría narraciones breves, quizá sea el cuento el género más adecuado para definirlos; sin embargo esta denominación excluye alguno de ellos, que pertenece más bien al ámbito de la reflexión y el juego filosóficos, como anuncia uno de los títulos, Demiurgo [Demiurg].
Aunque la formación filosófica de Händler se hace notar en todos y cada uno de los textos y en la vastedad temática de su campo de interés, que no parece excluir nada relativo a la naturaleza humana, tendencialmente en sus novelas el autor muestra preferencia por diseccionar los entresijos del mundo empresarial del más nuevo cuño, el comportamiento de los individuos en la llamada nueva economía, la de los grandes negocios, cuya monstruosa y ambiciosa maquinaria engulle a los actores que la han creado o han contribuido activamente a crearla. No es pues casualidad que sea en el año 1995 cuando Händler debuta como escritor. Un lustro después del desmoronamiento de la Unión Soviética, con la consiguiente caída del Muro en Alemania y bajo la consigna de la globalización, el capitalismo más desenfrenado ha tenido tiempo suficiente de mostrar su funcionamiento más frío y aséptico, aquél que no obedece sino al objetivo del engorde económico, quede quien quede tirado en el camino, porque el dinero es lo único que cuenta. Sin embargo la escritura de Händler no parece apuntar a la denuncia, o al menos no en primera línea; el laconismo distante de que se reviste se asemeja más bien al del cronista que escribe con la exactitud y el detalle exacerbados de quien conoce a la perfección el ambiente desde dentro, los nuevos mecanismos empresariales y la mentalidad y la psicología de sus nuevos servidores. Es pues de esperar que alguno de los escenarios de sus cuentos sea la Alemania oriental en los primeros tiempos de la reunificación, campo abonado para los buitres de la nueva economía.
De los once textos sólo uno, el primero, se desarrolla en un escenario del este de Alemania, poco después de la caída del Muro. Su título, que es a su vez el que da nombre al libro, Ciudad con casas [Stadt mit Häusern] hace referencia concreta al negocio por excelencia que caracterizó allí el boom económico del momento: el de la expropiación ventajosa, el de la compra y venta de terrenos para la construcción, el de la obtención de información privilegiada a golpe de soborno, en resumen, el de la especulación pura y dura a gran escala. Händler utiliza en esta ocasión la técnica narrativa de la corriente de la conciencia, que le viene aquí como anillo al dedo para el fin que persigue: dibujar el retrato del prototípico empresario producto y agente de los tiempos. Así la voz narradora brilla por su ausencia; desde la primera línea y hasta el final el lector se instala en la mente del protagonista, un abogado de Alemania occidental dispuesto a apurar hasta los últimos resquicios el negocio inmobiliario que se le acaba de poner en bandeja gracias a la nueva situación política. Sus pensamientos transcurren ocupados casi única y exclusivamente en torno al modo de sacarle el máximo partido a las golosas posibilidades que se le presentan; sólo en contadas ocasiones hace alguna que otra digresión sobre la amante de última adquisición, con acento en el otro único tema que ocupa su mente: el del sexo y las conversaciones que se improvisan en el antes o el después, que en este caso (ella es estudiante de filología alemana) se relacionan con disquisiciones acerca de qué es o no la literatura. Y todo ello en un lenguaje que hasta hace poco tiempo hubiéramos asociado con el de la mafia más genuina y que el autor maneja a la perfección. La radiografía que obtenemos no es sólo la del alma del empresario, sino la de una época que ya hace tiempo se venía anunciando y que ahora se ha desatado a la carrera, los tiempos en que las relaciones humanas ya no existen sino en función del negocio y para el negocio. Todo es ya sólo dinero, y sexo para el placer.
Bibliografía
Baumgart, R., “Wenn die Köpfe explodieren. Ernst-Wilhelm Händlers verwirrende Talentproben”, Die Zeit (nº 41), 4-10-1996.
« Die Zukunft des Kapitalismus. Der Firma Deutschland fehlt der Auftrag », Ein Gespräch mit dem Schriftsteller und Unternehmer Ernst-Wilhelm Händler (geführt von Thomas E. Schmidt und Christof Siemens), Die Zeit (nº 27), 30-06-2005.
Köhlmeier, M., « Meister der querschlagenden Sätze. Ernst-Wilhelm Händlers ‘Stadt mit Häusern’, Neue Zürcher Zeitung, 5-12-1995.
Kühlmann, W., “Monologe eines Maklers. Ernst-Wilhelm Händlers Debüt, Frankfurter Allgemeine Zeitung (nº 235) (Suplemento literario de la Feria del Libro), 10-10-1995.
Mangold, I., “Die ganze Wirklichkeit soll es sein. Ernst-Wilhelm Händlers ‘Sturm’ ist zugleich nordische Künstlersage und Technologieutopie. Gesellschaftsroman und Sciencefiction, en Berliner Zeitung, 12-10-1999.
Schäfer, A., "Philosophiestunde des Papiertigers vor Akteschrank. Leider ziemlich unsexy : Ernst-Wilhelm Händlers Roman ‘Der Fall’ aus der Wirtschaftswelt über die Welt der Literatur und des Schreibens allgemein", en Berliner Zeitung, 14-10-1997.
Schulte, S., “Ernst-Wilhelm Haendler”, en Kritisches Lexikon zur deutschsprachigen
Gegenwartsliteratur – KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.
Schweizer, M., “Die Erforschung der Isolation. ‘Wenn wir sterben’: Mit Erst-Wilhelm Händler im Reich der Managerinnen, en Berliner Zeitung, 13-01-2003.
Werber, N., “Optimale Auslastung der Fickmaschine”, en Tageszeitung (nº 6865), 28-9-2002.
A. ROSSELL, en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 120-123. ISBN: 978-3-03911-706-2.
Ernst-Wilhelm Händler, Ciudad con casas (por Anna Rossell)
Nace en 1953 en Múnich y vive a caballo entre esta ciudad y Ratisbona. Estudia economía de la empresa y filosofía en Munich y después de doctorarse ejerce profesionalmente de empresario en la mediana empresa familiar heredada de su padre. A partir de 1995, año en que debutó como escritor literario con el libro de relatos Ciudad con casas [Stadt mit Häusern], con el que supo despertar las expectativas de la crítica, Händler se dedica paralelamente a la escritura literaria. Desde entonces ha publicado, además, cinco novelas a un ritmo de producción remarcable: Congreso [Kongress, 1996], Caso [Fall, 1997], Tempestad [Sturm, 1999], Cuando muramos [Wenn wir sterben, 2002] y La mujer del escritor [Die Frau des Schriftstellers, 2006]. Ha obtenido los premios de literatura Erich-Reger (1999) y el Hans-Erich-Nossack (2006).
Las obras de Händler vienen a llenar temáticamente un vacío que arrastraba la literatura alemana y que cumplía colmar, sobre todo desde el desmoronamiento de la Unión Soviética y la consiguiente reestructuración y extensión de la economía capitalista a los países de su antigua área de influencia. Se instalan así en aquella tradición literaria alemana que desde el naturalismo ha dirigido su atención hacia el mundo del trabajo y ha seguido su evolución histórica, marcando los acentos correspondientes del momento en la República de Weimar o en las dos Alemanias de los años sesenta con el “Grupo 61” por un lado o la que partió de las consignas del Bitterfelder Weg por el otro. Händler retoma el testigo de esta tradición y la pone brutal y contundentemente al día, como corresponde al signo de su tiempo: los personajes que pueblan sus novelas ya no son los peones de la primera industrialización, los representantes de la incipiente pequeño-burguesía, ni los obreros de las cadenas de montaje de las fábricas, sino esa casta de ejecutivos producto del capitalismo más salvaje: abogados, arquitectos, agentes inmobiliarios o medianos empresarios son las piezas recambiables de una maquinaria que parece haber devenido absolutamente autónoma, obedientes al poder absoluto del dinero, que lo mueve y lo rige todo. Si ya Nietzsche había decretado la muerte de Dios, ahora ya no queda la menor duda acerca de quién ocupa su lugar y determina los destinos de esas criaturas, las humanas, que no son más que autómatas que se accionan y mueven a voluntad y capricho de su nuevo señor. Por más que el panorama sea crudo Händler no juzga ni toma partido; más bien al contrario, desarrolla un estilo heterogéneo y perspectivista donde la voz del narrador tiende a desaparecer y se cede a todos y cada uno de los personajes, a menudo en la forma de monólogo interior. Sin ser en absoluto cínico, Händler es sin embargo incisivo, distante y corrosivo. Sus textos se resisten a una clasificación en tanto que el autor hace de la literatura un campo para la experimentación, gusta de cambiar radicalmente de registro y es amante de novedosas combinaciones, con lo que desorienta al lector y consigue efectos inesperados. Si bien sus novelas tienen una acción, no es tanto la acción lo que interesa, sino el universo y la atmósfera global que de ellas se desprende. El empresario y el filósofo son las dos sólidas columnas en las que Händler sustenta su edificio literario: buen conocedor de la práctica empresarial y de los negocios del siglo XXI, nos introduce en las interioridades de la empresa de hoy, en el mundo de los frenéticos y golosos cierres, anexiones y fusiones, el de la insaciable ambición de sus actores que, sin embargo, van quedando atrás en el camino como elementos ya inservibles. Sus novelas son al mismo tiempo una constante reflexión filosófica sobre la existencia humana, la autonomía del individuo, la libertad y la objetividad, pero esta reflexión no se da sólo como tópico sino que está instalada en la arquitectura general de la novela, a veces haciendo de su desarrollo el campo de demostración de una determinada teoría. Aunque con un objetivo diferente y forzando siempre la elucubración filosófica hasta la exageración, la escritura de Händler pretende poder compararse en lo formal con la de Winfried Georg Sebald: es enciclopédica por la enorme cantidad de conocimientos que maneja y sabe entretejer en la filigrana de unos textos muy cerebralmente construidos, que podemos calificar de palimpsestos en la medida en que gusta de reescribir personajes de autores, que así se revelan como sus más admirados -Thomas Bernhard, Gert Hofmann o Paul Wühr- y los ecos literarios y filosóficos que no cesan de resonar entre sus líneas: Kafka, Wittgenstein, Benjamin, Schopenhauer o Tipler, entre tantos otros.
Ciudad con casas [Stadt mit Häusern, 1995]
Con este libro, que reúne once textos breves, Ernst-Wilhelm Händler se da a conocer como escritor literario. Se trata de una verdadera tarjeta de presentación en el sentido literal, pues viene a ser una especie de muestrario que el autor despliega ante el lector, un escaparate donde se nos ofrecen los temas que interesan al autor en una variada gama de registros y que, a modo de aperitivo, anticipan las novelas que ha ido publicando después, como sucede con Morgenthau [Morgenthau], claro precedente de Caso [Fall], y con Los nuevos señores [Die neuen Herren], que lo es de Cuando muramos [Wenn wir sterben]. La amplitud de estilos que Händler propone en su paleta hace difícil la clasificación de su escritura bajo un común denominador genérico. Los textos son en su mayoría narraciones breves, quizá sea el cuento el género más adecuado para definirlos; sin embargo esta denominación excluye alguno de ellos, que pertenece más bien al ámbito de la reflexión y el juego filosóficos, como anuncia uno de los títulos, Demiurgo [Demiurg].
Aunque la formación filosófica de Händler se hace notar en todos y cada uno de los textos y en la vastedad temática de su campo de interés, que no parece excluir nada relativo a la naturaleza humana, tendencialmente en sus novelas el autor muestra preferencia por diseccionar los entresijos del mundo empresarial del más nuevo cuño, el comportamiento de los individuos en la llamada nueva economía, la de los grandes negocios, cuya monstruosa y ambiciosa maquinaria engulle a los actores que la han creado o han contribuido activamente a crearla. No es pues casualidad que sea en el año 1995 cuando Händler debuta como escritor. Un lustro después del desmoronamiento de la Unión Soviética, con la consiguiente caída del Muro en Alemania y bajo la consigna de la globalización, el capitalismo más desenfrenado ha tenido tiempo suficiente de mostrar su funcionamiento más frío y aséptico, aquél que no obedece sino al objetivo del engorde económico, quede quien quede tirado en el camino, porque el dinero es lo único que cuenta. Sin embargo la escritura de Händler no parece apuntar a la denuncia, o al menos no en primera línea; el laconismo distante de que se reviste se asemeja más bien al del cronista que escribe con la exactitud y el detalle exacerbados de quien conoce a la perfección el ambiente desde dentro, los nuevos mecanismos empresariales y la mentalidad y la psicología de sus nuevos servidores. Es pues de esperar que alguno de los escenarios de sus cuentos sea la Alemania oriental en los primeros tiempos de la reunificación, campo abonado para los buitres de la nueva economía.
De los once textos sólo uno, el primero, se desarrolla en un escenario del este de Alemania, poco después de la caída del Muro. Su título, que es a su vez el que da nombre al libro, Ciudad con casas [Stadt mit Häusern] hace referencia concreta al negocio por excelencia que caracterizó allí el boom económico del momento: el de la expropiación ventajosa, el de la compra y venta de terrenos para la construcción, el de la obtención de información privilegiada a golpe de soborno, en resumen, el de la especulación pura y dura a gran escala. Händler utiliza en esta ocasión la técnica narrativa de la corriente de la conciencia, que le viene aquí como anillo al dedo para el fin que persigue: dibujar el retrato del prototípico empresario producto y agente de los tiempos. Así la voz narradora brilla por su ausencia; desde la primera línea y hasta el final el lector se instala en la mente del protagonista, un abogado de Alemania occidental dispuesto a apurar hasta los últimos resquicios el negocio inmobiliario que se le acaba de poner en bandeja gracias a la nueva situación política. Sus pensamientos transcurren ocupados casi única y exclusivamente en torno al modo de sacarle el máximo partido a las golosas posibilidades que se le presentan; sólo en contadas ocasiones hace alguna que otra digresión sobre la amante de última adquisición, con acento en el otro único tema que ocupa su mente: el del sexo y las conversaciones que se improvisan en el antes o el después, que en este caso (ella es estudiante de filología alemana) se relacionan con disquisiciones acerca de qué es o no la literatura. Y todo ello en un lenguaje que hasta hace poco tiempo hubiéramos asociado con el de la mafia más genuina y que el autor maneja a la perfección. La radiografía que obtenemos no es sólo la del alma del empresario, sino la de una época que ya hace tiempo se venía anunciando y que ahora se ha desatado a la carrera, los tiempos en que las relaciones humanas ya no existen sino en función del negocio y para el negocio. Todo es ya sólo dinero, y sexo para el placer.
Bibliografía
Baumgart, R., “Wenn die Köpfe explodieren. Ernst-Wilhelm Händlers verwirrende Talentproben”, Die Zeit (nº 41), 4-10-1996.
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Kühlmann, W., “Monologe eines Maklers. Ernst-Wilhelm Händlers Debüt, Frankfurter Allgemeine Zeitung (nº 235) (Suplemento literario de la Feria del Libro), 10-10-1995.
Mangold, I., “Die ganze Wirklichkeit soll es sein. Ernst-Wilhelm Händlers ‘Sturm’ ist zugleich nordische Künstlersage und Technologieutopie. Gesellschaftsroman und Sciencefiction, en Berliner Zeitung, 12-10-1999.
Schäfer, A., "Philosophiestunde des Papiertigers vor Akteschrank. Leider ziemlich unsexy : Ernst-Wilhelm Händlers Roman ‘Der Fall’ aus der Wirtschaftswelt über die Welt der Literatur und des Schreibens allgemein", en Berliner Zeitung, 14-10-1997.
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Gegenwartsliteratur – KLG, ed. de H. L. Arnold, Múnich: Edition Text und Kritik.
Schweizer, M., “Die Erforschung der Isolation. ‘Wenn wir sterben’: Mit Erst-Wilhelm Händler im Reich der Managerinnen, en Berliner Zeitung, 13-01-2003.
Werber, N., “Optimale Auslastung der Fickmaschine”, en Tageszeitung (nº 6865), 28-9-2002.
A. ROSSELL, en Manuel Maldonado Alemán (Coord.), La narrativa de la unificación alemana. Autores y obras, Peter Lang A. G., Berna, 2009, pp. 120-123. ISBN: 978-3-03911-706-2.
11 de julio de 2009
Correspondencia Anna Rossell-Xec Marquès (11-07-2009)
El Masnou, 11-07-2009
Estimat Xec,
ja tornem a ser a casa després del nostre habitual recés menorquí. Però sortir de la rutina, malgrat que desitjable, també costa, descol·loca i desorienta, i la tornada als hàbits agradables acull i dóna tranquil·litat.
[...]
Ja he perdut el fil amb què teixíem últimament la nostra sovintejada correspondència. Sé que estàvem amb allò de la puresa i la impuresa, la relació que aquests conceptes tenen amb la sexualitat i les seves connotacions negatives en les societats patriarcals, que consideren impur tot allò relacionat amb el cos femení i la seva sexualitat. Et parlava de la mirada masculina-patriarcal sobre el món, una mirada que s'ha imposat a través de la Història mil·lenària i que, al meu entendre, ha fet i fa molt de mal. Començant pel mite d'Adam i Eva, que carrega amb la culpa del pecat original a Eva i amb tots els mals que han assolat la humanitat, el revers complementari del qual és la mitificació positiva de la virginitat de Maria, mare de Déu. També et parlava de la interiorització que han fet fins i tot moltes dones d'aquesta càrrega negativa sobre elles mateixes i de la necessitat de construir una mirada justa sobre les actuacions humanes i les coses, que retornés als éssers humans el sentit d'allò que naturalment són i els deslliurés de la negativitat genèricament imposada com una llosa inevitable i biològicament heretada. En aquest sentit i aprofitant les reflexions que m'havia impulsat aquella trobada d'intel·lectuals al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, jo feia una lloança de la impuresa i del gregarisme. L'admiració de la virginitat que sent la teologia cristiana-catòlica de Maria -la qual ha de ser verge per poder ser digne de parir el fill de Déu- sempre m'ha semblat, des que tinc el que se'n diu "ús de raó", l'altra cara de la mateixa moneda, la del pecat original sobre Eva (que tempta Adam). La virginitat hauria de deixar de ser una virtud: per què hauria de ser-ho? I en aquest sentit voldria citar-te unes paraules de Juan Goytisolo, unes paraules que jo llegia fa uns dies, quan ell parlava d'un poeta (Sánchez Robayna) i de dos pintors (José María Sicilia i Frederic Amat). En Goytisolo alaba sempre la descentralització en tots els camps, polític i humà en general, perquè entén la importància essencial de la diferència. No és casualitat que Juan Goytisolo sigui homosexual, crec que té una mirada més crítica, matisada i sensible sobre tots aquests temes:
"Como observa el poeta [...] tinerfeño [Sánchez Robayna], 'la obra de Frederic Amat aparece marcada por el 'viaje', un viaje físico y mental, fruto de la curiosidad voraz y de su apertura a otros espacios culturales [...] que desestabiliza y descentra la mirada etnocéntrica y, como a través de los ojos de las moscas, impone una vertiginosa mirada poliédrica' [...]. Sin dejarse apriscar en la calidez del pequeño contexto de los valores ensalzados por el esencialismo identitario, su arte tiende a asimilar la diversidad de manifestaciones artísticas de la especie humana. Asume la impureza y la mezcla frente al narcisismo castizo."
I, referint-se a José María Sicilia, Goytisolo cita Sánchez Robayna:
"Ese trasiego de sociedades y civilizaciones, esa migración de culturas, interesa al pintor como modo de acercarse a la complejidad del mundo contemporáneo y a sus símbolos más universales."
A mi em sembla que aquesta lloança de la diversitat, de l'obertura al món d'una mirada, és absolutament sanejadora de qualsevol cultura, sanejadora en el sentit més ample de la paraula, per a tots els àmbits de l'activitat humana, també del polític. És per això que, segons la manera de sentir i de pensar de Goytisolo, la defensa del respecte a una manera de ser diferent exclou el "esencialismo identitario", la "mirada etnocéntrica" i el "esencialismo castizo", que, traduït a l'àmbit de la relació entre els gèneres, diríem el "machismo". Aquesta és una combinació que no entenen molts polítics a Madrid, que confonen la reivindicació del respecte a la diferència amb l'enrocament nacionalista -per utilitzar una expressió molt plàstica dels escacs-, quan el que fan ells és precisament enrocar-se en el seu nacionalisme. El vertader respecte a la diferència obre la mirada vers qualsevol altre, i no la tanca, com molts, erròniament, pensen.
I aquí ho deixo -no vull embolicar més la troca- per facilitar que tornem a reprendre les nostres reflexions.
Segueix bé, Marquès, i mira de buscar-te una estoneta en aquest teu dia a dia tan atrafegat.
Rep una molt forta abraçada. espero les teves lletres.
Anna
CARTA DE ANNA ROSSELL AL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÉS (Traducción al español de Anna Rossell)
El Masnou, 11-07-09
Querido Xec:
ja estamos de nuevo en casa después de nuestro habitual receso menorquín. Pero salir de la rutina, si bien deseable, también cuesta, descoloca y desorienta, y la vuelta a los hábitos agradables acoge y da tranquilidad.
[...]
Ya he perdido el hilo con el que tejíamos últimamente nuestra frecuente correspondencia. Sé que estábamos en aquello de la pureza y la impureza, la relación que estos conceptos tienen con la sexualidad y sus connotaciones negativas en las sociedades patriarcales, que consideran impuro todo lo relacionado con el cuerpo femenino y su sexualidad. te hablaba de la mirada masculina-patriarcal sobre el mundo, una mirada que se ha impuesto a través de la Historia milenaria y que, a mi entender, ha hecho y hace mucho daño. Empezando por el mito de Adán y Eva, que carga con la culpa del pecado original a Eva (que tienta a Adán) y con todos los males que han asolado a la humanidad, cuyo reverso complementario es la mitificación positiva de la virginidad de María, madre de Dios. También te hablaba de la interiorización que han hecho incluso muchas mujeres de esta carga negativa sobre sí mismas y de la necesidad de construir una mirada justa sobre las actuaciones humanas y las cosas que devolviera a los seres humanos el sentido de aquello que naturalmente son y los librara de la negatividad genéricamente impuesta como una losa inevitable y biológicamente heredada. En este sentido y aprovechando las reflexiones que me había impulsado aquel encuentro de intelectuales en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, yo hacía una alabanza de la impureza y de la gregariedad. La admiración de la virginidad que siente la teología cristiana-católica de María -la cual debe ser virgen para poder ser digna de parir al hijo de Dios- siempre me ha parecido, desde que tengo lo que damos en llamar "uso de razón", la otra cara de la misma moneda, la del pecado original sobre Eva. La virginidad debería dejar de ser una virtud: ¿por qué habría de serlo? Y en este sentido quisiera citarte unas palabras de Juan Goytisolo, unas palabras que yo leía hace pocos días, cuando él hablaba de un poeta (Sánchez Robayna) y de dos pintores (José María Sicilia y Frederic Amat). Goytisolo alaba siempre la descentralización en todos los campos, político y humano en general, porque entiende la importancia esencial de la diferencia. No es casualidad que Juan Goytisolo sea homosexual, creo que tiene una mirada más crítica, matizada y sensible sobre todos estos temas:
"Como observa el poeta [...] tinerfeño [Sánchez Robayna], 'la obra de Frederic Amat aparece marcada por el 'viaje', un viaje físico y mental, fruto de su curiosidad voraz y de su apertura a otros espacios culturales [...] que desestabiliza y descentra la mirada etnocéntrica y, como a través de los ojos de la moscas, impone una vertiginosa mirada poliédrica [...]. Sin dejarse apriscar en la calidez del pequeño contexto de los valores ensalzados por el esencialismo identitario, su arte tiende a asimilar la diversidad de manifestaciones artísticas de la especie humana. Asume la impureza y la mezcla frente al narcisismo castizo."
Y, refiriéndose a José María Sicilia, Goytisolo cita a Sánchez Robayna:
"Ese trasiego de sociedades y civilizaciones, esa migración de culturas, interesa al pintor como modo de acercarse a la complejidad del mundo contemporáneo y a sus símbolos más universales."
A mí me parece que esta alabanza de la diversidad, de la apertura al mundo de otra mirada, es absolutamente saneadora de cualquier cultura, saneadora en el sentido más amplio de la palabra, para todos los ámbitos de la actividad humana, también del político. Es por ello por lo que, según la manera de sentir y pensar de Goytisolo, la defensa del respeto a una manera de ser diferente excluye el "esencialismo identitario", la "mirada etnocéntrica" y el "esencialismo castizo", que, traducido al ámbito de la relación entre los géneros, llamaríamos el "machismo". Ésta es una combinación que no entienden muchos políticos en Madrid, que confunden la reivindicación del respeto a la diferencia con el enrocamiento nacionalista -por utilizar un concepto muy plástico del ajedrez-, cuando lo que ellos hacen es adoptar precisamente, desde esta postura de enrocamiento, su nacionalismo. El verdadero respeto a la diferencia abre la mirada hacia cualquier otro, y no la cierra, como muchos, erróneamente, piensan.
Y aquí lo dejo -no quiero liar el ovillo más de la cuenta- para facilitar que volvamos a retomar nuestras reflexiones.
Que sigas bien, Marquès, y búscate un ratillo en este día a día tuyo, tan atareado.
Recibe un abrazo muy fuerte. Espero tus letras.
Anna
21 de junio de 2009
Correspondencia Anna Rossell-Xec Marquès (21-06-2009)
Català
El Masnou, 21-06-2009
Estimat Xec,
moltíssimes gràcies pel teu temps, és impagable; saps el que em dóna i el que representa per fer rutllar el meu esperit.
En primeríssim lloc, felicitats per haver aconseguit aquesta integració al barri. Tal com vaig conèixer casa vostra i la vostra manera de viure i de relacionar-vos, no m'estranya gens que els vostres veïns i veïnes us hagin acollit de la manera que ho han fet. No m'estranya perquè ho vaig veure, però reconec que cal veure-ho per creure-ho, perquè no n'hi ha gaire de gent tan excepcional com vosaltres, gent que sàpiga viure amb aquesta senzillesa i humilitat. En cal molta, molta més del que es pot pensar a primera vista, suposo, perquè gent de pell negra reconegui un igual en gent de pell blanca -la història s'ha encarregat de fer real aquesta dificultat-. Té molt de mèrit, Xec. Així doncs, moltes felicitats a tu i a en Cisco.
La teva darrera carta m'ha agradat molt. Parles de coses crucials, essencials per a la convivència en justícia i respecte vers l'altre i per a què el món pugui evolucionar sense ensurts, en pau i sense violència.
M'agradaria centrar l'atenció de la meva d'avui en tres eixos que tu toques i que em semblen fonamentals:
1) La manera desfasada en què diferents societats / cultures viuen els mateixos valors.
2) La necessitat d'alliberar les cultures de la mentalitat patriarcal sense eliminar l' "altre", mantenint la diferència de l' "altre".
3) La necessitat d'educar en la humilitat cultural per tal que una cultura prengui consciència que cap valor no es pot imposar, perquè hi ha diferentes maneres de veure el món i la pròpia no té per què ser la més bona i lloable.
Respecte al primer punt tu planteges una qüestió molt important. Dius: "Quan jo ja sé que la mutilació genital femenina és una barbaritat, quan ja algunes noies la sofreixen com un trauma, no només físic, sinó com una violació de la seva dignitat de dona... hi ha qui ho viu d'una altra manera, i convivim junts... [...]. Fa uns anys diríem: són bàrbars, salvatges, incivilitzats...!', i sabem què han donat aquestes visions de l'altre: dominació cultural i imperialisme militar i econòmic". De fet, aquest és el problema que es dóna, crec que de manera universal, entre les generacions, és allò que en diem el "xoc generacional": en la mateixa cultura, diferents generacions veuen les coses de manera diferent, així ens ho mostren les diferències de mentalitat entre pares i fills. Però aquests encara comparteixen una mateixa cultura i podríem parlar d'evolució de valors, d'un desplaçament dels valors cap a una direcció més "moderna", més "jove", que, com tu dius, fa "evolucionar la cultura". Quan parlem de cultures diferents, la diferència entre les mirades dels uns i la dels altres pot ser abismal i el trauma, molt més tran, si una cultura vol imposar els seus valors a l'altra. És per això que crec que, siguin quins siguin els valors d'una cultura, per més bàrbars que li semblin a una els valors de l'altra, la imposició per la força mai no és recomanable. És per això que em sembla essencial això que també dius tu, que cal mesurar molt bé el moment en què és convenient sensibilitzar i el moment en què cal canviar les coses per traduir-les en forma de llei. Estic d'acord amb tu en què sempre cal sensibilitzar i educar, no pas imposar. Més encara, jo diria que imposar és absolutament rebutjable.
Però aquesta bonica teoria amaga entre línies una qüestió de pes, al meu entendre molt difícil d'esbrinar: quan és èticament acceptable que una cultura sensibilitzi i eduqui l'altra? En nom de què o de qui una cultura s'erigeix en sensibilitzadora i educadora de l'altra? Perquè diem que imposar és rebutjable, però de vegades educar encara ho és més, perquè equival a un "ensinistrament", esdevé una manera de colonitzar el cervell de l'altre; d'això en diem "colonització cultural". Quin dret tinc jo a intervenir en les qüestions internes d'una altra cultura? A mi sempre m'ha preocupat aquesta pregunta.
Intentant respondre'm a mi mateixa aquesta qüestió sempre he pensat que, només tinc dret a fer-ho si, d'alguna manera, l'altra cultura "em demana que hi intervingui", només quan l'altre ha adquirit consciència de forma autònoma de que li interessa un valor o valors de la meva cultura -que no és la seva-, jo tinc dret a intervenir-hi. Per posar l'exemple concret de l'ablació del clítoris: només quan la noia no vol ser sotmesa a aquesta pràctica jo tinc el dret (i llavors crec que també el deure) d'ajudar-la en el sentit que es respecti la seva voluntat. Amb això no vull dir que, si ella no m'ho reclamés, no estigui bé, de totes maneres, fer veure a tota una societat que aquestes pràctiques fan sofrir i porten a la mort a moltes nenes / noies, però al meu entendre llavors només puc intentar explicar el meu punt de vista, no tant en el sentit d'ensinistrar com en el sentit de dialogar d'igual a igual amb representants de l'altra cultura, amb valors i punts de vista diferents dels meus. Jo crec que els límits per a la meva intervenció els dibuixa la consciència i el rebuig per part de l'altre dels valors que li volen aplicar. Perquè llavors entrem en el terreny dels drets humans. Quan la persona es fa conscient que no vol compartir un valor i el rebutja per pròpia decisió violem el seu dret si, malgrat tot, la volem sotmetre al jou d'aquest valor.
Pel que fa al segon punt em sembla importantíssim això que escrius: "Per alliberar la cultura, la societat i la religió de les expressions que es fonamenten en un paradigma "patriarcal" [...] ens cal sortir de la dialèctica "mare-pare". Aquesta tasca no es pot fer eliminant un dels extrems per tal que l'altre s'imposi; ni eliminant la diferència, perquè no existeix un "sexe pur", indiferenciat. Ens cal definir-lo en termes de trobada, de viure junts. Ens cal assumir la condició humana i social com una tasca on ningú pot ser sense que l'altre sigui 'altre' ".
Estic absolutament d'acord amb tu: per combatre la tirania de l'un no podem imposar la tirania de l'altre. Això representaria assumir els valors del primer tirà i perpetuaria el seu comportament, ara des de l'altre extrem. Es tracta d'eliminar qualsevol forma de tirania , no de buscar revenja. No podem reclamar la tirania de la "mare" en nom dels mil·lenis de patriarcat que li ha imposat el "pare". Com tu dius, no podem eliminar (o reprimir per silenciar-lo i imposar l'exclusiva voluntat de l'altre) un dels extrems (això és el que ha passat durant segles en les societats patriarcals -permetem parlar d'una manera una mica esquemàtica-). I, on hi ha diferència, seria un crim intentar eliminar-la. Ben al contrari, jo sóc del parer que cal conservar les diferències allà on n'hi ha, perrquè la diferència és matís, és enriquiment. És per això que, per emmarcar-ho en una panoràmica més universal, jo no parlaria de dialèctica o de paradigma mare-pare ni de dona-home, sino de dialèctica o paradigma un@-altr@. Perquè aquest discurs nostre es pot aplicar a tot allò que respongui a qualsevol mena d'un@ i qualsevol mena d'altr@, sigui quina sigui la naturalesa d'aquesta diferència.
En aquest sentit em sembla molt important netejar les nostres mirades per lliurar-les de prejudicis ancestrals que ens imposen la manera de mirar aquests diferències i ens impedeixen de veure com són en realitat. Per posar un exemple concret podríem pensar en els clixés en què ens han educat quan parlem d'allò que és "típic" de les dones i allò que ho és dels homes i que fa tan de mal, però n'hi ha molts d'altres. Jo crec que només podem evolucionar si ens alliberem dels clixés i mirem l'altre amb la mirada neta i pura, amb la mirada innocent que dóna el desconeixement, en el millor sentit de la paraula, per poder descobrir-lo com realment jo el veig, no com em diuen altres que l'haig de veure.
Pel que pertoca al tercer punt: Dius al final de la teva carta que "drets que la cultura occidental liberal està promovent en el seu interior no crec que siguin 'imposables' universalment, i que, segurament, aquesta cultura hauria de ser més humil i acollidora davant la 'incomprensió' d'aquests 'drets' des d'altres cultures o maneres d'entendre la condició humana". Això entronca amb l'argumentació que he desenvolupat en els dos punts precedents. A la meva manera de veure cap 'dret' es pot imposar; ja et deia més amunt que, als meus ulls, només és legítim intervenir en la cultura de l'altre quan aquest altre d'alguna manera ho reclama. També és cert que, per a què ho pugui reclamar, li cal conèixer altres cultures, altres maneres de viure, altres valors. És per això que em sembla que la mútua coneixença, el diàleg entre cultures -d'igual a igual- és indispensable, per aprendre sempre de l'altre en allò que ens sembli lloable i millor. Però no hi ha vertader diàleg si no l'abordem des de la convicció que els meus punts de vista no són superiors als de l'altre, sinó que només són diferents (si és que ho són). Només llavors serem capaços de conèixer vertaderament l'altre, ja no la seva cultura, sinó l'altre com a individu.
Et deixo, amic, amb aquestes reflexions i espero que me les retornis enriquides.
Una gran i forta abraçada,
Anna
CARTA DE ANNA ROSSELL AL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS (Traducción al español de Anna Rossell)
Conakry, 21-06-09
Querido Xec:
Muchísimas gracias por tu tiempo, es impagable; sabes cuánto me da y lo que representa para alimentar mi espíritu.
En primerísimo lugar, felicidades por haber conseguido esta integración en el barrio. Tal como conocí vuestra casa y vuestra manera de vivir y de relacionaros, no me extraña nada que vuestros vecinos y vecinas os hayan acogido del modo que lo han hecho. No me extraña porque lo vi, pero debo reconocer que es necesario verlo para creerlo, porque la gente excepcional como vosotros no es habitual, gente que sepa vivir con esta sencillez y humildad. Hace falta mucha sencillez y mucha humildad, mucha más de lo que se pueda pensar a primera vista, supongo, para que gente de piel negra reconozca a gente de piel blanca como a un igual -la historia se ha encargado de hacer real esta dificultad-. Tiene mucho mérito, Xec. De modo que muchas felicidades a ti y a Cisco.
Tu última carta me ha gustado mucho. Hablas de cosas cruciales, esenciales para la convivencia en justicia y respeto hacia el otro y para que el mundo pueda evolucionar sin sobresaltos, en paz y sin violencia.
Me gustaría centrar la atención de la mía de hoy en tres ejes que tú tocas y que me parecen fundamentales:
1) El modo desfasado en que diferentes sociedades / culturas viven los mismos valores.
2) La necesidad de liberar las culturas de la mentalidad patriarcal sin eliminar al "otro", manteniendo la diferencia del "otro".
3) La necesidad de educar en la humildad cultural para que una cultura tome conciencia de que ningún valor puede imponerse, porque hay diferentes maneras de ver el mundo y la propia no tiene por qué ser la mejor ni la más loable.
Respecto al primer punto tú plateas una cuestión importante. Dices: "Cuando yo ya sé que la mutilación genital femenina es una barbaridad, cuando ya algunas chicas la sufren como un trauma, no sólo físico sino como una violación de su dignidad de mujer... hay quien lo vive de otro modo, y convivimos juntos... [...]. Hace unos años hubiéramos dicho: ¡Són bárbaros, salvajes, incivilizados...' y sabemos qué han dado estas visiones del otro: dominación cultural e imperialismo militar y económico".
En realidad éste es el problema que se da, creo que de modo universal, entre las generaciones, es aquello que llamamos el "choque generacional": en la misma cultura, diferentes generaciones ven las cosas de modo diferente, lo vemos en las diferencias de mentalidad entre padres e hijos. Pero éstos aún comparten una misma cultura y podríamos hablar de evolución de valores, de un desplazaqmiento de los valores hacia una dirección más "moderna", más "joven", que, como tú dices, hace "evolucionar la cultura". Cuando hablamos de culturas diferentes la diferencia entre las miradas de los unos y de los otros puede ser abismal y el trauma, mucho mayor, si una cultura quiere imponer sus valores a la otra. Por esto creo que, sean los que sean los valores de una cultura, por más bárbaros que le parezcan a una los valores de la otra, la imposición por la fuerza nunca es recomendable. Por esto me parece esencial aquello que también dices tú: que conviene calcular muy bien el momento en que es conveniente sensibilizar y el momento en que conviene cambiar las cosas para traducirlas en forma de ley. Estoy de acuerdo contigo en que siempre es necesario sensibilizar y educar, y no imponer. Más aún, yo diría que hay que rechazar absolutamente la imposición.
Pero esta bonita teoría esconde entre líneas una cuestión de peso, a mi entender muy difícil de dilucidar: ¿cuándo es éticamente aceptable que una cultura sensibilice y eduque a la otra? ¿En nombre de qué o de quién una cultura se erige en sensibilizadora y educadora de la otra? Porque decimos que hay que rechazar la imposición, pero a veces educar es aún más abominable porque equivale a un "adiestramiento", deviene una manera de colonizar el cerebro del otro; a esto lo llamamos "colonización cultural". ¿Qué derecho tengo yo a intervenir en las cuestiones internas de otra cultura? A mí siempre me ha preocupado esta pregunta. Intentando responderme a mí misma esta cuestión siempre he pensado que sólo tengo derecho a intervenir si, de algún modo, la otra cultura "me reclama que intervenga", sólo cuando el otro ha adquirido conciencia de forma autónoma de que le interesa un valor o valores de mi cultura -que no es la suya-, yo tengo derecho a intervenir. Por poner el ejemplo concreto de la ablación del clítoris: sólo cuando la chica no quiere ser sometida a esta práctica yo tengo el derecho (y en este caso creo que también el deber) de ayudarla en el sentido de que se respete su voluntad. Con esto no quiero decir que, si ella no me lo reclamara, no esté bien, de todas formas, hacer ver a toda una sociedad que estas prácticas hacen sufrir y conllevan la muerte de muchas niñas / chicas, pero a mi entender entonces sólo puedo intentar explicar mi punto de vista, no tanto en el sentido de adiestrar como en el sentido de dialogar de igual a igual con representates de la otra cultura, que tienen valores y puntos de vista diferentes de los míos. Yo creo que los límites para mi intervención los dibuja la conciencia y el rechazo por parte del otro de los valores que le quieren aplicar. Porque entonces entramos en el terreno de los derechos humanos. Cuando la persona se hace consciente de que no quiere compartir un valor y lo rechaza por decisión propia violamos su derecho, si, a pesar de todo, la queremos someter al yugo de este valor.
Por lo que refiere al segundo punto me parece importantísimo esto que escribes: "Para liberar la cultura, la sociedad y la religión de las expresiones que se fundan en un paradigma 'patriarcal' [...] es necesario salir de la dialéctica 'madre-padre'. Esta tarea no se puede llevar a cabo eliminando uno de los extremos para que se imponga el otro; ni eliminando la diferencia porque no existe un 'sexo puro', indiferenciado. Es necesario definirlo en términos de encuentro, de convivencia. Es necesario asumir la condición humana y social como una tarea donde nadie puede existir sin que el otro sea 'otro' ". Estoy absolutamente de acuerdo contigo: para combatir la tiranía de uno no podemos imponer la tiranía del otro; esto significaría que asumimos los valores del primer tirano y perpetuaríamos su comportamiento, ahora desde el otro extremo. Se trata de eliminar cualquier forma de tiranía, no de buscar venganza. No podemos reclamar la tiranía de la "madre" en nombre de los milenios de patriarcado que le ha impuesto el "padre". Como tú dices, no podemos eliminar (o reprimir para silenciarlo e imponer la exclusiva voluntad del otro) uno de los extremos (esto es lo que ha sucedido durante siglos en las sociedades patriarcales -permíteme la licencia de hablar de un modo algo esquemático-). Y donde hay diferencia, sería un crimen intentar eliminarla. Al contrario, yo soy del parecer que es necesario conservar las diferencias allá donde las haya, porque la diferencia es matiz, es enriquecimiento. Es por esto por lo que, para enmarcarlo en una panorámica más universal, yo no hablaría de dialéctica o de paradigma madre-padre ni de mujer-hombre, sino de dialéctica o paradigma un@-otr@. Porque este discurso nuestro se puede aplicar a todo aquello que responda a cualquier tipo de un@ y a cualquier tipo de otr@, sea cual sea la naturaleza de esta diferencia. En este sentido me parece muy importante limpiar nuestras miradas para librarlas de prejuicios ancestrales que nos imponen la manera de mirar estas diferencias y nos impiden ver cómo son en realidad. Por poner un ejemplo concreto podríamos pensar en los clichés en que nos has educado cuando hablamos de lo que es "típico" de las mujeres y lo que lo es de los hombres y que causa tanto daño, pero hay muchos otros ejemplos. Yo creo que sólo podemos evolucionar si nos liberamos de los clichés y miramos al otro con la mirada limpia y pura, con la mirada inocente que da el desconocimiento, en el mejor sentido de la palabra, para poder descubrirlo como realmente lo veo yo, y no como me dicen otros que he de verlo.
Por cuanto refiere al tercer punto: Dices al final de tu carta que "derechos que la cultura occidental liberal está promoviendo en su interior no creo que sean susceptibles de ser 'impuestos' universalmente y que, seguramente, esta cultura debería ser más humilde y acogedora ante la 'incomprensión' de estos 'derechos' desde otras culturas o maneras de entender la condición humana". Esto entronca con la argumentación que he desarrollado en los dos puntos anteriores. A mi modo de ver ningún "derecho" debe imponerse; ya te decía más arriba que, según creo, sólo es legítimo intervenir en la cultura del otro cuando este otro de algún modo lo reclama. Bien es cierto que, para que lo pueda reclamar, le será necesario conocer otras culturas, otros modos de vivir, otros valores. Es por esto por lo que me parece que el conocimiento mutuo, el diálogo entre culturas -de igual a igual- es indispensable para aprender siempre del otro en aquello que nos parezca loable y mejor. Pero no hay verdadero diálogo si no lo abordamos desde la convicción que mis puntos de vista no son superiors a los del otro, sino que sólo son distintos (si es que lo son). Sólo entonces seremos capaces de conocer verdaderamente al otro, ya no su cultura, sino al otro como individuo.
Te dejo, amigo, con estas reflexiones y espero que me las devuelvas enriquecidas.
Un gran y fuerte abrazo,
Anna
19 de junio de 2009
Correspondencia Xec Marquès-Anna Rossell (17-06-2009)
(A continuación del texto catalán viene la traducción española)
Conakry, 17-06-2009
Catalán
Benvolguda Anna,
no sé si te'n recordes d'una botigueta de barri davant del manguer al carrer de la parròquia, una botigueta en un contenidor. Allà hi compro el pa de cada dia, dues o tres vegades al mes cacauets torrats i petites coses en moments d'urgència. Idò, ahir a la tarda, loa senyora que torra els cacahuets i dona del senyor que gestiona la botiguet, em va venir a veure amb la veïna, que li feia de traductora -ella és de l'ètnia peul- per dir-me que viatja per algunes setmanes i que no podia anar-se'n sense dir "a reveure". Un detall que significa com hem aconseguit formar part del barri. És a casa nostra que ella, com tantes, troba l'aigua per a tota la família cada dos dies. Els seus fills, petits, són del que em tenen força carinyo. Ahir també, caig anar a comprar claus per als fusters -alterno entre dues petites ferreteries del barri-, aquesta és la més petita i el gerent és un vell musulmà que acompleix amb totes les hores de la pregària. Idò, al cap d'una estona torna per dir-me que li havia deixat m´s diners del compte. Ja saps que aquí els diners són petits i calen molts bitllets per pagar una compra de 185.000 GNF (francs guineans). Un altre detall.
I ara al tema:
Abans d'entrar en les qüestions de sexualitat i l'imaginari negatiu de la sexualitat femenina i dels seus òrgans genitals, una reflexió de caire general:
Em sembla normal que les cultures envolucionin. Amb el temps, gràcies a homos i dones que pensen, reflexionen i aprofundeixen el misteri de la naturalesa humana i del viure en societat, coses que abans semblanen expressió del respecte, de l'ordre social, de la reconeixença de l'altre, se'ns revelen tot el contrari. Així passa amb la pràctica de l'ablació en moltes societats, particularment a l'Àfrica. La dignitat i el valor de la persona humana ens han ajudat a descobrir que sota l'autoritat del costum, de la cultura, de l'ordre social o de la religió hi havia maneres de veure errònies respecte el sentit del costum, de la cultura, de l'ordre social o de la religió. A cada època redefinim aquests mateixos conceptes. I en la societat occidental les èpoques es succeeixen d'una manera frenètica.
Però la realitat és que en un mateix instant estem cridats a viure maneres de veure diferents. Quan jo ja sé que la mutilació genital femenina és una barbaritat, quan ja altunes noies la sofreixen com un trauma no només físic, sinó com una violació de la seva dignitat de dona, hi ha qui ho viu d'una altra manera, i hem de conviure junts. Com viure també aquesta diversitat quan estn en joc visions globlas de l'altre. Fa uns anys haguéssim dit: "són bàrbars, salvatges, incivilitzats..." i sabem el que han donat aquestes visions de l'altre: dominació cultural i imperialime militar i econòmic.
Em sembla que per evitar judicis d'intencions és important mesurar el moment on és convenient de sensibilitzar, d'educar fins els el moment de prendre mesures legals i traduir la millor consciència de la dignitat humana en forma de llei.
En aquesta relació discriminatòria que la cultura patriarcal ha introduït en la consciència cultural i social no sempre ni la víctima ni l'agressor saben de què són portadors. Per això em sembla important d'educar a deixar-se mirar per l'altre i d'educar la mirada vers l'altre perquè el respecte, la consideració i la recerca del millor s'imposin sobre la tendència que tenim a jutjar i valorar l'altre des dels nostres principis.
Per alliberar la cultura, la societat i la religió de les expressions que es fonamenten en un paradigma "patriarcal", tal com tu el descrius, ens cal sortir de la dialèctica "mara-pare". Aquesta tasca no es pot fer eliminant un dels extrems per a que l'altre s'imposi; ni eliminant la diferència perquè no existeix un "sexe pur", indiferenciat. Ens cal definir-lo en termes de trobada, de viure junts. Ens cal assumir la condició humana i social com una tasca on ningú pot ser sense que l'altre sigui "altre".
Aquests darrers anys, teòlegs i teòlogues, sobre tot, ens estan fent descobrir una nova comprensió del que diem Déu, que, sense convertir-lo en un "àngel sense sexe", deixa de ser un "patriarca". Em sembla que això és molt important, en la mesura que la referència a Déu és essencial, en moltes cultures i societats, per definir el "cadascú" i "l'être ensemble".
D'altra banda, em sembla també important de tenir en compte la diversitat d'expressions de la "masculinitat" i de la "feminitat" en aquest "village global" que tendeix a uniformitzar la cultura i l'expressió social.
Crec que avui és legítim de lluitar contra els comportaments i les expressions de la sexualitat humana que des de la cultura del derets de la persona humana ens apareixen com contraris a la dignitat i al valor de la dona i de l'home. Hi incloc: les mutilacions genitals, la discriminació de les noies en l'accés a l'educació i de le dones en la gestió de la "res publica", la "paternitat" irresponsable, la poligàmia. La llista no és exhaustiva i sóc conscient que la gamma de la lluita va de la repressió legal a la sensibilització. I penso que el millor vehicle és l'educació.
En canvi, drets individuals que la cultura occidental liberal està promovent en el seu interior no crec que suguin "imposables" universalment. I que, segurament, aquesta cultura hauria de ser més humil i acollidora davant l' "incomprensió" d'aquests "drets" de d'altres cultures o maneres d'entendre la condició humana. Em refereixo a l'accés a la reproducció fora de la vida de parella estable, les estratègies de lluita contra la pandèmia del VIH i els embarassos no desitjats.
Continuarà.
Una abraçada,
Xec
14 de junio de 2009
Correspondencia Anna Rossell-Xec Marquès (14-06-2009)
Català
El Masnou, 14-06-09
Estimat Xec:
Fa molts dies que no pots escriure i això em meguiteja perquè em puc imaginar massa bé com deu ser la teva quotidianitat: agitada i atrafegada, sense ni un sol minut de repòs (les poques hores de son no deuen ser suficients per carregar les piles). Em vas dir que a finals de juny rebries un petit reforç: un salesià en pràctiques, si no et vaig entendre malament. Espero que sigui d'ajuda i no encara una càrrega més per a tu.
Sé que no tens temps, però vull encara escriure't quatre ratlles sobre el(s) nostre(s) teme(s), no per forçar-te a escriure i carregar-te més, sinó perque m'imagino que a tu també t'agrada rebre les meves lletres:
Fa uns dies vaig llegir un article sobre un esdeveniment cultural que a mi em semblava altament interessant -tractava sobre una trobada d'intel·lectuals d'arreu del món que havia organitzat a l'abril el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona "per analitzar la riquesa de la contaminació de cultures al segle XXI"-. L'article duia el suggerent títol "Elogi de la impuresa" i els intel·lectuals que hi parlaven eren gent de molt de pes en el món cultural -escriptors (Lisa Appignanesi), teòlegs (Hans Küng), antropòlegs (Lluís Duch), historiadors (Dipesh Chakrabarty), filòsofs (Axel Honneth, Clément Rosset), periodistes (Misha Glenny)-. Tant el tema de la trobada com el títol de l'article m'atreien moltíssim. Això d'elogiar la impuresa sempre ha estat allò més meu, perquè la història ens ha mostrat amb prou contundència que la defensa de la puresa no ha fet res més que causar morts i atrocitats (què no va ser capaç de fer Hitler en nom de la puresa de la raça?). D'altra banda a mi sempre m'ha semblat que la "contaminació" cultural sempre ha donat productes enormement artístics i interessants i que la no "contaminació" de les cultures condueix a l'aridesa i l'assecament de les idees. A l'interès que em suscitava el tema s'hi afegia la talla dels qui hi participaven i el fet -un plus afegit- que provenien d'àmbits diferents de l'activitat cultural i intel·lectual. Amb el mateix argument que esgrimia ara mateix haig de dir que em sembla que les idees, il·luminades des de les diferents òptiques professionals i del pensament humà, queden enriquides, la reflexió es fa més fructífera. Tot plegat això de la "impuresa" entronca alhora amb el nostre tema de la sexualitat i encara més amb l'últim aspecte sobre el qual jo proposava la reflexió, el de la sexualitat femenina. Perquè la moral catòlica ortodoxa sempre ha tendit a considerar la pràctica sexual com un acte d'impuresa i perquè, més encara, tant l'Església catòlica com moltes i diverses cultures humanes d'arreu del món, consideren el cos de la dona (les seves parts sexuals i reproductores) com impur. Concretament el prestigiós antropòleg Lluís Duch -monjo de Montserrat- deia:
"Des que Eva va ser identificada amb la fruita prohibida i Adam va apartar la mirada de Déu accedint als seus desitjos, els cossos de les dones i tots els seus processos, inclosa la reproducció, han quedat tacats i en constant necessitat de purificació [...]. La recerca de la puresa ha provocat les aberracions més profundes i cruels que hagi pogut veure la humanitat". I tot citant Julia Kristeva, segueix dient: "el paradigma pur-impur es troba en la base de totes les cultures humanes encara que les concrecions i valoracions que se'n deriven per a la vida quotidiana dels individus i els grups humans siguin molt diferents i experimentin canvis notables en el decurs del temps i dels contextos socials". I segueix explicant Duch: "L'àmbit de la puresa es refereix a tres nivells: l'alimentació, la neteja (aigua i higiene) i les pràctiques sexuals. El judaisme estableix que certs menjars són purs i altres, impurs. Quelcom semblant fa l'Islam, probablement adaptant el mateix tipus de regles originalment de tipus sanitari però que aviat perden aquest sentit, ja que afegeix i resta elements. Les lleis sobre el menjar permeten diferenciar els creients dels infidels.
En l'àmbit religiós, polític, cultural i sexual, allò estrany, l'individu o els grups humans considerats com a completament aliens a un determinat 'nosaltres' , allunyat del marc d'una 'memòria col·lectiva' concreta, sol ser vist i jutjat com una 'presència impura'. És vist com quelcom que, a causa de la seva pròpia estranyesa, si no s'integra al grup mitjançant un procés de purificació i de despreniment del seu passat religiós, polític o social, es constitueix en una seriosa amenaça mortal de destrucció de l'ordre i de les classificacions que han permès (o es creu que han permès) que els grups, col·lectivament, i les persones, individualment, es constituïssin com a tals, progressessin i es mantinguessin amb vida. En aquest cas la purificació de l'estrany és un requisit essencial per a la supervivència del conjunt de la societat, de les seves institucions i de la salut física i mental dels seus membres. Com més tancada és una determinada societat, més els preceptes rituals i ideològics es converteixen en un factor decisiu per a la identificació i el control des components dels grups humans i també per assegurar la solidesa del vincle social mitjançant l'íntima consciència de la pertinença a un mateix organisme social, religiós i polític. En temps especialment insegurs i crítics com ara, en què impera el convenciment que la pròpia identitat es troba mortalment amenaçada, és quan se sol subratllar amb major intensitat la diferència, considerada com un permanent estat d'impuresa, i l'activació dels procediments adequats, sovint acompanyats d'una acusada brutalitat i menyspreu de les diferències." (La negreta és meva).
He volgut subratllar d'aquestes paraules de l'antropòleg, que fan referència a allò considerat "impur" en general, les que al·ludeixen a l'àmbit sexual, que és el que a nosaltres ens interessa ara per a les nostres reflexions.
Ja ho sabíem, i també es desprèn de les paraules de Duch, que la consideració de la sexualitat i del cos femení com "impurs" no és exclusiva de l'Església catòlica. Ben al contrari, i lamentablement, cal reconèixer que es tracta de quelcom ancestral, molt més estès i arrelat en la cultura humana amb majúscules. Cal doncs preguntar-se el per què.
No crec descobrir res de nou -perquè és prou conegut i d'altra banda prou evident- si dic que penso que tot plegat està directament relacionat amb el patriarcat. No sóc antropòloga, però m'atreveixo a assegurar que a una societat no patriarcal -si és que en el món n'hi queda alguna- això no passaria. Ja et deia en alguna de les meves anteriors cartes (crec que era l'última) que la culpa -el pecat original- se li carregava a Eva perquè la Bília que ha acabat transcendint està escrita per homes; bé, jo t'ho deia d'una altra manera: feia referència a allò que tu escrivies de què (ho dic aproximadament, no he buscat la cita textual) la dona tendeix, per naturalesa, a mirar de seduir l'home. Jo et responia qu aquest era un lloc comú, un prejudici masculí lamentablement molt estès, i que es devia a què era la mirada masculina sobre el món la que s'havia imposat i aquesta mirada ha acabat donant-se per universal i certa. Tant és així que fins i tot moltes dones s'ho creuen. Ja et deia llavors que aquesta mirada fa, ha fet i farà encara molt de mal. Aquesta mirada és la del patriarca. Els homes ens seduïu a nosaltres, i tant que ens seduïu!, i teniu armes i un ventall molt ample de rituals per fer-ho! Però tot això que acabo de dir no explica l'últim per què, l'última raó, no il·lumina la pregunta clau de per què s'imposa arreu el model patriarcal. Sobre aquest punt podem elucubrar. Jo em decanto per pensar que la superioritat física, en uns primers moments de la història de la humanitat en què aquesta era fonamental per a la supervivència, es va imposar sobre l'altra capacitat -exclusivament femenina- de la reproducció; és a dir, la possibilitat de conservació de la vida es va imposar sobre la possibilitat de donar-la. I ho dic perquè recordo haver estudiat alguna vegada que en algunes sociatats, al llarg de la història humana, hom venerava molt especialment la dona per la seva capacitat reproductora. Curiosament aquestes societats eren matriarcals.
Hi ha altres raons que em volten pel cap, aquestes de caire psicoanalític: l'home, que no té la capacitat reproductora, percep una inseguretat tan gran davant d'aquest enigma que reacciona imposant-se a la valenta amb les armes que té al seu abast, que són la seva superioritat física i, en últim extrem, la violència. Són dos explicacions que no s'exclouen. Jo n'estic prou convençuda de què totes dues es combinen esplèndidament.
De l'antropologia m'interessen molt tant el que ens ensenya que tenen les societats humanes de comú, com les seves diferències. Aprenem molt sobre nosaltres mateixos amb el que ens ensenya l'antropologia, ens serveix de contrapunt i de reflexió: de les difefències en podem concloure la riquesa i variació de la naturalesa humana, de les igualtats, els universals, allò que és comú a la naturalesa del gènere humà. En el meu imaginari tendeixo a pensar que les societats matriarcals devien ser molt més avançades que no pas les patriarcals. Tot i això, tant les societats matriarcals com les patriarcals, tal com jo ho explicava més amunt, serien l'expressió d'una reacció DE L'HOME davanat d'allò femení, l'altre-desconegut; en les primeres la reacció seria de devoció-admiració, en les segones de por davant del misteri, per a l'home extraordinari, del cos femení i de la reproducció, i la por faria reaccionar l'home arraconant la dona, veient-la com la causa de tots els mals. Les dones, en aquest sentit, ens hem lliurat d'aquest problema. La societat més avançada -la (meva) utopia- seria aquella en què aquesta por desaparegui, aquella en què els dos "altres" es vegin com un "altre" en la diversitat i, per tant, en l'enriquiment mutu, no que desencadeni por. Només una societat així és vertaderament civilitzada, només una societat així serà igualitària i equitativa.
I, per acabar, un exemple de l'àmbit cultural africà, que corrobora o al menys il·lumina això que et dic: es tracta del tema de la mutilació genital femenina, tan estesa en tantes cultures africanes. Contràriament al que molt@s creuen, l'ablació del clítoris no té res a veure amb la religió musulmana ni amb l'Alcorà, perquè a l'Àfrica la practiquen totes les religions, també les cristianes i animistes. A Premià de Mar hi viu una dona gambiana, Mama Samateh, que fa uns anys va fundar l'associació AMAM (Asociación de Mujeres Anti-Mutilación); la cita que t'escric està estreta d'un dossier on aquesta associació explica en poques paraules què és la mutilació genital femenina i quins són els seus motius:
"Se practica en nombre de la religión y la cultura, como un 'símbolo de identidad cultural', sin embargo, no existe ningún versículo del Corán en el que se explique esta obligación de agresión física. El problema del alfabetización es aquí vital. También se habla de la cuestión de género. El clítoris es considerado como un pene pequeño y debe ser eliminado por la supremacía masculina.
En algunas sociedades se considera que sólo el hombre debe sentir placer sexual. Eliminando el clítoris, se elimina el placer sexual y el riesgo de la promiscuidad femenina, asegurando así que la mujer llega virgen al matrimonio. Las no mutiladas difícilmente logran casarse.
Por otra parte, el órgano sexual femenino se considera feo y sucio, por lo que a las mujeres no mutiladas no se les permite acarrear agua, ni cocinar." (La negreta és meva).
I amb això et deixo i espero les teves lletres. Si t'abelleix i tens temps, només si tens temps i et ve de gust; sé com vas d'enfeinat ara que el teu company no hi és.
Una molt, molt forta abraçada,
Anna
CARTA DE ANNA ROSSELL AL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÉS (Traducción al español de Anna Rossell)
El Masnou, 14-06-09
Querido Xec:
Hace mucho que no puedes escribir y esto me inquieta porque me puedo imaginar demasiado bien cómo debe de ser tu vida cotidiana: agitada y tú atareado, sin un minuto de reposo (las pocas horas de sueño no deben de ser suficientes para recargar las pilas). Me dijiste que a finales de junio recibirías un pequeño refuerzo: un salesiano en prácticas, si no te entendí mal. Espero que sea de ayuda y no signifiqué otra carga más para ti.
Sé que no tienes tiempo, pero quiero escribirte unas líneas sobre nuestro(s) tema(s), no para obligarte a escribir a ti y cargarte más aún, sino para mantener un poco fresco nuestro discurso, que tiene muchas ramificaciones, y también porque me imagino que a ti te gusta recibir mis letras:
Hace algunos días leí un artículo sobre un acontecimiento cultural que a mí me parecía altamente interesante -trataba sobre un encuentro de intelectuales de todo el mundo que había organizado el pasado abril el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona "para analizar la riqueza de la contaminación de culturas en el siglo XXI"-. El artículo llevaba el sugerente título "Elogio de la impureza" y los intelectuales que participaban eran gente de mucho peso en el mundo cultural -escritores (Lisa Appignanesi), teólogos (Hans Küng), antropólogos (Lluís Duch), historiadores (Dipesh Chakrabarty), filósofos (Axel Honneth, Clément Rosset), periodistas (Misha Glenny)-. Tanto el tema del encuentro como el título del artículo me atraían muchísimo. Esto de elogiar la impureza siempre ha sido algo muy mío, porque la historia nos ha mostrado con suficiente contundencia que la defensa de la pureza no ha hecho sino causar muertos y atrocidades (¿qué no fue capaz de hacer Hitler en nombre de la pureza de la raza?). Por otro lado, a mí siempre me ha parecido que la "contaminación" cultural ha dado continuamente productos enormemente artísticos e interesantes y que la no "contaminación" de las culturas conduce a la aridez y a la sequedad de las ideas. Al interés que me suscitaba el tema se añadía la talla de los participantes y el hecho -un plus añadido- de que provenían de ámbitos diferentes de la actividad cultural e intelectual. Con el mismo argumento que esgrimía ahora mismo he de decir que me parece que las ideas expresadas desde las diferentes ópticas profesionales y del pensamiento humano arrojan un producto alto enriquecido, precisamente porque se complementan. En resumen esto de la "impureza" entronca con nuestro tema de la sexualidad y más aún con el último aspecto sobre el cual yo proponía seguir la reflexión, el de la sexualidad femenina. Porque la moral católica ortodoxa siempre ha tendido a considerar la práctica sexual como un acto de impureza y porque, más aún, tanto la Iglesia católica, como muchas y diversas culturas humanas de todo el mundo, consideran el cuerpo de la mujer (sus partes sexuales y reproductoras) como impuro. Concretamente el antropólogo Lluís Duch -monje de Montserrat- decía:
"Desde que se identificó a Eva con la fruta prohibida y Adán apartó la mirada de Dios consintiendo en sus deseos, los cuerpos de las mujeres y todos sus procesos, incluída la reproducción, han quedado mancillados y en constante necesidad de purificación [...]. La búsqueda de la pureza ha provocado las aberraaciones más profundas y crueles que haya podido ver la humanidad". Y, citando a Julia Kristeva, sigue afirmando: "el paradigma puro-impuro se encuentra en la base de todas las culturas humanas aunque las concreciones y valoraciones que se deriven para la vida cotidiana de los individuos y los grupos humanos sean muy diferentes y experimenten cambios notables en el curso de los tiempos y de los contextos sociales". Y sigue explicando Duch: El ámbito de la pureza se refiere a tres niveles: la alimentación, la limpieza (agua e higiene) y las prácticas sexuales. El judaismo establece que ciertas comidas son puras y otras, impuras. Algo parecido hace el Islam, probablemente adaptando el mismo tipo de reglas originalmente de tipo sanitario pero que pronto pierden este sentido, ya que añade y resta elementos. Las leyes sobre la comida permiten diferenciar a los creyentes de los infieles.
En el ámbito religioso, político, cultural y sexual, aquello que se percibe como extraño, el individuo o los grupos humanos considerados como completamente ajenos a un determinado 'nosotros', alejado del marco de una 'memoria colectiva' concreta, suele ser visto y juzgado como una 'presencia impura'. Es visto como algo que, a causa de su propia extrañeza, si no se integra en el grupo mediante un proceso de purificación y de desprendimiento de su pasado religioso, político o social, se constituye en una seria amenaza mortal de destrucción del orden y de las clasificaciones que han permitido (o se cree que han permitido) que los grupos, colectivamente, y las personas, individualmente, se constituyesen como tales, progresasen y se mantuviesen con vida. En este caso la purificación de lo extraño es un requisito esencial para la supervivencia del conjunto de la sociedad, de sus instituciones y de la salud física y mental de sus miembros. Cuanto más cerrada es una determinada sociedad, más los preceptos rituales e ideológicos se convierten en un factor decisivo para la identificación y el control de los componentes de los grupos humanos y también para asegurar la solidez del vínculo social mediante la íntima conciencia de pertenencia a un mismo organismo social, religioso y político. En tiempos especialmente inseguros y críticos, como los de ahora, en que impera el convencimiento de que la propia identidad se encuentra mortalmente amenazada, es cuando se suele subrayar con mayor intensidad la diferencia, considerada como un permanente estado de impureza, y la activación de los procedimientos adecuados, a menudo acompañados de una acusada brutalidad y menosprecio de las diferencias." (La negrita es mía).
He querido destacar de estas palabras del antropólogo, que hacen referencia a lo considerado "impuro" en general, aquellas que aluden especialmente al ámbito sexual, que es el que a nosotros nos interesa ahora para nuestrsas reflexiones.
Ya lo sabíamos, y también se desprende de las palabras de Duch, que la consideración de la sexualidad y del cuerpo femenino como "impuros" no es exclusiva de la Iglesia católica. Al contrario, y lamentablemente, cumple reconocer que se trata de algo ancestral, mucho más extendido y arraigado en la cultura humana con mayúsculas. Es necesario pues preguntarse el por qué.
No creo descubrir nada nuevo -porque es de sobra conocido y por otro lado de lo más evidente- si digo que pienso que todo ello está directamente relacionado con el patriarcado. No soy antropóloga, pero me atrevo a asegurar que en una sociedad no patriarcal -si es que en el mundo queda alguna- esto no sucedería. Ya te decía en alguna de mis anteriores cartas (creo que era en la última) que la culpa -el pecado original- se le cargaba a Eva porque la Bíblia que ha acabado trascendiendo está escrita por hombres; bien, yo te lo decía de otro modo: hacía referencia a lo que tú escribías de que (lo digo aproximadamente, no he buscado la cita textual) la mujer tiende, por naturaleza, a intentar seducir al hombre. Yo te replicaba que ésto era un lugar común, un prejuicio masculino lamentablemente muy extendido, y que se debía al hecho de que era la mirada masculina sobre el mundo la que se había impuesto y que esta mirada ha acabado por darse por universal y cierta. Tanto es así que incluso muchas mujeres se lo creen. Ya te decía entonces que esta mirada ha hecho, hace y seguirá haciendo aún mucho daño. Esta mirada es la del patriarca. Los hombres nos seducís a nosotras, ¡y tanto que nos seducís!, ¡y tenéis armas y un abanico muy amplio de rituales para hacerlo! Pero todo esto que acabo de decir no explica el último por qué, no ilumina la pregunta clave de por qué se impone en todas partes el modelo patriarcal. Sobre este punto podemos elucubrar. Yo me inclino a pensar que la superioridad física, en unos primeros momentos de la historia de la humanidad en que ésta era fundamental para la supervivencia, se impuso sobre la otra capacidad -exclusivamente femenina- de la reproducción; es decir, la posibilidad de conservación de la vida se impuso sobre la posibilidad de darla. Y lo digo porque recuerdo haber estudiado alguna vez que en algunas sociedades, a lo largo de la historia humana, se veneraba muy especialmente a la mujer por su capacidad reproductora. Curiosamente estas sociedades eran matriarcales. Hay otras razones que se me ocurren, éstas de cariz psicoanalítico: el hombre, que no tiene la capacidad reproductora, percibe una inseguridad tan grande ante este enigma que reacciona imponiéndose a la brava con las armas que tiene a su alcance, que son su superioridad física y, en último término, la violencia. Son dos explicaciones que no se excluyen. Yo estoy convencida de que ambas se combinan espléndidamente. De la antropología me interesan mucho tanto lo que nos enseña que tienen las sociedades humanas en común, como sus diferencias. Aprendemos mucho sobre nosotros mismos con lo que nos enseña la antropología, nos sirve de contrapunto y reflexión: de las diferencias podemos concluir la riqueza y la variación de la naturaleza humana, de las igualdades los universales, aquello que es común a la naturaleza del género humano. En mi imaginario tiendo a pensar que las sociedades matriarcales debían de ser mucho más avanzadas que las no matriarcales. Aún así, tanto las sociedades matriarcales como las patriarcales, tal como yo lo explicaba más arriba, serían la expresión de una reacción DEL HOMBRE ante el hecho femenino, el otro-desconocido. En las primeras la reacción sería de devoción-admiración, en las segundas de miedo ante el misterio, para el hombre extraordinario, del cuerpo femenino y de la reproducción, y el miedo haría reaccionar al hombre arrinconando a la mujer, viéndola como la causa de todos los males. Las mujeres, en este sentido, nos hemos librado de este problema. La sociedad más avanzada -mi utopía- sería aquella en la cual este miedo haya desaparecido, aquella en la cual los dos "otros" se vean mutuamente como "otro" en la diversidad y, por tanto, en el enriquecimiento mutuo, no que desencadene miedo. Sólo una sociedad así es verdaderamente civilizada, sólo una sociedad así será igualitaria y equitativa.
Y para terminar, un ejemplo del ámbito cultural africano, que corrobora, o al menos ilumina, esto que te digo: se trata del tema de la mutilación genital femenina, tan extendida en tantas culturas africanas. Contrariamente a lo que much@s creen, la ablación del clítoris no tiene nada que ver con la religión musulmana ni con el Corán, porque en África la practican todas las religiones, también las cristianas y animistas. En Premiá de Mar vive una mujer gambiana, Mama Samateh, que hace unos años fundó la asociación AMAM (Asociación de Mujeres Anti-Mutilación); la cita que te escribo está extraída de un dosier donde la asociación explica en pocas palabras qué es la mutilación genital femenina y cuáles son los motivos:
"Se practica en nombre de la religión y la cultura, como un 'símbolo de identidad cultural', sin embargo, no existe ningún versículo del Corán en el que se explique esta obligación de agresión física. El problema de la alfabetización es aquí vital. También se habla de la cuestión de género. El clítoris es considerado como un pene pequeño y debe ser eliminado por la supremacía masculina. En algunas sociedades se considera que sólo el hombre debe sentir placer sexual. Eliminando el clítoris se elimina el placer sexual y el riesgo de la promiscuidad femenina, asegurando así que la mujer llega virgen al matrimonio.
Las no mutiladas difícilmente logran casarse.
Por otra parte, el órgano sexual femenino se considera feo y sucio, por lo que a las mujeres no mutiladas no se les permite acarrear agua ni cocinar." (La negrita es mía).
Y con esto te dejo y espero tus letras. Si te apetece y tienes tiempo, sólo si tienes tiempo; sé cuánto trabajo tienes, sobre todo ahora que tu compañero no está.
Un fuerte, muy fuerte abrazo,
Anna